The Scar: Soñadores del Destino

Capítulo 6

6

 

― ¿Qué te ocurrió? ―Intenté mantener la calma, esperando una respuesta.

Mi padre no estaba en la postura para hablar. Solo alcanzaba a farfullar palabras que solo él podía comprender. Sus ojos estaban inyectados en sangre y hasta daba miedo imaginar lo tanto que pudo haber llorado para llegar a tal punto.

Cerré la puerta detrás mí y le ayudé a sentarse en el sofá de la sala. De prisa fui a la cocina en busca del botiquín de primeros auxilios y me apresuré a atender las pequeñas heridas de mi padre. Es un momento donde agradezco que me halla enseñado primeros auxilios en su tiempo.

― Tienes que contarme lo que sucedió ―Intenté sacar toda la información para armar el rompecabezas mientras limpiaba las heridas de su brazo― ¿Alguien entró en casa?

Hubiese llamado al 911 de no ser porque mi padre me tomó de ambos brazos, evitando que lo hiciera. Tragó saliva. Pude sentir su abismal dolor de garganta. Logró detener las lágrimas por unos segundos, pero las manos le temblaban y más pronto que tarde el mecanismo sentimental en sus ojos se activó de nuevo. Comprendí que por el momento no iba a conseguir ninguna respuesta clave ante lo que, momentos antes de mi llegada, habría pasado.

― Quédate aquí ―Me solté de su agarré― Ahora vuelvo.

Busqué algún indicio que me acercara a los hechos, pero en el primer piso no encontré nada fuera de lugar. Le di un rápido vistazo a mi padre, quien aún estaba sentado y sollozando, antes de subir las escaleras. La puerta de la habitación de mi padre estaba abierta y en el suelo pude ver pequeños destellos. Me acerqué. Mi corazón casi se desbordaba al ver la escena, cuadros familiares rotos y trozos de tela de la ropa de mi madre regadas en el suelo. Nadie se había colado en la casa, claramente lo había hecho mi padre. Intenté caminar por los sitios en los que no había cristales, pero incluso así no logré evitar que se incrustaran algunos en el zapato, especialmente los más pequeños.

Los vestidos de mi madre estaban arruinados en flecos desordenados y agujereados. Las fotografías seguían intactas, pero los porta retratos no. Jamás imaginé que él fuera capaz de hacer tal cosa y menos en su estado. No ha tocado las cosas de mi madre por respeto y porque la extrañaba, hasta el día de hoy. Aquello me hirvió la sangre. Era como profanar la tumba de un difunto y allanar todas sus pertenencias. Bajé los escalones hasta la sala con pasos tan fuertes y largos que hacían eco por toda la casa.

― ¿Porque lo hiciste? ―Dije entre dientes, intentando contener mis emociones señalé las escaleras, refiriéndome al cuarto de arriba.

Sus labios no pronunciaron una sola palabra. Lágrimas de impotencia emergieron a cántaros, empapando mis mejillas y cayendo al suelo del borde de mi mentón.

― ¡¿Por qué?! ―Reiteré, esta vez casi gritando.

Pese a que sabía que no quería tener contacto visual conmigo, alzó la mirada. Presentaba algunos mocos cristalinos en la comisura de sus parpados y labios demasiado rojizos debido a la constante presión de sus dientes contra ellos. Una corriente me recorrió el pecho. Sentí estar siendo muy severo con él, pude verlo en el reflejo de sus ojos. Me deje caer a un lado de sus piernas, hundiendo mi cuerpo en el sofá.

― Lo siento, no debí alzar la voz.

Suspiró, chocando su aliento contra mi nuca.

― Yo tengo la culpa, no he sido el mejor de los padres desde que tu madre murió ―Esta vez su voz era más serena y sin titubeos. Enarcó las cejas pasados unos segundos y me lanzó una mirada furtiva― ¿Es por eso que te fuiste de casa?

Trague en seco, no creo que este sea el momento adecuado para lanzarle todos los clavos sueltos en la cara. Y si bien para mi antes no era tan importante tener una charla reparadora con él, no quiero perder la oportunidad de tacharlo de mi listado problemático.

― Si ―contesté en seco.

La idea de una posible esperanza de que recapacite es casi nula. Responder a las preguntas que me hace solo para encontrar una solución de un día y volver a nuestros agobios es un juego que ya tengo grabado en mi memoria. Aún no sé cómo sigue conservando su trabajo, intentando ayudar a los demás cuando la ayuda la necesita él.

― Ethan, perdóname ―Dice, haciendo énfasis en lo último. Luego abrió los brazos y los cerró alrededor de mi cuerpo, absorbiendo la secreción floja en su nariz― Lo he pensado, lo pienso a diario y me lamento por no haberte escuchado. Aún sigo sin creerme que tu madre está muerta. Yo la amaba, la sigo amando con locura. Es algo que no puedo dejar de lado cuando ya se ha quedado grabado en mi piel, por más que intente olvidarlo siempre vuelve a mí. No puedo, no puedo…




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