The Meddler

Capitulo 2 : Cianuro y Vino

  

The Meddler (El entrometido)

Capítulo 2

Cianuro y Vino

Debes de tomarlas con la regularidad que te las mando, no más de 3 mg ¡NUNCA! , y alimentarte un poco más, luces deshidratada casi siempre…. (Hubo silencio)

Y mantuvo su vista fijamente en mí. El Dr. Alejandro Molina, psiquiatra del hospital Virgen María.

- te vas a quedar en coma, ni vas a morir, mírame Mara, no morirás, estarás como un vegetal nada más. Volvió a repetir.

-Me entregó las recetas y firmó mi alta, Cuídate Mara, no hagas más cosas tontas, y se despidió con una sonrisa.

Si Doctor lindo, le dije, nada de estupideces.

Y me fui de la sala de locos.

Mientras caminaba por los pasillos de aquel hospital, en el área de maternidad veía como las mujeres, muchas jóvenes sostenían en sus brazos a sus recién nacidos, lucían felices, llenas de vida, pero allá a lo lejos, un paciente entre sabanas, era llevado rumbo a la morgue.

“Como es la vida” pensé, y en ese instante tu recuerdo se vino a mi alma, y el dolor a mis ojos.

-Suelta mi mano, entiende que debo irme, ¡no vuelvas con lo mismo, ya entiende! Eso fue lo último que me dijiste.

El, Eduardo era un amigo sexual con el que coincidíamos entre 2 o 3 veces al mes durante los últimos dos años.

Error monumental, enamorarme de él, el típico infiel con la novia básicamente atractiva y la amiga sexosa que le cumplía sus fantasías.

Sin embargo, él te amo nunca salió de su boca pero sí de la mía. Aquella desesperación de volver a sus brazos, de caer en los besos de aquellos dulces labios, las ganas de amarlo me seguían y me provocaban una angustia ilógica.

-Necesito un taxi, dije mientras el calor de aquella mañana me sofocaba y me daba ansiedad, eso me trajo nuevamente a la realidad y me hizo borrarlo por un momento, entonces me percate que no andaba dinero, y estaba entre la opción de prestarle a mi casera o llegar a la casa de él, y recibir una reacción inesperada.

¡Será Doña Trinidad! No puedo arriesgarme a otro agravio, además luzco como una psicópata adicta a las benzodiacepinas. Así es.

Soy adicta a los fármacos.

En la radio, sonaba una canción que el taxista tarareaba, decía algo así como

“cuando estas en mis brazos, quiero amarrarte a mí, y no entiendo cómo puedes estar, estar sin mi… yo quiero estar contigo… ”

¡Demonios! ¿Cómo es posible que el universo confabule y me recuerde cuan miserable me siento hoy hasta en una canción?

 

10: 35 am

Mi habitación,

Las niñas están en la escuela, Estela, la más pequeña, ya va al materno, antes aprovechaba este tiempo para realizar más rápido los quehaceres, ahora no.

Hoy, estoy dándole sorbos a una copa de vino, vino tinto, rojo quemado, como mi sangre que hierve.

El olor a vino, me trajo aires de muerte.

Desde la visita frustrada a la Dra., Clinch, las cosas entre Stan y yo han estado bien tensas, la mujer esa con la que tenía o tiene la aventura, llama constantemente por teléfono y ha tenido el descaro de escribirme a mí.

Si tan solo fuera un poco más valiente, me iría a arrastrarla del pelo y le enterraría una navaja en su vientre para sacarle a ese bastardo que tiene.

¡Oh Señor, perdona! ¿Qué me está pasando?

Sera que tantas veces lo que he amado lo he perdido, y hoy ya no queda mucho por esperar.

Me quede unos minutos viendo hacia la ventana, viendo nada.

Y recordé.

Me marco un episodio de mi vida, cuando tenía 12 años me enamore profundamente de un muchacho que tenía 23, Fabián, era un tipo de estatura alta, labios gruesos, y ojos claros, el hacia sus prácticas como maestro en la secundaria donde yo estudiaba, aunque físicamente era muy atractivo, él era tímido, y en ocasiones retraído social.

Pasaron varios meses para qué ambos estableciéramos una conversación, pero, cuando sus ojos se clavaron con los míos, fuimos el amor desenfrenado de cada uno. Él fue mi primera experiencia sexual, mi loca ilusión, sin embargo.

---------------Suena un celular-------------------

¡Oh!

¿Qué motivos harán que mi hermano mayor me esté llamando?

No entiendo porque esta sensación como de que todo pasa en un segundo plano me está persiguiendo, lo oigo hablar y lo único que resumo es que vendrá a casa a dejarme algo. ¿Qué? No lo recuerdo.

Este sorbo sabe a él, a pasión, a Fabián, fue el amor más emocionante de mi vida, y tal vez hoy fuese mi esposo, si quizás, si tan solo no se hubiese suicidado.

 

La puerta de un auto se cierra

¡Doña Trinita! ¡Doña Trinidad! Soy Alice, présteme algo de dinero por favor para el taxi.

-La ancianita de mirada tierna, abrió el portón y me extendió un billete; mientras me preguntaba cómo era posible que me dieran de alta.



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En el texto hay: trastornos mentales, drama, amor

Editado: 27.01.2019

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