Miré por la ventana y sí que había una gran altura desde mi habitación hasta el suelo. Me senté en el borde de ésta y accidentalmente golpeé un jarrón con el codo haciéndolo caer y dar un gran fragor contra las duras rocas que conformaban el pavimento.
Me sentí estúpida al romper aquel objeto que quizá podría provocarme graves problemas con Cristopher y aquella mujer que se hacía llamar su esposa.
De pronto variados movimientos vertiginosos comenzaron a reproducirse en mi visión de forma violenta y aterradora. El suelo se movía como si fuese una cámara de video que alejaba y acercaba el zoom en la zona.
Oí pasos resonando en el pasillo de fuera de mi habitación y entonces mi respiración se apretó dejando a un lado el miedo que me invadía, haciendo a mi instinto gritar al vacío y provocando precipitarme a saltar.
Ashton por suerte estaba ahí abajo para atraparme.
Mis ojos se abrieron y automáticamente chocaron contra los suyos mientras me enredaba entre sus brazos y acariciaba su cuello.
Estar con él me hizo pasar de estar aturdida a estar tranquila una vez más a su lado.
Puse nuevamente mis pies en el suelo y sin pensarlo dos veces, me lancé a abrazarle después de una eternidad.
Christopher se asomó por la ventana con una expresión furiosa y los ojos inyectados de sangre por el coraje de verme ahí afuera desobedeciendo a sus órdenes. Hasta pude notar como las venas de su frente saltaban en un abrir y cerrar de ojos. Me alarmé y tuve un mal presentimiento, nada de aquello iba a salir bien. Ashton echó una mirada al arbusto que ocultaba mi mochila y la tomó de forma audaz para luego correr y lanzarla al auto.
Mi pulso se aceleró y comencé a hiperventilar descontroladamente. Él nos había visto, y todo había sido mi culpa. Sí que era una completa idiota por haber tirado el jarrón, incluso pensé que a Ashton se le pudo haber ocurrido lo mismo.
El pavor empezó a invadir mi cuerpo desenfrenadamente apoderándose de grandes tramos de mi ser. Un nudo se formó en mi estómago de repente y mi garganta se cerró de golpe evitándome poder hablar o en ese caso, gritar.
La puerta de la casa se abrió golpeando y agrietando el vidrio por las orillas, Cristopher salió a saco con una pistola empuñada en la mano. Su rostro se había transformado, parecía un desconocido con la mirada de asesino llena de odio y malicia.
Sentí como si unas manos heladas me apretaran el cuello fuertemente ahogando mi grito de miedo y matando a mis esperanzas de salir huyendo de la ciudad con Ashton.
Él tiró de mi brazo y me puso tras él dejando su musculosa espalda a mi vista. Noté cómo sus músculos se tensaron al estar cara a cara con Christopher una vez más.
-Te lo advertí, Ashton.-musitó Cristopher escupiendo las palabras como su propia saliva, de manera sucia, grosera y sin importarle que yo estuviese presente-. Te dije que te mataría si te acercabas otra vez a mi hija.
-Papá.-chillé-. Por favor no lo hagas.
-¿Papá?-su expresión se agrió-. ¿Ahora me llamas así, cuando pudiste hacerlo sin que yo te lo pidiera? Demasiado tarde, Megan.
-Por favor, escucha. Ashton no es culpable de esto.
-Meg....-quiso interrumpir él mismo pero yo le hice guardar silencio con un ligero "Shh".
-Ash, fue mi culpa. Todo esto lo es.-él se giró y sus ojos tenían un destello de preocupación y culpabilidad, yo sabía que no era así.
Yo había ideado todo y él no tenía nada que ver con ese plan. Me sentiría muy mal si algo malo le pasara o si Cristopher tratara de matarlo. Estaba nerviosa, y muy asustada, mi cuerpo de pronto se convirtió en una máquina que no dejaba de temblar descontroladamente. ¿Qué haría entonces?
Cristopher carraspeó a propósito.
-No le hagas daño.-respondí rogando que no hiciera nada con un hilo de voz que apenas podía escucharse.
-Entra a la casa y no haré nada.
-Pero, no puedo. Yo soy feliz con Ashton.
-Megan, Megan.-sacudió la cabeza lentamente-.Te aferras tanto a una persona y nisiquiera sabes si permanecerá por siempre contigo. Eres igual a tu madre. Me das asco. Ahora me pregunto qué harías sin él....
Apoyó el dedo en el gatillo de la pistola y apuntó en dirección a Ashton con una sonrisa de pirata.
Me aferré a la mano de Ashton enterrando las uñas en su piel con pánico mordiéndome el labio con impaciencia.
La vista se me nubló enseguida y una lágrima recorrió mi mejilla ardiendo como una llama que me golpeaba de la nada.
Eso no podía terminar así, tanto tiempo planeando salir de ese infierno para que de repente Cristopher me arrancara las alas de esperanza para irme a Nueva York con el amor de mi vida. No iba a dejar que ese hombre me arrebatara esa oportunidad y la tirara al basurero así sin más.
Los segundos pasaban a la velocidad de un tren y mis temores y preocupaciones aumentaban, pero era peor si miraba a ese hombre a los ojos que me atrapaban con furia y sed de venganza pura.
Divisé desde la distancia en la que estábamos, cómo Cristopher desmontó el seguro de la pistola para enfatizar sus palabras y hacerlas un hecho.
-Por favor.
Él hizo caso omiso de mis súplicas y disparó.
Ashton había tirado de mi blusa hacia un lado agazapándose conmigo entre los brazos.
Él se volvió en redondo a Cristopher y le propinó un golpe en la cara haciendo que se tambaleara y el arma saliera volando por el aire.
Me golpeé en el pecho con dureza y agresividad. Los pulmones se me habían vaciado de oxígeno y tuve que inhalar duramente para tratar de recuperarme y correr por la pistola tirada entre la extensa hierba.
De repente una gota de agua cayó en mi frente helándose como hielo, luego dos más, y tres... De esa manera hasta que una densa llovizna cubrió como un manto el paisaje ingeniosamente explorando cada rincón de mi cuerpo y mojando mis cabellos alborotados.
La garganta se me había secado y agrietando al igual que un desierto, no podía tragar saliva. Dolía como si me apretaran el cuello, o como si me estuviesen ahorcando con un lazo de plástico.