Vivimos en un mundo de sueños, donde estamos atrapados en una pesadilla.
La realidad es inexistente, no hay tiempo, no hay claridad, me siento ahogada en un océano de lagrimas, lloradas por mi alma desesperada.
Somos marionetas del poder y ambición de aquellos pecados que el humano creó.
Somos de madera, de duro corazón no sentimos nada y mucho menos el dolor.
Somos un sueño de baja realidad, donde la oscuridad reina y hace que la luz peresca.