Un sábado cualquiera después de cuatro meses y medio Esteban regreso a Torremolinos, regreso a la playa, donde conoció a Eva, y allí estaba ella, galopando con su blanco caballo.
El la miro, la veía tan bella, con aquel cuerpo tan exuberante, aquellos largos cabellos ondeando al viento, pero su corazón le palpitaba a mil por hora, se sentía nervioso, con miedo, no sabía cuál iba a ser la reacción de ella, después de tanto tiempo.
Al dar la vuelta con el caballo de regreso, mire y me encontré de frente con él, era Esteban, estaba aquí, había vuelto, mi corazón se me acelero, y mi cuerpo se puso nervioso, una extraña sensación recorría mi piel, me fui acercando, me baje del caballo, y como una loca me lance a sus brazos.
—¡Amor, estas aquí! —le dije entre lágrimas.
—¡Si, mi vida! estoy aquí, no pude venir antes, es una larga historia, no hay día que no haya pensado en ti.
—¡Yo también, te he echado tanto de menos! —¡abrázame fuerte!
Esteban me abrazo fuertemente contra su pecho, yo sentía latir su corazón, sentía sus grandes manos sobre mi cuerpo.
Nos besamos intensamente, como si no habría un mañana.
—¡Vamos, guapetona! ¡Te invito a comer!, y de paso te explico, creo que debo hacerlo y te lo debo, no pude cumplir mi promesa.
—Me acerco a casa, un momento y me cambio de ropa ¡ven conmigo!
Esteban y yo caminamos juntos hasta el final de la playa, fui a guardar el caballo, al lado de mi casa, en la caballeriza.
Entramos a mi casa, deje a Esteban en el salón.
—En el mueble bar, ahí bebidas ¡sírvete lo que quieras!
—¡Gracias! —me contestó.
Yo me voy a poner una blusa blanca y un pantalón de peto rojo, con unos zapatos de plataforma que tengo a juego y un bolso.
Me voy a recoger una hermosa coleta, desde arriba, que me quedara impresionante, suave de maquillaje, no maquillarme exageradamente, a mí me gusta ser yo misma, tal y como soy.
—¡Ya estoy lista! Podemos irnos.
—¡Estas terriblemente preciosa! ¡Vamos amor!
Fuimos caminando hasta llegar a un restaurante, el Spanish Garden,
Nos sentamos en una mesa en el salón, pedimos unas brochetas de langostinos, unos aguacates a la plancha con mango y una ensalada templada con setas y bacón. De segundo nos decidimos por una carrillada al vino tinto y unos lomos de bacalao con tomate y albahaca (todo exquisito).
Los postres fueron Crema andaluza y pudin, deliciosos ambos.
El vino un tinto de crianza, con un toque suave y afrutado.
Durante la comida Esteban me conto, el accidente de coche que había tenido, su hospitalización y su reposo en casa, también al principio de su rehabilitación su cojera de la pierna y lo asustado que estuvo, temiendo quedarse cojo.
—Como ves, una larga historia y una torpeza por mi parte, no darte mi móvil al despedirme.
—¡A mí también, se me olvido! —en ese instante no lo pensé...
—Hubiéramos sabido el uno, del otro, de esta manera ha sido un sin vivir.
—Yo, no me he olvidado de ti, es más pensaba que para ti, habría sido una aventura de verano.
—Para mí, has sido lo mejor que me ha pasado este verano, la persona que ocupa, desde el primer momento que nos conocimos mi corazón.
—Nunca, dude de ti, Esteban, algo dentro de mí, me decía que tenía explicación, el que no volvieras.
—¡Te amo, demasiado! Como un niño he llorado, por no poder hacer nada, por no saber de ti.
—Yo, también he pensado en ti, cada día, eres lo mejor que me ha pasado en la vida.
—Realmente Eva, lo pase mal, por ti, la soledad se convirtió en mi compañera más fiel, y el miedo en mi mejor amigo.
—Yo, ¡no puedo, vivir sin ti! No quiero alejarme de ti Esteban.
Ambos salimos del restaurante, y cogidos de la mano, fuimos paseando por el parque...