Espalda Recta y Mirada al Frente
Una noche, en la nueva casa, mi padre cocinó camarones, mis favoritos, luego otra noche los hizo mi mamá, meses después ambos cocinaron los mismos mariscos por días y días, hasta que una madrugada me di cuenta que no podía respirar, empecé a llorar por que los ojos me ardían y mi boca se hinchó tanto que casi no podía hablar, toda mi piel estaba roja y no podía mover los dedos, hice una clara alergia a los camarones ¿Sobre dosis? Ja, podría llamarlo así, luego me causo risa.
En todo ese proceso de llanto y dolor mi padre siempre estuvo conmigo, pensé que no era real y recordé las veces que, enferma, me cuidaba cuando mi madre no estaba, le pregunté a Dios si era justo que una persona cambiara de esa forma haciéndome odiarlo y amarlo al mismo tiempo, me pregunté si realmente merecía estar tan confundida aun cuando era tan joven y si podría volver a confiar en él. La respuesta de Dios fue “No”
Gracias al nuevo trabajo de mi padre siempre nos regalaba cosas con su aumento de sueldo, el trabajo le proporcionó una camioneta y mi madre tenía una yipeta (no sé cómo lo dirán en tu país) roja, ambos se despertaban muy temprano y no los veíamos, mi hermano y yo nos quedábamos con una mujer que limpiaba y nos arreglaba para el colegio ¿Sabes que más hacia? Me golpeaba.
Cuando mi madre se dio cuenta de esto la echo y mi padre quiso matarla, en ese momento dije “Ah, la violencia si arregla las cosas, esa mujer me hacía daño, ellos le gritaron y ella se fue para nunca volver” para alguien como yo, con sobre peso he introvertida, encontrar un modo de defensa como el gritarle a la gente para que me dejara, sonaba razonable.
Aunque cuando me molestaban gritaba, me lastimaban más, es decir, que no funciono ¿De qué se trataba eso? Le pregunté a mi padre “¿Por qué debo aguantar que me molesten?” y él respondió “porque eres muy débil” mi corazón se rompió en ese instante ¿Qué debía hacer para ser fuerte?
Un día la maestra llamó a mi madre, pero ella estaba ocupada, mi padre tuvo que ir ¿Qué hice? Bueno, me volví sínica y sarcástica, era mi forma de defensa y funcionaba. Yo me metía con los profesores y los alumnos no se metían conmigo, fue una mala idea, pero solo quería vivir tranquila y prefería quemar el curso a que me molestaran o agredieran.
Sabía que al llegar a casa mi padre mi gritaría, sabía que mi madre se enojaría y que si mi hermano se enteraba podría copiar mi mal comportamiento y eso me aterraba, aun así, mientras caminábamos hacia la camioneta mi padre dijo “Espalda recta y mirada al frente, no importa si quieres llorar tienes que ser fuerte” mis lagrimas salían involuntariamente, pero después de ese día no volví a caminar mirando hacia el piso.
Cuando el odio que tenía por mi padre se convirtió en aprecio, él lo arruinó todo. Mi hermano había reprobado el curso y mi padre lo golpeo una y otra vez, mi hermano gritaba tan fuerte que entré en pánico, al entrar al cuarto de mis padres vi que mi hermano estaba arrodillado ante mi padre llorando mientras el hombre sostenía su cinturón de cuero cual si fuera un rifle. Con el corazón en las manos me arrodillé frente a mi padre y entre lágrimas y pizcas de valor dije “Si quieres golpearlo a él, tendrás que pegarme a mi también”, enojado tiro el cinturón al suelo y grito “¡Lo criaras tú!” y se fue de la habitación, juró que pensé que me mataría.
Noches después dormíamos con nuestra madre y escuchamos un grito en la sala, mi madre bajo a ver y al volver nos encerró con seguro en su habitación, se escuchaban platos al romperse, botellas y vasos, algunos muebles y claro, lo que no podían faltar en los ataques de rabia de aquel hombre, disparos.
Mi padre había roto todo.
¿Porque estaba así? Aquí van las aclaraciones. Resulta que el segundo hijo bastardo de mi padre había nacido ese día, si, segundo, porque ya tenía otra que tenía cinco años que nació en los días de la boda de mis padres, porque mi padre se casó con mi mamá no porque la quisiera o porque mi abuelo lo quiso así, se casó con ella porque debía asegurar su futuro con una doctora aun cuando la estaba engañando.
Tan sínico fue, que el vestido de la boda se lo llevo a su amante para que lo lavara y planchara. Al parecer el nacimiento de su hijo no le pareció una bendición y por eso NOSOTROS los que en ese momento no sabíamos nada, debíamos sufrir sus ataques de rabia y claro, el sonido de sus balazos.
¿Cómo puede alguien ser tan hijo de…? (Me entiendes)
Con la fuerza que había adquirido de los sufrimientos, tome el miedo y lo guarde, para así al día siguiente hablar con mi padre.