Todas las veces que nunca me amaste

Capítulo 16

—Es un amigo —contesto taciturna.

—¿Desde cuándo?

—Desde que me canse de estar sola. —me enojo.

No tenía ningún derecho en entrometerse así en mis cosas.

—Me preocupas, no sueles decirle a alguien que lo extrañas.

—¿Escuchaste nuestra conversación? —digo indignada.

—Tardabas, tu padre me mando a buscarte.

—Eso es mentira —lo miro a los ojos —¿Por qué estabas escuchando, Aaron?

Se queda callado, por supuesto, y mientras el silencio crece entre nosotros, mas crece mi desagrado hacia sus actitudes. ¿Por qué le costaba tanto decirme lo que pensaba? Nunca fue así, nunca titubeaba cuando tenia que decirme las cosas.

—Dije que estaba preocupado…

—¿Por qué?

—Siento que te estas olvidando de mí.

Su voz suena tan triste, que flaqueo. Era inevitable no caer ante él, después de todo, él fue el primer amigo que tuve y la primera persona en todo. Era doloroso ver que, para mí, desde un principio, él fue el centro de mi universo y que ahora, después de todo lo que vinimos, yo ni siquiera era una estrella en el suyo.

—Yo siento lo mismo —admito —. No me gusta que me ignores cuando los demás están siendo horribles conmigo.

—No lo entiendes

—No, claro que no. Es por eso que quiero que me expliques.

—Debes hacerlo sola —desesperado se acerca, pero me aparto —. Es algo que todos vamos a pasar.

—Es que no lo ves, ¿verdad? —escupo —. Estuve toda mi vida sola, siempre y ahora que tengo la oportunidad de que alguien me quiera ¿tú te preocupas?

—Siempre me preocupo por ti —niega con la cabeza —. No quiero opacarte en tus cosas, si quiero que puedas tener amigos, pero no quiero que me saques de la ecuación.

—Hace rato que no lo estas —me atraganto, siento las manos convertirse en agua mientras batallo en mi interior si decirle o no lo que tengo en la punta de la lengua —. Es por eso que me tienes lastima, ¿verdad?

Sus ojos se abren, sorprendidos y antes de arrepentirme huyo como una cobarde. No iba a soportar su respuesta, no iba soportar que me mintiera en la cara una vez más. Iba a dolerme el tener que escuchar las escusas que tenia preparadas.

En mi habitación, cierro la puerta con llave y pongo una silla contra la puerta para que nadie entre. Otelo duerme sobre mi cama, roncando y lo dejo en paz, Charles me había dicho que había jugado todo el día y estaba algo cansado.

Para despejar mi mente, decido comenzar la estructura del museo para el proyecto de arquitectura. Tenía que hacer la mezcla de cemento y también los pilares, era un trabajo complicado. Me ocupo por eso un par de horas y cuando los ojos comienzan a cerrarse solos, decido ir a dormir.

 

 

—Para la clase que viene, tendrán que entregar la maqueta de la célula —Rachel anota todo en la pizarra y luego se voltea —. Pueden hacerlo de a dos, no hay problema. Ahora, usaran el telescopio para estudiar las raíces de la cebolla. Pueden empezar.

—Seremos compañeros —Max me guiña un ojo.

—De acuerdo —contesto y tomo la platina con la primera muestra —. Profase —anoto el resultado en la hoja y miro a Max —¿Quieres ver?

—No hará que llore.

—No, el ácido sulfúrico esta en la cebolla no en las raíces. No debes preocuparte.

—Dios, ¿Qué haría sin ti? —se lamenta mientras cambia la platina y me rio —. Creo que Anafase.

Verifico que sea correcto y le sonrío, asintiendo con la cabeza.

—Tienes razón.

Max hace un baile de victoria y ambos comenzamos a completar la hoja. Beau y Harry tienen problemas con las ultimas y los ayudamos. Rachel nos corrige el trabajo y luego de 20 minutos mas de clases salimos para poder almorzar.

Jane empaco zanahorias pequeñas, jugo de naranja natural y mi muy amado sándwich de pavo con queso cheddar. Emma no aparece en ningún lado y Beau me explica que se juntó con sus compañeros a estudiar para el examen de literatura medieval.

—Connery no es malo —digo.

—Eres la única que dice eso —Harry se ríe.

—Creo que todavía tengo pesadillas con Wolfram Von —Max se estremece.

El Poema épico medieval, Eschenbach de Wolfram no era aburrido. Hablaba de la vida de sir Perceval, caballero de la Mesa Redonda y de la corte del rey Arturo, y su búsqueda del Santo Grial. El problema era que Connery te lo tomaba entero, y tenías que aprendértelo de memoria porque era un examen oral.

—Siempre toma el mismo examen.

—Y siempre es igual de complicado —Beau sigue por mí.

Empiezo a comer mientras ellos se hablan sobre lo difícil que era dar un examen con Connery. A lo lejos, mi hermano y Bruno se encuentran rodeados por todo el equipo de porristas. Veo, también a la chica que encontré con Aaron en mi habitación, y me incómodo. Él no estaría muy lejos, posiblemente y la idea de verlo con aquella chica, me descomponía. Hugh me pesca mirando hacia su dirección y enrojezco cuando levanta la mano para saludarme, amable. Él era bueno, es decir, nunca se metía conmigo y a veces me sacaba charla. Es por eso que le correspondo el saludo, de manera tímida, y sin verlo siquiera.

—¿Qué dices, Tess? —los tres me miran y parpadeo un par de veces para volver.

—Perdón… ¿Qué?

—De ir al juego del sábado.

—Yo —me rasco la cabeza —, tengo un compromiso con mi padre, pero me encantaría ir otro día —agrego rápidamente.

—De acuerdo, te guardaremos un banderín.

Asiento algo mas relajada.

Nuestra escuela tenia diferentes equipos de deportes, pero el mas popular entre los estudiantes era el hockey sobre hielo. Todos los fines de semana había partido, y la cancha se llenaba de gente gritando y saltando. No me gustan las aglomeraciones de gentes, tampoco los ruidos fuertes, terminan siempre de dolerme los oídos. Me ponía a sudar cada vez que estaba entre tanta gente, mi ansiedad se disparaba y la mayoría de las veces casi terminaba con un ataque de pánico.



#35565 en Novela romántica
#3685 en Novela contemporánea

En el texto hay: amigos, amor, amigos y celos

Editado: 01.09.2021

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.