Tiempos de Guerra

Capítulo 15 ~ 2011

 

2011

Los Ángeles, California

 

 

Toni se hallaba encogido contra la puerta del auto. Tenía los brazos cruzados, enfurruñado, y se ocultaba de las miradas curiosas de afuera. Morgan estaba sentada delante, revisando algo en su celular.

–¿De verdad tengo que ir? –preguntó Toni con voz suplicante, por millonésima vez. Sabía cuál iba a ser la respuesta–. Podríamos decir que no me siento bien, que alguien reciba mi premio en mi honor.

Morgan ni siquiera se volteó a mirarlo.

–La gente se preocuparía si no apareces. Hace mucho que no te ven en público. Comenzarán a hablar.

Toni puso los ojos en blanco.

–Saben que sigo vivo. Siempre se filtran fotos de mis fiestas.

Morgan habló sin girarse, pero Toni sintió la irritación en su voz de todas formas:

–Ese es precisamente el problema. No es el tipo de fama que queremos.

Toni suspiró y se recostó a lo largo del asiento de cuero, apoyando la cabeza sobre la puerta. Se puso los auriculares y permaneció en silencio el resto del viaje, tratando de calmar la ansiedad que le producía presentarse ante el mundo de vuelta después de meses.

Nunca le había gustado esa parte del trabajo. La gente, los desconocidos que insistían con sus preguntas, los flashes, los gritos histéricos, las manos que lo tocaban, que lo conducían, que le ordenaban qué hacer y qué no.

Confiaba en Morgan. Era probablemente la única persona de la industria musical a la que apreciaba en aquel momento. El problema era que Toni había notado que ella tampoco parecía muy segura de que estuviera listo para volver. Seguía tecleando en su celular, pero se removía en su asiento con nerviosismo y se negaba a mirarlo a los ojos. Toni la conocía lo suficiente para saber que eso no era una buena señal.

Echado en el asiento del auto, no dejaba de pensar en el hecho de que tendría que enfrentarse a sus ex compañeros de banda, y de que estarían compitiendo en una misma categoría. Y de que tendría que verlos cantando en el escenario frente a él.

Morgan le había prometido que Chris Hughes tenía prohibido dar un sólo paso en su dirección, lo cual era sinceramente un alivio, pero no significaba que los otros no lo hicieran.

Si tenía suerte, quizás ni siquiera se acercarían a hablarle.

Esperaba que así fuera.

Aunque, por supuesto, la suerte no solía estar de su parte.

–Ya estamos –dijo Nick, el conductor, y lo miró a través del espejo con las cejas enarcadas.

Toni se incorporó pesadamente y miró a Morgan con una última plegaria en la mirada. Ella finalmente se dio la vuelta y lo miró a los ojos.

–¿De verdad es necesario? –susurró Toni, pero sabía que lo era.

Sólo entonces Toni pudo ver algo más que la duda y el nerviosismo de sus gestos, sólo entonces percibió el remordimiento en sus ojos claros, leve y contenido, pero aun así evidente. Toni apartó la vista, no soportaba la lástima.

–Sabes que si no lo fuera, no te obligaría a estar aquí. –Morgan carraspeó y se recompuso. Toda huella de debilidad desapareció de su rostro y se convirtió en la persona seria y firme que era siempre–. Hablé con Carolina, te lo dije. Él no tiene permitido acercarse, vas a estar bien. Ahora baja del auto.

Toni tragó saliva. Asintió.

–Suerte –le deseó Nick en un susurro, justo antes de que la puerta se abriera y los flashes de las cámaras lo ahogaran con su brillo.

Toni salió del auto con los ojos entrecerrados, cegado por las luces. Mareado. Abrumado. Tuvo que contenerse para no volver a meterse en la oscuridad de la cabina.

Pero en cuanto distinguió los rostros de los fans por delante, chillando y agitando letreros, se obligó a sonreír. No podía dejar que lo vieran descompuesto.

El show tenía que continuar.

Saludó alegremente a las chicas que se encontraban más cerca, se tomó algunas fotos, incluso posó con sonrisas deslumbrantes y las expresiones que sabía que le gustaban a las revistas. Y luego avanzó a lo largo de la alfombra roja, permitiendo que las cámaras lo siguieran como si disfrutara de ello. El traje que Biv había diseñado para él, compuesto por una chaqueta de seda color bordó, bajo la cual relucía una camisa negra floreada, atraía varias miradas. Si de algo estaba seguro, era de que lucía fenomenal. Biv se tomaba muy en serio su trabajo. Su guardaespaldas lo seguía a unos cuantos pasos, sin quitarle los ojos de encima, como si temiera que Toni fuera colapsar en medio de todos.

–¡Toni! ¡Toni! ¡Espera un momento! –lo llamó un reportero joven, como de su edad, que le sonaba de algún programa de entrevistas–. ¿Puedo hacerte algunas preguntas?

Toni tragó saliva. Le dedicó una sonrisa encantadora.

–Claro que sí. Pregunta lo que quieras. –Por favor, no hagas preguntas incómodas. De hecho, mejor no hagas preguntas y punto.

El chico se volvió hacia la cámara que tenía en frente y guiñó un ojo.



#3513 en Novela romántica
#814 en Novela contemporánea

En el texto hay: musica, gay, lgbt

Editado: 18.04.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.