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Prólogo
Mal Presentimiento
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Era una soleada tarde en California, para muchos, era un día perfecto, en cambio para Alissa no tanto, sólo deseaba llegar al final de este.
El sonido del timbre anunciando la culminación de clases, por el día llegó a sus tímpanos, la joven castaña se dedicó a guardar sus cuadernos y libros en su mochila roja, la cual, colgó en sus hombros para irse al estacionamiento del Instituto.
—Adiós, rarita—el comentario de Lauren, se escuchó a su espalda, junto a miles de susurros por parte del grupo hipócrita de ella.
Todo por el simple hecho, que Alissa nunca estaba con alguien que no fuera su mellizo y eso contadas veces, debido a que, Justin era todo lo opuesto a ella. No sólo en el físico sino en lo extrovertido, siempre se lo pasaba rodeado de chicas y amigos.
En cambio, ella tenía sus motivos por el cual estar siempre sola, y uno, era que no soportaba la energía tan sofocante e intensa de ese lugar y menos la de los estudiantes que eran tigres disfrazados de corderos.
Camino hasta llegar al frente de la camioneta verde de su madre, la cual, se la había prestó mientras está en sus viajes de trabajo fuera de la ciudad. Con su mano empezó a buscar en el interior del bolsillo de su pantalón oscuro las llaves de su automóvil.
Una sonrisa se asomó en sus labios al sentir la textura del llavero que la sujetaba, la tomó entre su mano para sacarla e introducirla en la puerta, y sin perder tiempo subirse en el asiento.
—Bueno, supongo que este día no puede ser peor...— murmuró, sintiendo una pequeña puntada en su abdomen, que le genera una sensación desagradable en la boca del estómago.
Un mal presentimiento.
Eso era lo que había sentido desde que puso los pies fuera de su cama esa mañana, sólo esperaba que fueran ideas suyas.
Con aquellos pensamientos negativos en su mente, sacudió la cabeza tratando de alejar la tormenta interna que estaba a punto de explotar, y de esta manera, poner en marcha el vehículo en dirección a la casa de su abuela.
Sólo fueron cuestión de quince minutos para llegar a su destino, estacionó la camioneta en frente de la casa, y así se dispone a caminar hacía la entrada, cuando estuvo en la puerta, giró el plomo, e ingresó al interior.
El dulce aroma a vainilla inundó sus fosas nasales, sus orbes azules detalla cada parte de la sala de la abuela, la cual, tenía una mesita decorativo en el centro, un amplio mueble marrón, una chimenea que en la parte posterior reposan varias fotografías familiares y un estante repleto de libros.
Todo era perfecto para Alissa, siendo este su lugar favorito en todo el mundo.
—¡Ya llegué!—gritó, la joven desde la sala.
—¡Bienvenida a casa, mi tesoro!—escuchó, una dulce voz desde la cocina.
La madera bajo los pies de Alissa, crujieron con cada paso que daba rumbo a la cocina en busca de su abuela. Allí, estaba una mujer mayor con el cabello canoso en su totalidad, que al verla, sonrió tanto que las patas de gallo a cada costados de los ojos se le marcaron.
La abuela sacó sus manos de la masa de galletas que estaba preparado para acercarse a su nieta y envolverla en un cálido abrazo.
—¿Oye, abuela Justin ya llegó?— preguntó, la adolescente cuando se separaron.
—No, pensé que estaba contigo— respondió, la mujer mayor, volviendo su atención a las galletas.
—Supongo que debe estar con sus amigos—concluyó, Alissa, encogiéndose de hombros sin darle importancia.
—Esta mañana ante de irse me rogó que le hiciera un trabajo—le contó, mientras extendía la masa con el rodillo.
Alissa, frunció el ceño al escuchar tales palabras de su abuela, algo en su interior le hizo clic, ella comenzaba a entender, el por qué no lo vio en todo el día en el Instituto.
—¿Y tú le ayudaste hacer un amarre?—la médium, se acercó a pasos acelerados a donde estaba la mayor, para observarla y detallar cada gesto de su rostro.
—Alissa, deje de hacer esa clase de magia hace mucho tiempo, ahora sólo soy una guía espiritual—le recordó sin más.
La adolescente, asintió con la cabeza, un tanto convencida por sus palabras, por lo que se dirigió a las escaleras que daban a la segunda planta. Deseaba poder darse una relajante ducha, y borrar de una vez por toda aquellos tortuosos pensamientos.
Iba a mitad de las escaleras cuando una vibración en su bolsillo la hizo detenerse, saco su teléfono para ver quién la estaba llamando, en la pantalla marcaba un número desconocido.
Ella por un momento dudo en no contestar pero a la final decidió presiono el botón verde y llevarlo a su oído.
—¿Hola?—su voz sonó como un leve tambaleo.
—Buenas noches ¿podrían hacerme el favor de comunicarme con Alissa Jones?—se escuchó, un voz femenina al otro lado de la línea.
—Ella habla, ¿Quién llama?—preguntó, confundida al no reconocer la voz.
Alissa, se quedó estática en su lugar cuando un frío extraño le recorrió la columna vertebral, dando como consecuencia que su corazón empezará a bombear sangre desesperado.
—Señorita, la estamos llamamos del hospital central, es para informarle que el joven, Justin Jones tuvo un accidente, se encuentra en emergencias y el único número telefónico marcado reciente es el suyo.