Pueblo de Neis, Minnesota. 1985
Eran las 10:06 de la noche cuando una persecución se llevaba acabo.
— Aquí el oficial Johnson. Necesitamos refuerzos. Persecución en progreso en la calle 11 rumbo al noreste — Decía por radio.
Varias patrullas se unieron a la persecución hasta que lograron rodear al fugitivo cerca de un depósito de autos chatarra. Las patrullas se detuvieron y los policías bajaban lentamente.
— Baje del auto con las manos en alto — Dijo un oficial por megáfono.
Todo seguía en silencio mientras que los oficiales se ponían en posición por si se llegaba a dar un enfrentamiento.
— No lo volveré a repetir. Baje del auto con las manos arriba — Volvió a repetir el oficial.
Había oficiales apuntando desde zonas estratégicas, pero no podían ver quién era el conductor de ese automóvil ya que los vidrios estaba totalmente oscuros.
De la nada otro sonido los puso alertas y antes de que pudieran hacer algo; un helicóptero sobre voló la zona y varias camionetas negras aparecieron de la nada posándose frente a los policías y así quitarles la visibilidad del objetivo.
De las camionetas bajaron personas con armas tipo militar y se colocaron en posición como lo hicieron con anterioridad los oficiales de policía.
— ¿Quién mierda son ustedes? — Cuestionó algo furioso el jefe de la policía.
— Nadie importante — Respondió el que parecía ser el jefe de aquellos sujetos armados.
— Este caso es de la policía de esta ciudad — Dijo el jefe de policía como replica.
— Era de la policía de esta ciudad, ahora es nuestro así que de la manera más respetuoso retirese — Respondió aquel hombre.
— Y.. si no — Contestó retador el jefe de policía.
— Tendré que exterminarlos a todos. A ti y tus hombres — Respondió con frialdad el hombre.
El jefe de policía miro con rabia a aquel hombre que vestía un traje fino de color negro, pero al final cedió. Miro a sus oficiales y con la mirada ordenó retirarse, pero antes de que subieran a sus unidades la puerta del conductor de aquel auto salió volando.
— ¡Señor! — Grito uno de los hombres misteriosos.
— ¡Carajo! — Exclamó el hombre — Todos a sus posiciones — Ordenó.
Del auto descendió una chica de 19 años que los miro fijamente con una sonrisa de una persona llena de locura.
— Por fin nos encontramos Lexa — Dijo el hombre mientras reía.
— No sé porque te sientes tan orgulloso si pasaron más de 300 años y nunca pudieron atraparme. ¿Qué te hace pensar que ahora si lo harán? — Contestó la chica.
— Porque... no soy como mi padre. Capturenla — Respondió.
— En eso tienes razón, por lo menos tu padre trataría de enfrentarse cara a cara contra mi — Dijo con burla.
Todos los hombres armados empezaron a disparar, pero ninguna bala lograba hacer daño en aquella chica. Al contrario, las balas impactaban en el auto detrás de ella haciendo que explotara.
— ¡Uy! Me deben un auto y de los buenos — Dijo la chica.
— ¡Vamos! A caben con ella. El consejo la quiere viva o muerta — Ordenaba el hombre.
Los ojos de la chica cambiaron de color a un rojo oscuro cual si fuera sangre. Empezó a caminar y las balas que impactaban en su cuerpo rebotaban como si tuviera un escudó o cristal blindando.
— ¿Terminaron? — Cuestionó con algo de cinismo.
Los hombres seguían disparando, pero ninguno daba en el blanco. Ella siguió caminando hasta posarse a unos cuantos metros cerca de ellos.
— ¿Entonces quién quiere ser el primero? — Pregunto mientras los miraba uno por uno — No hay voluntarios. Bien — Sonriente.
— Eres una maldita. Regresaras al infierno — Gritaba el hombre.
— Eso es lo que tú crees — Dijo entre risas.
— No quiero que den un paso atrás — Ordenó el hombre.
— Es una pena. Tan lindos que son — Respondió la chica.
La chica siguió caminando y de pronto la cabeza de dos de aquellos hombres explotó haciendo que su sangre cayera sobre el rostro de esa chica llamada Lexa.
— Que raro sabor tienen los “creyentes”. Es un sabor agrio, pero a la vez agradable — Murmuró.
Siguió avanzando mientras que aquellos hombres armados caían inertes sobre el suelo de concreto.
— ¡Maldita hija de pu...! — Exclamó nervioso.
Lexa camino sonriente pisando los cuerpos de quienes querían atraparla dejando solamente a ella y a aquel hombre. Ambos se miraron fijamente y un silencio se hizo notorio por unos segundos hasta que la tensión se rompió.
— Dile hola a tu padre de mi parte — Dijo sonriendo.
Distrito Senkawa, Toshima Tokio. 2017
— ¡Emely! ¡Llegarás tarde a tu primer día de clases! — Gritaba una voz femenina de avanzada edad.
Los rayos de sol rebotaron en la cara de la pequeña durmiente que despertó repentinamente con el ceño fruncido odiando aquella estrella que ilumina toda la ciudad. Miro la hora en su teléfono y abrió los ojos más de lo normal.
— ¡Llegaré tarde! — Grito fuertemente.
Tiro el celular a un lado e intento saltar de la cama, pero nunca se percató que sus pies se encontraban encerrados entre las sábanas y cayó pesadamente al frío piso.
— ¡Demonios! — Exclamó con enojó.
Se levantó como pudo y fue directo al baño. En el camino fue dejando un rastro con la ropa que se estaba quitando, abrió la puerta y entro a la regadera.
Mientras tenía jabón en el rostro su mente la coloco en u. lugar misterioso, ya no estaba en su baño.
Mientras caminaba desconcertada llegó hasta una gran ventana, se acercó a ella y pudo observar que afuera del lugar donde se encontraba había una guerra; podía ver cuerpos y cuerpos de guerreros ya muertos y mucha sangre. Siguió caminando y con forme más avanzaba se daba cuenta que se encontraba en un castillo. De pronto un ruido se escuchó tras ella y lo único que hizo fue cerrar los ojos por el miedo; cuando los abrió el agua ya tibia caía sobre ella, se encontraba de nuevo en su baño.
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Editado: 25.06.2020