Un nuevo comienzo
Brina
Llego a mi casa después de un feo día en la preparatoria, siempre es lo mismo, todos se burlan o me hieren con comentarios horribles, nadie quiere ser mi amiga excepto los que saben que mi familia es poderosa y adinerada, en general se puede decir que es una preparatoria de mierda.
Mi padre debe estar trabajando igual que siempre, mi madre está en la cocina intentando preparar una receta nueva y mi hermano está en la sala de estar viendo alguna tontería en el televisor.
Me dirijo a mi habitación y me dejo caer en la cama, miro el techo dónde están pegadas un montón de estrellas que brillan en la oscuridad, me siento tan cansada, a veces solo quiero rendirme y no volver más a la preparatoria o pedirle a mis padres que me cambien pero eso sería darles la victoria totalmente a los que me hacen la vida imposible y no pienso hacer eso, me consuela el hecho de que ya solo me faltan poco menos de dos años para ir a la universidad y podría escoger una que esté bien lejos de aquí, Estados Unidos sería una magnífica opción.
-¿Brina?- dice mi madre golpeando la puerta de mi habitación.
-Pasa mamá
-¿Cómo te fue hoy?- pregunta acercándose a la cama.
-Bien- respondo sin despegar mi mirada del techo.
-La cena ya está lista, vamos a comer- me agarra un pie y tira con fuerza logrando sacar casi todo mi cuerpo de la cama.
- Mamá ¿Alguna vez dejarás de hacer eso?- pregunto mirándola con una pequeña sonrisa.
- Jamás, es nuestra pequeña tradición- responde caminando hacia la puerta mientras ríe.
Bajamos y mi hermano ya está sentado a la mesa, hay varios platos con cosas que no se sabe bien lo que son y hago una mueca.
-Saben mejor de lo que se ven- dice mi madre antes de que mi hermano o yo digamos algo, procedemos a probar lo que sea que mi madre preparó.
- Mentiste, esto sabe horrible mami- ella asiente de acuerdo conmigo.
Mi hermano se levanta y coge su móvil.
-¿Pedimos una pizza?- pregunta sonriente.
-Que sea tropical para mí por favor- le digo levantándome y dirigiéndome al sofá para colocar alguna película mientras mi madre recoge todo lo de la mesa y guarda la comida para dársela al perro del vecino- mamá algún día envenenará al pobre animal- le digo a mi hermano y él me da la razón.
La pizza llega media hora después y los tres nos sentamos en la alfombra para empezar a comer.
-Tengo una noticia que darles- dice mi madre con expresión seria y mi hermano y yo la observamos preocupados instándola a continuar- hace un par de días a Alessandro le ha surgido la posibilidad de ir a fundar otra cede para la empresa en Los Ángeles, pero él quiere que todos vayamos a vivir allí con él, queremos saber que piensan ustedes al respecto- mi mundo se ilumina con ésta noticia, al final no tendré que esperar dos años para poder empezar una nueva vida.
-Me parece increíble, es demasiado perfecto, estoy tan feliz que podría correr a empacar ya mismo- digo completamente eufórica.
- No me agrada la idea de irme y dejar a mis amigos aquí, pero supongo que me hace feliz poder vivir y conocer un lugar como Los Ángeles- mi hermano a diferencia de mí, no tiene que cargar con lo que hemos decidido llamar "la particularidad familiar" así que ha sido más fácil para él hacer vida social, incluso ha conseguido amigos verdaderos.
- Su padre va a estar muy feliz cuando le diga que están de acuerdo, yo estoy muy dichosa de verte tan feliz Brina, hace mucho que no te veía una sonrisa tan grande- mi madre me abraza y luego terminamos de comer la pizza.
En la noche casi no soy capaz de conciliar el sueño, la emoción de saber que pronto me iré de aquí y podré comenzar algo nuevo me quita completamente el sueño, empiezo a hacer planes mentales de todo lo que debo hacer para poder llegar a Los Ángeles siendo alguien normal.
Mientras pasan el tiempo y el día de la mudanza se acerca, emprendo la ejecución de mi plan, voy a una óptica y compro varios pares de lentes de contacto de diferentes colores para ocultar la particularidad familiar, hablo con mis padres acerca de que no quiero que en la nueva ciudad las personas sepan que soy la hija del empresario y que lo vamos a mantener como un secreto familiar, y por supuesto empaco mis maletas y las cosas que son importantes para mí.
El día de la mudanza llega y pronto mi familia y yo estamos abordando un avión rumbo a Los Ángeles, llevo puestos mis lentes de contacto color café, los cuales ocultan más fácilmente el color real de mis ojos.
Hace una hora el avión ha aterrizado y en éste momento vamos en el nuevo auto de papá camino a nuestro nuevo hogar, mi hermano no ha dejado de hablar por celular con sus amigos desde que aterrizamos, mientras que yo observo por la ventana del coche el lindo y nuevo paisaje que me rodea.
Los Ángeles es una ciudad bastante hermosa, tiene un clima cálido que me sienta de maravilla ya que yo detesto el frío por el hecho de que siempre término siendo la mejor representación de Rodolfo el reno.
Llegamos a un barrio bastante elegante, todas las casas son preciosas y tienen estructuras modernas con jardines hermosos, el auto de papá se detiene frente a una gran reja de metal e ingresa una clave en un monitor al costado de la misma, la reja se abre y empezamos a transitar por un camino hasta llegar a una casa de tres plantas, tiene unas gradas en mármol que te llevan a la puerta principal la cual está adornada por dos columnas de estilo griego, lo cual hace que salte de emoción en mi asiento, me encanta la cultura griega y todo lo referente a Grecia.
Bajamos del auto, mi padre y mi hermano se encargan de bajar las maletas y pronto un hombre y una mujer salen de la casa a recibirnos.
- Bienvenidos señores Rizzo - saluda la mujer, es un poco rellenita, tiene el cabello castaño recogido en un coleta alta, tiene entre unos 45 o 50 años, es de tez canela y parece ser una mujer muy amable.