Titanes-La destrucción de un Imperio.

Capítulo 29- Buscada

Poco a poco Atenea recuperó la conciencia, despertando en sus entrañas un sentimiento doloroso e intimidante.

-¿Qué hizo? ¿Por qué alguien se la llevaría?

Cala se adelantó a ella viéndola a los ojos, intentando calmar su preocupación.

-Horiamy no es culpable, Apolo se la llevó, no a aceptado su rechazo asique tomó esta medida. La Diosa cerró los puños con fuerza escupiendo de rabia.

-DESGRACIADO. Atenea tomó pasó firme por el pasillo diciéndole con tono severo y firme.

-Vengan no se queden atrás.  

Ambos se miraron con complicidad decidiendo a seguirla, avanzando tan rápido como podían.

El patriarca despertó escuchando el fuerte estruendo contra sus puertas a punto de caer, enfurecido se asomó a la entrada viendo el rostro rabioso de su hija.

-¿Qué te lleva a comportarte así?

-Dime dónde habita Apolo. 

-¿Qué?- Al alzar la vista Zeus distinguió la figura indeseada de su hijo menor junto a la distinguida joven, pero ninguno se acercó manteniéndose distantes viéndolo de mala gana.

-¿Qué hacen ellos aquí a esta hora?

-ESO NO INTERESA, DIME DÓNDE ESTA APOLO.

-Baja el tono de tu voz conmigo Atenea.

-APOLO SE ROBÓ A MI HIJA, ASIQUE NO ME PIDAS ALGO IMPOSIBLE, DIME DONDE ESTA ERES SU PADRE Y SU SOBERANO.  

-NO SÉ DONDE RADICA TÚ HERMANO, él nunca me ha dado motivos para vigilar de cerca lo que hace...¿Estás segura que él se la llevó? Tú hija tal vez fue por pura voluntad.

Nehuem cambió su semblante marcando el disgusto en una inconfundible línea en su frente, expulsó rabioso al padre diciéndole firme y seguro.

-Horiamy nunca se iría con ese idiota infeliz,  yo vi como se la llevó desmayada, seguramente por algún tipo de "embrujo"...seguramente enseñando por alguien de aquí.

Cala quedó pálida al oír las palabras de Nehuem, comprendía perfectamente a que hecho referían pero enfrentarse de ese modo al imponente Zeus sin temor por su propia vida atraeria aún más desgracias sobre ellos. Sujeto su brazo con firmeza. Diciéndole todo con una sola mirada.

-Diosa Atenea, si el Padre no lo sabe, tal vez nosotros tengamos una forma para encontrarla pero necesitamos de su ayuda,venga con nosotros por favor. La mujer observó a Cala aceptando su propuesta, deslizó su mirada una última vez hacia atrás encontrándose con los ojos del Olímpico.

-Sí Apolo llega a tocarle un sólo cabello a mí hija, lo mataré y colgaré su cabeza en tú entrada. La altiva salió echando olas de enojó dejándolo con las palabras en la boca, se detuvo sólo a tomar a ambos joven y llevarlos con ella.

 

El aroma dulce impregno en su nariz, haciéndola despertar poco a poco del majestuoso sueño que había disfrutado, se desperezo sintiendo debajo de sus dedos una textura suave pero distinta a la de su lecho, abrió los ojos con pereza distinguiendo la cándida luz del día colandose por las blancas y lánguidas cortinas de lino, busco a ambos lados alguna figura familiar pero aquel lugar era completamente diferente a su cuarto, recordó la visita sorpresa del señor de Delfos saltando de la cama cuando un tintineo captó su atención. Vio hacia bajó notando la larga cadena nacer desde debajo de la cama subir hasta su muñeca derecha. 

Intento arrancarse a toda costa aquella espantosa cadena de tortura de la piel pero esta parecía estar encarnada a ella, relajo sus pensamientos intentado transportarse a casa, pero con sólo pensarlo la cadena ardía impidiendole marcharse. Se sentó en el suelo buscando la forma de sacarse esa cadena del cuerpo.

Una risa gustosa sonó detrás haciéndola voltear, viéndolo de pié entre las cortinas sosteniendo la Copa de vino mientras la brisa golpeaba sobre su pecho desnudó, estaba encantó y satisfecho disfrutando la frustración que sentía de no poder liberarse.

-Buenos Días bella. Horiamy se puso de pié velozmente dirigiéndose a él cuando sintió el azote de la cadena limitando sus pasos.

-Tranquila, si me quieres cerca, eso haré. Apolo se paró delante de ella, viendo alegremente sus ojos enfurecidos, ciertamente se veía mucho más radiante y encantadora, deseandola con mayor fervor.

-Sueltamé, YA. Las palabras remarcadas de la joven fueron igual a una oleada de placer caminando por su cuerpo.

-Que bonitos labios tienes, lástima que sólo los utilices para provocar.

-¡¿De verdad piensas que manteniendome encadenada lograrás retenerme aquí?! Eres un ingenuo. Apolo se rió ante su provocación diciéndole:

- Lo que tienes ahí es una cadena diseñada por el mismo Hefesto, gran artesano por cierto, fue capaz de crear esta maravilla capaz de control a los Olímpicos más fuertes, yo mismo la probé por ti y déjame decirte que sólo hay una forma de escapar. Marcó el fino cordón que colgaba en su pecho con la diminuta llave dorada.

-¿La quieres verdad?-Él se la saco del cuello y la lanzó a uno de los muebles lejanos a ella, viendo sus ojos cargados de furia y resignación.

- Te lo dije anoche mi bella, veremos que bestia es dominada, Yo te tengo ahora y si quieres liberarte de esa cadena aprenderás a comportarte, aceptarás lo que diga sin protestar, me llamaras mí amor y aceptaras mi compañia por las noche. Horiamy se mantuvo serena pero con los ojos atentos a cada palabra que decía sintiendo un nudo cada vez más doloroso en el estómago.

-Me arrancaré la mano antes de que eso pasé,  te lo juró.

-Entonces veremos quien ganá Bestia, te dejaré para que conozcas tú nuevo hogar. 

Atenea oyó la propuesta de los amigos de su hija, encontrandole sentido, tomó a ambos del brazo y los llevo a las tierras consagradas de Artemisa.

Aparecieron en una alta colina llena de margaritas viendo el nuevo ciclo del día comenzar, rayos anaranjados cubrieron la Copa de los árboles produciendo un juego sublime de colores.

-Cala, no te separes de Nehuem, si las seguidoras de Artemis lo ven aquí sólo pueden considerarlo una amenaza.

-Esta bien.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.