La primera fecha de la gira se oía palpitar. A esas alturas ya se había filtrado mucha información técnica del tour, y los medios de comunicación inauguraban cada día el ciclo informativo con alguna que otra primicia importante. Un mes antes, por ejemplo, se dio a conocer que los músicos del condado de Hertfordshire tendrían prioridad durante toda la gira por Inglaterra. Se requería de la participación de dos bandas para que taloneen cada uno de los shows; y las mismas nunca tocarían dos veces repetidas, dando lugar a nuevas agrupaciones que también ansiaban participar en el acontecimiento célebre.
Aquello significaba una excelente oportunidad para que muchas bandas dieran a conocer su trabajo. La principal consigna fue invitar al público a colaborar con los artistas under de su ciudad, cualquiera sea el rubro artístico. Yo aplaudía aquella propuesta con entusiasmo, ya que había experimentado las desventajas de ser un «don nadie» por mucho tiempo. Los Purple Roll fueron una de las pocas bandas que lograron conquistar el mundo aun cuando todos los pronósticos vaticinaban lo contrario.
Muchas personas los odiaban por no seguir los estereotipos; y los medios —que siempre eligen surfear en la ola que mejor les conviene— no habían hecho más que complicar los comienzos de la banda. Los Purple Roll componían su música siguiendo una única y principal regla: «si nos gusta, entonces hagámoslo». Ninguno de los cinco hubiera permitido que su estilo caiga en lo que se conoce como «música comercial» —es decir, canciones que se venden rápido, o que se crean con el objetivo de conseguir un éxito en las ventas—. Aquello era la salida fácil, lo que la gente espera escuchar siguiendo el ritmo de turno. Por suerte, hay quienes eligen no seguir la moda. Por suerte, en el mundo quedan quienes se animan a ir mucho más lejos.
Ahora bien, regresando a los asuntos de la gira… Nunca antes había visto a mi ciudad así, tan alborotada y avasallante. Los Purple Roll nunca más habían vuelto a tocar en Hertford después del 72; y aunque para dicho año ya habían publicado sus trabajos más aclamados y eran súper famosos, muchos aseguran que antes no se vivió con la misma magnitud que ahora. En esta ocasión los viejos fanáticos acudieron al evento en compañía de sus hijos o nietos. Me alegró ver tanta juventud reunida en las calles; me llenaba de orgullo que la gente joven celebre al Rock and Roll como una fiesta.
El rostro de Joe estaba en todas partes, y se empezaron a comercializar los sombreros que el músico usaba durante los shows; de modo que ya era normal encontrarse con sujetos personificados, vistiendo los típicos atuendos negros, incluso una o dos semanas antes del gran espectáculo. Aquella no era la filosofía de los Purple Roll —cabe aclarar— pero la gente deseaba rendirle tributo a su ídolo, sentirse cerca de él, y nadie, ni siquiera Lee, Richard, Jon, Roger o su propio hijo opusieron resistencia al mercado del merchandising.
Los vuelos a Londres se habían agotado; el aeropuerto no daba abasto; y los hoteles alcanzaron el mayor apogeo del año, albergando visitantes que llegaban desde todas partes del mundo. Sin dudas el sector turístico del país se vio altamente favorecido, teniendo un importante impacto que hizo que algunos políticos halaguen aquel acontecimiento como el evento musical más importante de la década.
Se vendieron cien mil entradas durante las primeras tres horas. Había más de setenta puntos de venta acreditados solamente en el Reino Unido. Observé por el noticiero como los fanáticos corrían y se peleaban para conseguir los últimos tickets disponibles para el primer show. Cuando finalmente los tenían en la mano, lloraban, gritaban y se abrazaban. Era caótico.
La gira «Joe por siempre Joe: England Tour» constaba de veintiséis fechas que tendrían lugar en las principales ciudades inglesas. Se llevarían a cabo mayormente en los estadios más grandes de todo el país; aquellos que eran capaces de soportar el enorme caudal de espectadores que se esperaba —en algunos casos más de ciento cincuenta mil—.
En promedio se hacía un show cada día por medio; que en el cuerpo de personas que estaban próximas a cumplir cincuenta y cinco resultaba desgastante. Luego de finalizar la primera instancia de la gira, la banda se tomaría un mes de descanso, y al reanudar el tour se extendería por el resto de los países del Reino Unido y por todo el continente europeo. Al concluir habría nuevamente un mes de descanso, y se reiniciaría con la gira más intensiva de todas, que arrancaba en Canadá y terminaba en Argentina. La visita por el continente asiático estaba prevista para octubre del año siguiente, y después de eso quedaría cubrir algunos territorios más antes de que «Joe por siempre Joe» finalice en Hertford. En total, se habían calculado unas doscientas fechas.