Toby

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TOBY

Un perro pulgoso y maloliente, como como cualquiera de esos chandosos que abundan en todas partes, se acerca al ruido provocado por el tumulto de gente. Él, no entiende de que hablan, pero huele su inconformismo; olor permanente de los Amos. No comprende porque, si ellos siempre tienen mas comida que él. De el ser uno de ellos estaría siempre oliendo a felicidad.

Se acerca a la cocina en busca de sobras, pero sus congéneres ya han devorado los restos que los amos tiran. Decide entonces dirigirse a la muchedumbre que se halla sentada en las sillas oyendo a Amos que les retumba la voz.

Toby, el sonido con el que lo nombro su amo, se tumba en el suelo cerca a un pequeño amo que come de un plato. Olfatea carne, sal y olores ricos. El mero olor le revuelve el estomago y le altera el hambre acumulada por 3 días.

El Pequeño Amo come con una mano y se riega por el pecho el liquido. Deja caer un trozo de papa que Toby recoge rápidamente y se retira prudentemente. El Pequeño Amo lo mira y deja de comer. Los dos se miran y Toby huele confusión, curiosidad y diversión. Pero tras un instante huele lastima. Entonces, el Pequeño Amo le tira una papa, y trozos de comida. Esta a punto de arrojarle un trocito de carne, pero llega un Amo que patea a Toby en las costillas y regaña al pequeño azotandolo con una mano. Luego lo levanta y se lo lleva. El Pequeño Amo mira a Toby otra vez, pero ahora huele a rabia, igual que cuando su Amo lo azota y hace el sonido: ¡Jo pta, Toby!

 

 

Un poco antes:

- …Compañeros, debemos apoyarnos entre nosotros, no podemos vivir peleando entre comuneros. Debemos ayudarnos. Hay compañeros que no tienen ni para la aguadepanela y en estas circunstancias no podemos dejarlos solos.

Así habló un comunero queriendo poner fin a las discusiones de la asamblea. Que tristeza que estuvieran peleando entre ellos en lugar de pensar como ayudar a la gente más necesitada y, que no tenía ni para la comida.

Pensando lo anterior regreso a su puesto, donde había dejado a su hijo con el almuerzo que tras media hora haciendo fila logró reclamar. Al acercarse vio a su pequeño tirándole comida a un chandoso. Enojado pateo el perro y reprendió al pequeño ¡habría que hacer fila de nuevo! Ademas, el caprichoso ese le hecho la mitad de comida al perro y, la otra mitad se la tiro encima.

 

 

Ningún otro amo, ni pequeño ni grande, le quiso dar comida. Los últimos restos que probó fueron algunos huesos que otros perros ya habían cascado. Sin mas remedio, regreso con hambre a casa.

Anocheciendo llegó su amo. Contento salió a su encuentro meneando el rabo. Aveces el amo era malo, pero otras le daba de comer y le acariciaba la cabeza. A pesar de los golpes Toby siempre se alegraba de volver a verlo, aunque se hubiese ido hace solo cinco minutos.

El amo de esta noche olía a sudor y rabia, un olor muy peligroso. Pero Toby se había acercado demasiado rápido para frenar. Entonces, el amo con una mano larga y brillante que utilizaba para cortar leña, le asesto un golpe en la nuca.

¡JO PTA, TOBY! - Gritó el amo mientras entraba a la la casa.

 

 

-¡Perrito! ¡Papa! ¡Perrito! - Grita el niño mientras su padre lo lleva cargado.

- Si hijo un perro. ¡Si vuelves a tirarle la comida a un perro te quedas sin almorzar!



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En el texto hay: niños, perros, hipocresía

Editado: 24.07.2021

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