Thantia

VI

Lo primero que hago al abrir los ojos es intentar llenar mis pulmones con todo el aire que hay en la habitación mientras me incorporo en mi lugar.

Mis manos exploran instintivamente mi abdomen en busca de alguna herida o mancha de sangre, pero todo está en orden, completamente limpio.

Analizo mi alrededor.

Estoy en mi habitación, nada parece fuera de lo normal a excepción del muchacho sentado frente a mi cama que parece aburrido de estar ahí.

Parris enarca una ceja en mi dirección al darse cuenta de mi mirada, como si estuviera interrogandome sobre algo que mi cabeza aún no capta por completo.

Mi pecho sube y baja frenéticamente.

Necesito calmarme para entender lo que acaba de pasar, pero mis pulmones no parecen querer recordar cómo funcionan.

  —Alguien entró en tu mente—dice secamente y mi ceño se frunce—, con lo del eclipse tus defensas estaban abajo.

  —Pero, ¿quién...?

  —No lo sé, pudo ser cualquiera, es un hechizo básico—se levanta y se acerca a mí—, ¿qué fue lo que viste?

La sangre se acumula en mis mejillas.

  —No lo recuerdo, todo es confuso ahora mismo—miento. No lo necesito burlándose de mí cuando aún puedo sentir el filo del cuchillo atravesando mi estómago.

La puerta de la habitación se abre y los Marci entran rápidamente.

Chelle se ve agitada. Su cabello rubio está alborotado, como si hubiera corrido muchos kilómetros.

  —Skylar, cielo, vinimos en cuanto nos avisaron—se acerca a mí, pero mira a Parris—, muchas gracias por cuidarla.

Pone una mano sobre mi frente y luego toma mis brazos para inspeccionarlos, cuando no encuentra nada sus ojos regresan a mi rostro.

  —Tranquila, Chelle—Woodrow sonríe levemente—, está bien, quizá un poco agitada, pero no lastimada.

  —¿Qué sucedió?—la señora Marci regresa su mirada a Parris—, el eclipse la debilita, pero no la hace desvanecerse de la nada.

  —Creemos que alguien se metió a mi cabeza—Parris enarca una ceja en mi dirección cuando los Marci me miran, quizá está preguntándose por qué acabo de incluirme en el descubrimiento de algo que hasta hace dos minutos no sabía que se podía—, no recuerdo muy bien lo que ví mientras estaba inconsciente.

Chelle me mira un segundo y luego sonríe cómplice.

Sabe que estoy mintiendo, pero tiene la gentileza de no comentarlo en voz alta.

  —Ahora mismo podría ser cualquiera en el campus, basta solo con que te vean en el pasillo para que puedan hacer ese tipo de hechizos sobre ti—Woodrow lo piensa—, voy a asignar a alguien para que lo investigue.

  —Ahora que están aquí con Skylar, volveré a mi dormitorio—Parris me da una última mirada—, espero que te mejores—dice antes de salir de la habitación.

  —Woodrow, ¿por qué no traes el regalo de Skylar?, ya debe haber llegado a la recepción—el señor Marci le hace caso y nos deja a solas—, así que no recuerdas nada, eh.

Me da una mirada bastante significativa haciendo que mis mejillas vuelvan a encenderse y mi mirada se desvíe hacia la mesa de noche.

  —Puede que lo recuerde—me remuevo incómoda—, estoy algo aturdida al respecto.

  —Lo viste a él, ¿verdad?—no respondo—, Parris es muy guapo, nadie te culparía si así fuera.

  —Él... no está mal, supongo—ella se ríe y permito que las comisuras de mis labios se eleven—, parece ser alguien muy complicado y no estoy segura de que Parris sea del tipo que busca una relación, en realidad, ni yo misma estoy segura de querer entrar a una.

  —Los Eiran son personas complicadas—Chelle toma un mechón de mi cabello y lo acaricia suavemente—, eso no implica que sean completamente insensibles, ni tú tampoco.

  —Ya lo sé, pero, incluso aunque tuviera la intención de tener algo con Parris, no creo que él se fije en mi de cualquier forma.

  —Creo que deberías reconsiderarlo, Skylar—me mira a los ojos—, si no le interesaras ni un poco, no habría cuidado de ti las dos horas que permaneciste inconsiente.

Woodrow aparece con una jaula en la mano.

Dentro hay un pequeño pájaro cuyas plumas son una mezcla entre dorado y escarlata. Sus ojos son completamente negros, parece desconcertado debido al leve balanceo del enrejado metálico.

  —Es un fénix—explica el señor Marci—, supimos que tenías problemas con la mensajería y creímos que podríamos matar dos pájaros de un tiro—la pequeña ave hace un ruido aparentemente ofendida por sus palabras—, no literalmente, por supuesto.

  —Cuando quieras contactarnos, solo debes darle la carta y él nos la hará llegar—Chelle le quita la jaula de la mano y la abre—, también pensamos que te haría una buena compañía, los fénix son fieles a sus dueños hasta su último suspiro.

El pequeño sale y vuela hasta mi pecho. Su cabeza se inclina levemente con curiosidad. Se acerca con pequeños saltos hasta mi rostro, como decidiendo si soy digna de confianza o no.



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En el texto hay: elementos, academia, thantia

Editado: 11.10.2019

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