Al terminar la llamada con Mila, me saco el uniforme del instituto y me pongo ropa cómoda. Otelo se ha despertado y me sigue dentro de la habitación mientras ordeno mi ropa. Llora cuando quiero dejarlo dentro para poder ir a cenar.
Ruedo los ojos, él tenía la costumbre de quedarse a mi lado mientras yo cenaba. Siempre terminaba con algunas porciones de carne que no me gustaban.
—Bueno, pero calladito —le advierto.
Bajo con cuidado las largas y anchas escaleras. Una vez casi me había ido rodando por estar tan despistada, no quería pasar ese susto otra vez. Paso por la sala de estar y cuando entro al comedor, la cara de furia de James me recibe.
Frunzo el ceño, confundida. Miro a Aaron y él parece serio, aunque su cuerpo parece estar tenso.
—Ven a sentarte, Tessandra.
Mi padre me llama con la voz gruesa y decido hacerle caso. Otelo me sigue de cerca y cuando me siento en mi silla, él hace lo mismo. Miro mi plato, salmón con verduras de estación y algo de pure. Podía intentarlo.
—Hola, Tessandra
Una voz femenina me hace levantar la cabeza de golpe. Es la misma mujer que estaba en el club la semana pasada, esa que estaba tan cerca de mi padre. Ella estaba sentada frente mío, sonriéndome tímida y algo asustada. Viéndola de cerca, noto que es muy bonita. Es rubia, con los ojos café claros y con el rosto definido, como una muñeca.
—Los modales —mi padre me distrae.
—Hola… ah… es un placer —tartamudeo.
Ella estaba sentada en el mismo lugar que mi madre, el que ella usaba para comer siempre, siempre al lado de mi padre. Ella siempre tomaba su mano mientras hablaban de su día. Esta en el lugar que nadie ocupo desde que ella se fue.
—Ella es algo tímida, no te preocupes.
—No pasa nada —me sonríe —Soy Esme Grey, el placer es mío.
No contesto, ni siquiera dejo de mirarla. Se que estoy siendo maleducada, pero era inevitable no estar sorprendida que ella este aquí. ¿Qué quería lograr mi padre? ¿quería olvidar a mi madre? ¿o quería que la poca comunicación que teníamos se corte? Siento tantas cosas en mi interior que el hambre se había ido.
—¿Podemos ir al grano ya?
Agradezco, esta vez, que James sea tan directo. De todos, él parecía el más afectado con la situación. Observándolo bien, tenía los ojos vidriosos y la mandíbula tensa. Mama era su vida entera, sabia como se sentía ver a otra mujer ocupando su lugar. Yo me sentía a punto de romperme.
—Cuida tu tono —mi padre sisea —. No seas maleducado delante de los invitados.
—Ni siquiera estoy empezando —lo contradice —. Quiero saber que pasa o de lo contrario me retiro, tengo el estómago revuelto y estoy a punto de vomitar.
Habla con tanta rabia que me sorprende que no esté insultando. Mi padre se contiene, él no era de demostrar su disgusto públicamente. James iba a recibir su castigo a solas, siempre era así.
—Las encuestas de esta semana fueron positivas, dale las gracias a tu hermana. Tienes que cambiar esa actitud petulante, no te llevara a ningún lado —él se dirige a mí y me mira directamente a los ojos. —. Estoy conforme con tu comportamiento, Tessandra. Has demostrado tener clase y educación. Hable con tus maestros esta semana, espero que estés preparándote para las competiciones.
—A-ah, si —me atraganto.
Escucharlo era sentir alivio, me sentía orgullosa de mi actitud. Le demostré que podía yo sola y de cierta manera eso me dio cierta independencia.
—Bien, iré a tus competiciones para poder apoyarte. Espero que lo tomes con responsabilidad.
Abro mis ojos, sorprendida.
¿había escuchado bien? ¿iría a apoyarme?
La última vez que lo vi en una de mis actividades fue en un concurso de deletreo de primaria. Mi madre todavía vivía, pero él estaba ocupado en su trabajo. Todavía conservo la foto que nos tomamos sosteniendo mi trofeo de primer lugar.
No contesto, ni siquiera hablo lo que resta de la cena. Mi hermano y Aaron permanecen en silencio mientras mi padre converso amenamente con la invitada. Picoteo un poco del salmón, las verduras ni siquiera pude tocarlas, pero si me comí todo el pure. Cuando charles entra a servir más vino echa una mira a mi plato y me reprende con la mirada. Él sabía que, si me daba pure con acompañantes, siempre comía nada más que el pure. Una costumbre que tengo desde pequeña, amaba las patatas.
Me retiro antes del postre, no podía siquiera pensar en estar un segundo más en la mesa. Esme me desea buenas noches, mi padre también y saludando educadamente, subo las escaleras con Otelo.
En la soledad de mi habitación reflexiono sobre lo que acaba de pasar. El pecho me pesaba una tonelada, pero aun así no sentía deseos de llorar. Me lo atribute a que todavía estaba en shock. No podía procesar el ver a otra mujer en el lugar de su madre.
Se que tenía que pensar en la felicitada de mi padre, de su comodidad con ella, pero me era difícil. ¿Cómo pudo olvidarla tan rápido? Había días donde yo lloraba hasta dormirme porque la extrañaba, día en los que no quería levantarme siquiera al baño. Me sumía completamente en mí, aunque no lo demostrara.
Ni con mi piyama puesto y ya dentro de la cama, con la abruma de sueño peleando por vencerme, podía cerrar los ojos. Sentía tantos pensamientos mezclándose que me…
Siento un peso a mis espadas y con lentitud me giro para encontrarme cara a cara con James.
Sus ojos están rojos y cuando me mira sé que estuvo llorando por horas. Permanezco en silencio, con mis manos a un lado de mi cara.
—¿Qué crees que tiene en la cabeza? —pregunta mientras se acomoda más a mi lado.
Siempre solíamos hacer lo mismo. Cuando el día no iba bien y los pensamientos eran tantos que ninguno de los dos podía con todos, buscamos ayuda del otro. James siempre solía venir a mi habitación por las noches cuando tenía esos pensamientos. Solía hacerlo cuando mama todavía estaba, luego de eso, nada volvió a ser lo mismo.