Todo Cambió

Capítulo 4

—¿Lin-Lin? —Sentí mi cuerpo encogerse por dentro, mis mejillas empezaron a arder y empezó a hacer calor, empecé a temblar. Estaba parado frente a mí con una sonrisa impecable, su pelo castaño ahora se encontraba corto y peinado hacia atrás, lleva una camisa de vestir con florecitas blancas y las mangas hasta el codo, su vaquero y sus converse negros. Retome mi compostura y respire hondo antes de hablar.

—Saúl Hurdes. —Llevaba años de no pronunciar su nombre, se sentía raro decirlo después de tanto tiempo. Después de que se fue a California prometí no volver a hablar de él. De nuevo volvió a sonreír ampliamente y sus ojos se achinaron un poco, ocultando su color cielo.

—Adlin Salas, años sin verte. —Se acercó a mí y me dio un abrazo. Su loción inundo mis fosas nasales y mi cuerpo se estremeció ante su contacto y mi piel se erizo. —¿Cómo has estado? —Susurro a mi oído antes de terminar el abrazo.

—Sí, años sin vernos. ¿Cuándo regresaste? —La cerveza y el tequila ya estaban afectando un poco mi sistema ya no me sentía nerviosa, me sentía relajada y confiada.

—Regrese ayer en la tarde. —Ouch y no me aviso. —Y perdón por no haberte avisado pero estaba un poco ocupado arreglando los papeles del club y...

—¿Del club? ¿A qué te refieres?

—Mis padres compraron este Club. —Levantó su dedo índice y señalo el lugar. —Y como estudie administración decidieron darme este lugar como negocio propio para que pueda trabajar y seguir adelante. —Se recostó en la barra y sonrió, le pidió a Lucas una bebida que no llegue a escuchar.

—¿Y por qué aquí y no en California? —Hice su mismo movimiento y me recosté en la barra devolviéndole la sonrisa.

—Extrañaba mi ciudad natal y su gente Lin-Lin. —Mi estómago dio un brinco y mi corazón latió con fuerza, por un momento creí que iba a desmayarme. —A parte pedí traslado de la universidad de California a la de aquí, así que supongo que nos estaremos viendo seguido el próximo año.

—¿Y dónde estás viviendo?

—En la misma casa de mi infancia solo que ahora vivo solo. —Tomo su bebida de la barra y le dio un trago.

—Así que seguirás siendo vecino de mis padres.

—¿Te mudaste?

—Sí, me mude con Samanta cuando estábamos cursando segundo año. Vivimos como a unos quince minutos de aquí.

—Oh, tal vez algún día podrías enseñarme tu nuevo hogar y pasar el rato, ponernos al día. —Deje mi mirada fija en su bebida pensando en que quiere pasar el rato conmigo.

—¿Oh no? ¿Son malos planes? —Inclinó su cabeza hacia el frente para ubicar mi mirada.

—No, solamente que ha pasado tanto tiempo que es extraño estar teniendo esta charla, sabes. —Le sonreí tímidamente y me froté la sien, estaba un poco mareada.

—Nada ha cambiado Lin-Lin. Seguimos siendo los mismos de antes ¿no?

—No lo creo, hemos madurado de manera diferente. Tú ahora tienes un club a tu nombre y yo tengo un trabajo en una empresa que me manda a diferentes lugares a hacer auditorías que por cierto me gusta. No nos hemos visto en años.

—Lin-Lin. —Tocó mi mano y mi piel vibro ante su tacto. —Solo regrese a aquí porque...

—¡Vaya si es Saúl Hurdes! —Apareció Sam detrás de él y le dio un pequeño golpe en el hombro.

—Samanta Grillo. —Vi que esbozó una sonrisa y Sam puso los ojos en blanco.

—Es Trillo, idiota. —Dijo parándose a mi lado y rodeando mis hombros con su brazo.

—La misma Samanta de siempre. —Levantó su bebida dio un pequeño brindis y dio un trago.

—Te presento a Iván, mi novio. —Los ojos de Sam se iluminaron al mencionar a su novio y los chichos se estrecharon la mano.

—Mucho aguante tiene este muchacho. —Saúl y yo reímos y Sam puso los ojos en blanco mientras Iván solo asentía y se reía viendo a su chica. —¿Quieres una bebida Lin-Lin?

—¿Aún la llamas así? —Quería pegarle una bofetada a Sam, él podía llamarme así aun con ochenta años.

—Claro, media vez ella no me pida que la deje de llamar así, seguiré diciéndole Lin-Lin. —Me sonrió y yo solo me ruborice y asentí.

—Como sea. —Sam puso los ojos en blanco y se acercó a mi oído. —No creo que él sea tu posible romance Adlin. —Vio con recelo a Saúl y se apartó de mí. —Iremos a seguir bailando, no tomes mucho Adlin.

—¿Sigue sin confiar en mí, verdad?

—Sí, es algo protectora. Y acepto tu oferta de la bebida. —Dije sonriéndole y sentándome en un banco que estaba a su lado, tomó mi mano y me ayudó a sentarme. —Gracias. Y cuéntame, ¿Qué hiciste todos estos años?

—Extrañarte. —Me dedico una sonrisa tímida y pidió dos cervezas. —Yo no quería ir a California, tenía una vida aquí que quería conservar al menos unos años más, pero irme fue algo que abrió mis ojos y me di cuenta que si no fuera por mis padres no tendría este club hoy y no estaría charlando contigo. Supongo que todo pasa por algo.

—Ya veo. —No sabía qué responderle.

—Sí, visité Disneyland.

—¿Lo visitaste sin mí? —Hice pucheros y luego reí seguido de darle un trago a mi cerveza. —¿Qué tal estuvo?

—El lugar es impresionante, las atracciones son geniales y la comida es deliciosa. —Pasó su mano sobre su cabello y se lo acomodo dejándolo un poco despeinado, tal y como lo recordaba. —Solo que fui en mala compañía. —Hizo mala cara y tomo un trago.

—¿Con quién fuiste? —Que no diga con una chica, por favor.

—Con mi novia.

—¿Tienes novia?

—Eso fue hace años Lin-Lin. Ahora es mi ex novia. —Rio ante mi cara de sorpresa.

—Lo lamento.

—No lo lamentes, fue una relación muy tóxica. Era muy controladora y celosa, quería saber todo lo que hacía. —Se volteó y recostó su espalda sobre la orilla de la barra, puso sus codos sobre ella y a través de su camisa se marcaba el músculo de su brazo.

—Así te gustan.

—Fue un desliz que tuve el año que llegué a California, fue para vengarme de mis padres de que me llevaron en contra de mi voluntad. Luego de ella solo tuve como dos relaciones más y hace dos años estoy soltero. —Sonrió de lado y volteo a verme. —¿Qué hay de ti, algún chico en tu vida?



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En el texto hay: romance, amor, amistad

Editado: 03.09.2020

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