Cierro los ojos e intento relajar mis músculos lo más que puedo. Estiro los brazos, toco la punta de mis pies y recuesto la frente contra mis rodillas; suspiro. Me incorporo, cuento hasta diez y vuelvo a repetir el ejercicio.
—Te pido, por favor, que me acompañes. No te he pedido nada esta semana—. Ruega y lo imagino haciéndome un puchero.
—Jake, el hecho de que me pidas cosas diferentes cada semana no significa que deba hacerlas todas y de hecho...
—Perfecto. Te envío entonces los pases por correo y te paso a buscar a las siete y treinta—. Contesta interrumpiéndome y colocándose sobre sus pies de nuevo. Ruedo los ojos.
— ¿Al menos podrías dejarme llegar por mis propios medios, no crees? — digo poniéndome en pie yo también.
—No, porque podrías escaparte —. Sonríe mirándome a los ojos —. Buen intento, Katherine.
Mucho gusto, permíteme presentarme. Me llamo Katherine y tengo a un idiota por mejor amigo.
Alguien se aclara la garganta al fondo de la sala y toda la clase me mira expectante.
—Lo siento —. Digo sonriendo a modo de disculpa. —Por muy guapo que sea—. hago un gesto hacia Jake.— A veces es un idiota.
Y permíteme presentarte Jake, el idiota moreno, musculoso y atlético de metro ochenta y ocho, ojos marrón chocolate, pestañas de envidia y una sonrisa a la que es imposible quitarle méritos... que también se hace llamar mi mejor amigo y una de las personas mas importantes en mi vida.
¿Significa eso que no es un dolor en el trasero cuando se lo propone?
No, para nada.
Se oyen unas risitas de parte de todas las chicas y él me dedica una mala mirada. Me encojo de hombros y veo mi reloj.
— Bien, chicas. Creo que eso es todo por hoy. Nos vemos el jueves —. Sonrío y ellas me devuelven el gesto. Comienzan a recoger sus cosas y a salir de la habitación; yo busco mi bolsa y recojo la esterilla para guardarla en mi cubículo mientras Jake me sigue. Tomo mi botella de agua y le doy un sorbo.
— ¿Cuántas veces voy a tener que decirte que interrumpes las clases? —. Le pregunto y él rueda los ojos.
— ¿Cuántas veces voy a tener que decirte que no interrumpo nada? —. Me contesta — Por cosas como ésta es que creo que necesitas ir a esa fiesta. Necesitas divertirte un poco para relajarte; el yoga no te está ayudando.
— No, no me ayuda, y sabes por qué? Porque estas tú aquí sacándome de quicio —. Le vacío lo que queda del agua en la cabeza y él me pone la cara de ofendido más falsa de la historia. Se empieza a quitar la camiseta sudada y a mirarme con la advertencia plasmada en los ojos — Oye, ¿qué se supone que estas haciendo?
Me contesta pasándomela por la cabeza y restregándome su sudor en toda la cara. Cuando logro desenredarla y mirarlo tiene una sonrisa burlona en la cara y empieza a hacerme cosquillas.
—¡Para! —.Grito, mi enojo siendo ahogado por mis risas y las de Jake.— ¡Jacob, suficiente!
Pero él sigue riéndose mientras yo me retuerzo entre sus brazos. En ese momento la puerta del salón se abre y entra Johnny, el administrador, mirándome con la ceja enarcada y una sonrisa burlona en la cara.
Si, ya se, te dije que no pasaba nada entre él y yo pero aquí estoy haciendo todo lo contrario. No me lo recuerdes.
Al final las cosquillas se detienen y mis pulmones piden oxigeno a gritos. Respiro agitadamente y cuando tengo fuerza de nuevo golpeo con ganas el hombro de Jake. Hace una mueca y sonrío con satisfacción.
— Solo quería recordarte que mañana tienes el día libre —. Johnny sonríe.— Vamos a hacer mantenimiento al lugar.
Y así, querido Johnny, me has quitado la excusa perfecta para negarme a ir a la fiesta
— Gracias —. Contesta Jake por mí. Johnny me mira de nuevo y luego sale por la puerta en silencio.
— Jake Campbell —. Él me mira con la burla en la cara.— Añade tres malteadas y una nueva esterilla a la lista de cosas que me debes por hacer cosas en contra de mi voluntad.
—Lo sé —. Suspiro.
Adiós maratón de viernes en netflix, te amé mientras podía pero ahora tendremos que separarnos hasta la próxima semana.
—Kate, por un día que dejes descansar a tu portátil y no lo satures con netflix no va a pasar nada—. Dice leyéndome el pensamiento.
— No te metas con mi netflix, o voy a pagar personalmente tu viaje antcipado al hospital.
— No era más fácil decir que vas a...
— Shhh. Solo cállate.
~•~
Cuando estoy terminando de maquillarme suena el timbre del apartamento y estoy segura de que es Jake. Valga decir que si toca el timbre solo es para avisar que llegó; dice que así es más "civilizado" pero de todas maneras irrumpe en el apartamento con una copia que le sacó a mis llaves una vez. Me doy la vuelta y miro a Jessica, mi mejor amiga, que me devuelve la mirada desde la cama.
—¿Que tal me veo? —. Pregunto y ella sonríe satisfecha.
Jess es mi complemento para el cliché duo dinámico de la rubia y la morena. Tiene mi estatura y, físicamente hablando, es todo lo que tenemos en común. Contrario a mí, es súper delgada, su piel es muy blanca, su cabello es rubio y corto al nivel de los hombros; tiene unos ojos color miel bellísimos y facciones delicadas. Siempre le he dicho que parece una muñequita, pero detesta que lo haga.
—Pues, teniendo en cuenta que me hiciste caso, vas a dejar a Jake tan loco por ti como tú estas por él—. Dice riéndose.
—Cállate —. Le reprocho. El aludido se asoma por la puerta.
— ¿Yo qué?
— Nada —. Fulmino a Jessica quien se encoje de hombros y luego lo miro a él. — ¿Nos vamos?
— Claro. Bonita ropa —. Dice pegándome un repaso de pies a cabeza, y silvándo con chulería. Sonrío y me ruborizo esperando que no se de cuenta.— Te ves genial.
— Gracias —. Camino fuera del cuarto para seguirlo y miro a Jessica por encima de mi hombro mientras tomo mi bolso de la mesita junto a la puerta.— No enloquezcas ni metas chicos a la casa, ¿quieres?