The Court Of Stars

1

Una vez más Stuart se recargo contra la barandilla de la azotea, haya arriba hacia tal viento que la falda de Tamara se levantaba y dejaba al descubierto sus muslos. Annia estornudo, no hacia frío gracias al cielo o no habría podido salir ni de chiste.

 

—Creo que si nos vamos ahora llegaremos justo sobre la hora al taller—. Dijo Stuart

—Relajate un poco, seguro los vestidos serán hermosos y tu traje de prostituta barata también

—Por ese carácter de mierda es que no tienes novia

—Por ese estrés que cargas es que no duras con nadie.
 

Annia rodó los ojos y corto la conversación entre sus dos amigos con un simple ademán de manos.

—Tenemos está conversación siempre, ya les dije: Tamara, Stuart no quiere tener novia; Stuart, no te burles de Tamara solo por qué no puede mantener a sus novios.

Ambos adolescentes la miraron con ligera irritación por no darle la razón a ninguno. La irritación cambio por preocupación al ver el pálido semblante de la chica.
 


 

—¿Te sientes bien?— Tamara se acercó y le puso la mano en el hombro con extrema delicadeza—. Podemos atrasar la fecha e ir mañana
 


 

—Me siento bien, solo que ya están por tocarme las pastillas. Además, la fiesta es pasado mañana, no podemos retrasarlo más.
 


 

Su rubio amigo le puso una mano en el hombro mientras que Tamara le sonreía delicadamente. Annia suspiro con un ligero tinte de tristeza.
 


 

La osteogenia imperfecta era un trastorno hereditario, los huesos eran como la más fina porcelana o el cristal ligero de un candelabro. Tal enfermedad afectaba las producciones de colágeno en el cuerpo.
 


 

Annia no sabía de quién lo había heredado, pero esperaba que estuviera en el maldito infierno. 
 


 

Entre los tres amigos salieron del edificio donde el padre de Tamara estaba trabajando y se supone que los llevaría más tarde a comer. Podrían volver más tarde.
 


 

...
 


 

El tráfico avanzaba lento y tortuoso por la avenida principal. La pelinegra golpeaba los pies contra en tablero del auto, el sol brillaba sobre sus cabezas mientras la música fluía hacia ellos.
 


 

—Papi contrato un servicio de decoración nuevo, el último no le gustó cómo decoro el salón.
 


 

Tamara se estiraba en el asiento trasero con sus enormes gafas de sol oscuras y Stuart movia la cabeza al ritmo de la música.
 


 

—¡Ay, atarantado, apaga tu celular que me estresa!—. Chillo Tamara, dándole de manotazos a Stuart para que apagará su móvil
 


 

—No paran de marcarte Stuart, dame eso
 


 

—¡Ey no!
 


 

Annia presiono sobre WhatsApp, abriendo inmediatamente la conversación en qué había estado Stuart. Le había mandado al menos diez audios, así que ella reprodujo el primero.
 


 

La música fue interrumpida, sonando la voz de un chico. Una voz ronca, de alguien mayor y que sonaba apresurada al decir todo, como si corriera o algo.
 


 

—Stuart, bebé, se que estás ocupado pero no sabes. ¡Me dieron el trabajo, mi amor, está noche debemos salir a celebrar, me acaban de dar un salario genial y...!
 


 

Stuart le arrebató el teléfono y lo apagó sin decir nada.
 


Tamara se inclino sobre su hombro y observó el rostro colorado de Stuart.

—¿Eres gay?

El rubio no respondió la pregunta.

—¿No nos dijiste?—. Preguntó Annia, aún con un ligero shock

—¿Quién mierda era ese?

—¿Cómo es?

—¿Dónde lo conociste?

—¿Es guapo?

Stuart apretó el volante, sus nudillos se ponían blancos de la fuerza que hacían.

Annia apreto los labios, de pronto se sintió mareada y de malas. Gruñona como nunca se había sentido. Tamara, Stuart y ella se conocían desde los seis años, ¿Cómo podía evitar contarles algo tan importante? Habían sido mejores amigos desde siempre.

Tamara lo noto y se sacó los lentes de forma brusca.

—No nos digas si quieres, es tu problema.

Él chico se encogió de hombros restándole importancia.

—Se llama Kile Beekett— Dijo por fin, aún sin verlas y sin dejar de conducir—. Tiene veintitrés

—¡Ya es legal!—. Chillo Tamara con total gusto por saber el chisme

—Cierra la boca, tonta— El chico estiro el brazo hacia atrás y le jalo el cabello ligeramente a la chica castaña—. Lo conocí en el despacho de papá, estaba en una entrevista de trabajo

—Oh, es un abogado como en Law &Order, entonces tiene estilo. ¿Es sexy?—. Interrumpió Annia

—Cierren la boca— El rubio le jalo un mechón a ella—. Quién cuenta la historia soy yo.

Avanzaron un par de metros y al fin el auto salió del tráfico asfixiante, unas cuantas manzanas más y podrían llegar al taller.

—No le dieron el trabajo, pero consiguió mi número

—Bien ahí.

Annia le apretó la mejilla a su amigo y se inclino para recargar su cabeza en el hombro del chico.

—¿Desde hace cuánto sales con muchachos?

El se pasó la mano por el cuello con ligera incomodidad.

—Kile es el primero.

Ninguna de las dos chicas quería ser imprudente con las preguntas, pero Stuart jamás había manifestado atracción por chicos. O al menos ellas jamás se habían fijado en eso.

Stuart entro al complejo de estacionamiento en el edificio del taller. Los vestidos mandados a hacer eran muy especiales y llevaban meses en confección.

Bajaron juntos del descapotable y entraron a un corredor que los llevaría hasta un elevador.

—¡Ven aquí!

Su amiga se engancho a su brazo con delicadeza, procurando como siempre no lastimarla y jalo de ella hasta estar cerca del espejo en el elevador.

Stuart se acercó por detrás a ambas y saco su celular.



#28299 en Novela romántica
#13301 en Fantasía

En el texto hay: comedia, romance, aventura

Editado: 25.01.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.