Capítulo Cuarenta y Dos
Cuatro años después
17 de Enero de 1725
Noah Garcia
- Muy bien señores, está decidido entonces. Lo anunciaremos esta noche durante La Fiesta de Las Dinastías- dije y los cinco líderes de Las Dinastías aplaudieron y se levantaron.
- Creo que es la mejor decisión que hemos podido tomar en meses- comenta León y todos reimos, Santiago estira los brazos.
- Creo que es hora de que finalmente tomemos un descanso- comenta y asentí.
- Han sido veinticinco años muy duros- comenté- Pero es hora de dejar Las Dinastías en nuevas manos más jóvenes e innovadoras- me dieron una sonrisa- Estoy segura que quienes decidamos como nuevos líderes seran excepcionales y van a desempeñar un excelente papel- termine y salimos de mi oficina.
- Vaya, parece ayer que nos nombraron General y Sub-General de La Academia- me dice Santiago cuando nos alejamos de los otros tres hombres.
- Si, tienes razón: no puedo creer que hemos llevado estas medallas por veinticinco años. Pero sin duda hemos hecho muchas cosas que van a cambiar al mundo- le dije mientras entrábamos a la habitación, me acerqué a mi tocador y agarré un cepillo. Santigo se quedó en el rincón de la ventana hasta que me senté a su lado.
- ¿Bromeas? Tú eres quien lo ha hecho todo, solo mirate- dice y doy una pequeña sonrisa, tan pequeña que desaparece tan rápido como llego- Eres un ejemplo a seguir y no solo para nuestros soldados sino para todas las personas del mundo, eres la inspiración de esas niñas que hoy están donde tú estuviste hace años- suspiré.
- Tienes razón Santiago, sin duda creo que por un muy buen tiempo nadie va a olvidarme- dije y lo miré- Después de todo: no todos los días ves a una mujer recibir un título tan importante como lo es el título de General y menos que le asignen el poder militar del mundo.
- Exacto, tú has hecho cosas que nadie había si quiera pensado en que iban a ocurrir. Si a mi me hubieran dicho hace años que mi padre iba a escoger a aquella chica que peleo en la prueba como su heredera: me hubiera reido- dice y soltamos una carcajada- Pero ahora puedo decir que mi padre tomó la mejor decisión, no creo que yo hubiera mantenido La Academia solo- le acaricié la mejilla, toma mi mano y le da un beso.
- Aún no estoy segura, tu padre era un hombre con gran poder y aceptación: no creo que llegue a estar jamás a su nivel- dije mientras sostenia mi mano- Además, no debes quitarte créditos pues tu trabajo como Sub-General ha sido impresionante y eso que entraste con apenas dos semanas de entrenamientos: también siéntete orgulloso de lo que eres ahora- Santiago me regala una sonrisa.
- Tal vez no es lo que yo imaginaba para mi vida pero debo admitir que es la mejor que me pudo tocar- dice con su sonrisa- Si que hemos hecho mucho durante nuestros veinticinco años de liderazgo tanto en La Academia como en Las Dinastías: somos un buen equipo- chocamos las manos, yo también tenía una sonrisa.
- Tú y yo Sub-General Santiago, fuimos el mejor euipo de General y Sub-General que ha habido en estas últimas décadas- dije y otcaron la puerta- Adelante.
La puerta se abrió y Judith entró con una reverencia tanto para mi como para Santiago. La dulce chica que había conocido ahora ya rondaba los cuarenta años y sigue siendo leal a mi y a mis hijos. Nicholas ha dicho que no va a permitir que nadie se deshaga de su nana así que puedo poner las manos en el fuego a que Judith tiene trabajo para el resto de su vida.
- General, Sub-General: sus trajes para la fiesta de esta noche han llegado. Yo misma me encargue de que fueran tal y como los deseaban- hace que ingresen los trajes.
- Muchas gracias Judith, ¿los atuendos de nuestros hijos están listos?- pregunté y ella asintió.
- Si mi General, los atuendos de Nicholas, Enrique y Eleanor ya han sido entregados- informa.
- Excelente trabajo Judith, diles que deben estar listos y en la entrada principal del La Academia a las siete y media- le dice Santiago y ella se reverencia.
- Como sean sus órdenes Sub-General, General- dice y sale de la habitación.
- Sin duda esa chica tuvo suerte de entrar aquí- comenté- Si no me equivoco, trabaja desde hace unos veinte años ¿No?- Santiago asiente.
- Si, en realidad justo hoy se cumplen veinte años desde que trabaja con nosotros. Sin duda una chica trabajadora e impresionante- contesta.
- Y por sobretodo: es un mujer muy leal, nunca nos ha traicionado y espero que no piense hacerlo ahora- comento mientras empiezo a desenredar mi cabello. A veces estas ondas naturales pueden ser muy problemáticas y más si no las llevaba recogidas.
- Lo dudo, sabe que es importante mas no indispensable, creo que es conciente de que no puede traicionarnos si quiere mantener su cabeza pegada al cuerpo- dice Santiago.
- Tienes razón- digo y me levanto- Me encantaría seguir hablando sobre lealtad pero ya son las tres de la tarde y si quiero estar a tiempo para el baile: debo comenzar a prepararme de inmediato- digo y él suelta una carcajada mientras se levanta.
- ¿De verdad crees qué no vas a estar lista en cuatro horas y media?- pregunta con cierto sarcasmo en la voz y le doy un codazo.
- Oye, podré ser la General que todo el mundo teme, la que ha logrado deshacerse de sus enemigos sin piedad ni remordimiento pero sigo siendo una mujer: y una mujer tarda para estar lista- dije y me da un beso en la sien.
- Como usted diga, General García- comenta en broma y entre risas lo saco de la habitación para comenzar a prepararme, él podía arreglarse en su otra habitación.
- Búrlate todo lo que quieras Santiago, pero hazlo afuera que pierdo más tiempo- se despide y el resto de mis damas entran.
- A su servicio, General- dicen las siete al unísono y sonreí por dentro: realmente me encantaba ese saludo o ese recibimiento. Pensaba en eso mientras me quitaba la capa y la chaqueta, le entregué ambas cosas a una de ellas y me troné los dedos.