— ¿Que hacen aquí? — Pregunto a mis hermanos, ciertamente desconcertada por su presencia.
En la mañana, papá salió de viaje a Madrid por cuestión de negocios. Tengo entendido que solamente será por el fin de semana. Cuando se despidió me dio la sensación de que algo va a suceder este fin de semana y no va a ser nada bueno. El presentimiento es casi al que sentí cuando mamá murió. Si soy sincera, hoy me arregle un poco más de lo normal, porque es mi graduación, pero, no imaginé que mis hermanos vendrían.
— ¿No es obvio? Queríamos estar contigo. — Tyler me regala una sonrisa que dista mucho de ser cálida. — Tenemos invitación, no te preocupes.
— Lo conseguiste, ¿no es verdad? — Stefan me mira y por primera vez, él si que parece sincero. — Felicidades, Giana. Mariane, debe estar muy orgullosa de ti.
— Eso espero. — Bajo la mirada cuando Moisés me mira con expresión dura.
Ahora es él, la mano derecha de papá, no Stefan. ¿No es realmente patético? Cuando alguno le dice "no" busca a otro. No me sorprendería que el siguiente fuera Tyler. Por otro lado, no he ido a mi casillero por miedo a que haya una carta de anónimo. Si la hay, terminaré leyéndola, le escribiré una respuesta y después, no querré irme dejándolo aquí.
Cuando la voz del director se escucha en los altavoces del colegio, me despido de mis hermanos y corro hacia las gradas con el resto de los graduados. Stefan tiene razón. Finalmente lo conseguí. Estoy a nada de graduarme de la escuela en la que pasé tantas cosas.
Ya en mi lugar, localizo a mis hermanos, sentados en la primera fila junto al resto de loa padres de familia. Al llegar al colegio, me puse la toga negra que hace juego con mi birrete. Es una suerte que sea de los pocos alumnos que el apellido es con "H". Es un alivio ser de los de en medio y no como Royer que es de los primeros o los últimos como Dominick. Mis hermanos me sonríen -a excepción de Moisés, claro-.
El auditorio se llena luego de varios minutos y lo único que escucho son los murmullos y cuchicheos de todos en el lugar. A las doce, muy puntual, aparece el director de detrás del estrado seguido de los profesores del colegio. Nos ponemos de pie y aplaudimos por unos segundos hacia nuestros profesores. Algunos, muy encantadores, responden y saludan. Otros tantos, parecen querer que termine algo que apenas comienza. Al fondo del escenario está una alumna que recuerdo, es la encargada del dar el discurso de graduación. Nos sentamos de vuelta y aunque quiero permanecer atenta, me pierdo.
Una etapa de mi vida está por concluir y eso solamente significa una cosa. El tiempo para denunciar, se esta agotando y sigo sin tener la valentía suficiente. Parece que fue ayer cuando llegue a esta escuela, totalmente nerviosa y pérdida. Han pasado muchas cosas desde entonces, y por supuesto, casi ninguna buena. Conocí a gente increíble y también abrí los ojos en cuanto a gente con la que solía tener una buena vida. En los últimos cuatro años, todo paso de una manera casi irreal, aunque, también crecí, me caí y estoy deseando levantarme pronto. Viví demasiado en poco tiempo y no me arrepiento porque sé que eso, de alguna manera, me hace ser más fuerte. Yo tengo la idea de que hay cosas que nunca volverán, pero, no pienso dejar que mi vida se desgaste por esos pequeños detalles. Mamá nunca volverá y papá no va a cambiar, tampoco Stefan, Moisés o Tyler. Royer no va a amarme, anónimo no va a seguirme por el mundo, ¿y que? Yo voy a continuar siendo yo misma y también luchar contra quién sea por mi bienestar. Lo para que mi madre pueda sentirse orgullosa de mi.
Finalmente vuelvo a la realidad cuando los discursos se han terminado y entonces comienzan a a decir los apellidos de los alumnos para recoger su certificado. Después de unos cincuenta compañeros -tal vez más- dicen mi nombre y me toca levantarme para recoger mi certificado. Avanzo por el estrado y tomo el papel enrollado que mi prefecto me tiende. Le agradezco, me felicita y avanzo para no obstruir la fila. Vuelvo a mi lugar y caigo en cuenta que mis manos tiemblan en demasía. ¿Porque será? Tal vez porque ahora, después de tanto, finalmente estoy graduada y aún no puedo creerlo.
«Mamá, ¿verdad que estás orgullosa de mi? Lo hice. Me he graduado y continuaré para ser una gran arquitecto. Como tú.»
Luego de hora y media de gritos y murmullos, por fin termina el evento. Los profesores bajan del estrado y entonces bajo de las gradas mientras intento tragar mis nervios que parecen latir en mi garganta. Debería ir al panteón. Debería, pero, tengo una cita con anónimo y no tengo ánimos para ninguna de las dos opciones.
Localizo a mis hermanos entre la gente prácticamente corro hasta ellos.
— ¿Podemos irnos ya? — Pregunto al llegar. — Quiero irme lo antes posible.
— ¡Hey, Gia! — Emma se interpone entre nis hermanos y yo. — Los chicos quieren una foto contigo, ¿se puede? — Miro nerviosa a Stefan.
Él ya sabe de que chicos habla Emma. Su mirada intensa me lo confirma.