Abrió los ojos y observo que estaba en una casa que era desconocida para ella. Aturdida y con un poco de ceguera se levantó para ver que estaba tendida en una bonita cama rustica, se levantó de ella haciendo crujir el piso de madera que tenía la habitación. Necesitaba saber dónde se hallaba así que miro por la ventana para obtener pistas y pudo contemplar un bello paisaje de un bosque con grandes árboles cubiertos de nieve, algo nuevo para ella ya que nunca había visto algo así. Sin obtener nada de información más que unas bonitas vistas, vio que estaba vestida con una pollera negra larga y una camisa de las que usaban las mucamas. Su habitación no tenía nada más, salvo que un gran ropero viejo que de solo mirarlo daba malas vibras, y con ganas de averiguar más se puso sus botas y se dirigió a la puerta que tenía enfrente.
La cruzo sin necesitar ninguna llave y al cruzarla descubrió que no estaba sola. Once chicos y chicas más estaban en su misma situación, sin saber nada y asustados. Todos se miraron en el gran pasillo que contenía todas las puertas de las doce habitaciones y empezaron a hablarse, necesitaban tener contacto con gente para sentirse mejor pero Alice no podía hacer eso. Era una chica que no se sentía a gusto con nadie excepto su familia, que ya estaba muerta, así que solo se tenía a ella misma. Evitando el contacto con los demás, se dirigió al final del pasillo, para mirar nuevamente por una ventana más grande. A lo lejos se podía ver un pequeño pueblo, recordó a su familia y quiso llorar, pero la interrumpió un grito de uno de los jóvenes
– ¡Vengan todos al salón ahora, nos están llamando!– pronuncio con una voz fuerte y grave.
Todos juntos fueron al gran salón que era el centro de la enorme mansión-castillo para encontrarse con un señor viejo que tenía un binóculo y un bastón para caminar, vestido también de mayordomo y les dijo unas palabras:
–Todos fueron seleccionados por su cazador como sus caramelos, tienen una hora para esconderse e intentar escapar de la mansión sin ver a los asesinos, pasado ese tiempo sus cazadores podrán empezar a “comerlos” pero igualmente su objetivo es escapar. Son doce caramelos, por lo tanto hay doce cazadores. Los cazadores competirán entre ellos para matarlos, lo que sumará puntos, pero si se comen a su caramelo les da puntos extra. Así que tengan cuidado de todos, pero en especial de su cazador. Ahora se los presento, pero seguro que algunos de ustedes ya los conocen– y luego de decir esto procedió a abrir una enorme puerta de las cuales salieron doce siluetas.
Allí estaba la mujer que había asesinado a toda su familia, flotando, al parecer es una característica especial de ella, con el mismo vestido y los mismos utensilios en sus manos, la llave y el cuchillo carnicero. Camino hasta el centro de un círculo formado por los caramelos y los asesinos y ella se presentó– Bienvenidos, mi nombre es Becka y soy una de los doce asesinos, seguramente mi caramelo ya me conoce ¿No es así, Alice? No es necesario esconder mi poder, ya que es demasiado evidente. Me puedo tele transportar, y para ser más buena les diré que es a corta distancia. Soy una de las primeras y más veterana jugando este juego así que ténganme cuidado ¿Sí? –luego se marchó y dio paso a otro cazador. Uno en uno ellos se presentaron, saludaron a sus caramelos y se marcharon por la misma puerta que entraron.
El señor volvió al centro y les informo que el juego comenzaba mañana, esa noche cenarían pescado y se irían a dormir en sus habitaciones. Alice vio que algunas de las demás victimas empezaron a llorar y a sentir terror, pero ella no. Ella estaba segura de que ganaría el juego y escaparía, confiaba en si misma sin necesitar de los demás. Era algo “nuevo” en ella, esta corta experiencia le cambio un poco su mentalidad.
Eran las nueve de la noche, hora de comer, se podía saber gracias a que la mansión tenía una enorme campana que se escuchaba en todo el amplio lugar. Se dirigió al comedor donde se hallaban los demás, pero todos estaban alborotados pues resulta que uno de los chicos no había aguantado la presión y se suicidó antes de que todo comenzara. Lo habían encontrado en el baño, con las muñecas abiertas de extremo a extremo, en la tina llena de sangre, se podían ver las venas del cuerpo explotadas. Pero nadie había gritado, ¿O sí? Alice no había escuchado nada, le parecía extraño. Volvió a parecer el mayordomo y les ordeno que comiera, que era importante puesto que necesitaban estar llenos para mañana, ya que quizás sería la última vez que coman. Alice sin inmutarse por el joven muerto, fue directo a la mesa para comer el pescado que estaba acompañado con unas frescas verduras.
Con el estómago lleno y recordando las palabras del señor “última vez que coman” se repetía a ella misma en su cabeza que tenía que ganar, no podía permitir que Becka matara a toda la familia. Se puso en marcha hacia su dormitorio donde descansaría para el día de la matanza, le habían dicho que se despertara a las 8 am, por ello quería dormir lo más rápido posible. Sería un día diferente a todo lo vivido en su vida, tendría que escapar por ella y defenderse como pudiera. Los caramelos podían defenderse e incluso asesinar a los cazadores, pero ellos contaban con armas y habilidades que hacían esto casi imposible.
No pudo casi dormir de la mezcla entre el miedo y los nervios, pero le alcanzo lo suficiente para ganar energías, y a las 8 am en punto estaba despierta, vestida con las ropas que le daban, que era todo de mucama, al igual que los demás chicos. Una vez más, se reunieron en el salón principal de la mansión-castillo donde nuevamente se hallaba el hombre –Espero que todos estén listos, si les sirve de consuelo el año pasado escaparon 2 personas, recuerden las normas, y a partir de ahora pueden recorrer todo este bello lugar. Espero que les sorprenda algunas cosas que he preparado. Por último, les deseo suerte y que escape el más astuto– diciendo esto el viejo desapareció en una neblina formada en el mismo instante que termino de hablar. Sonó la campana de las 8:30. El juego había comenzado, tenían 1 hora para escapar o esconderse sin la preocupación de los asesinos, pero pasado esa hora podían morir. Todos empezaron a correr, algunos desesperadamente, otros con algunas ideas, también algunos en grupos, pero eso incrementaba la posibilidad de que los cazadores quieran matarlos a ellos primeros. Más presas significan más puntos, así que Alice decidió ir sola.