Capítulo 5

—No te preocupes, veo que estuviste ocupado. —Señale mis labios mostrándole donde tenía labial, Saúl soltó una pequeña risa detrás de mí. Yves hizo mala cara y tomo una servilleta de la barra y la pasó sobre sus labios. Yves podría ser un gran amigo pero tratándose de chicas era un engreído y presumido. —Por cierto, él es Saúl; un amigo de la infancia y él es Yves un amigo de la universidad.

—Un gusto. —Dijeron al unísono creando un momento incómodo. Saúl aún me tenía tomada de la mano y su dedo pulgar pasaba sobre mi piel creando pequeños escalofríos.

—¿Vamos a bailar? —Saúl me jalo un poco alejándome de Yves y me sonrió.

—Claro. —Le sonreí y me acomode el cabello detrás de la oreja.

—¿Adlin no te quedaras a tomar un trago conmigo? —Yves me tomo de la mano y me jalo un poco.

—No, iré a bailar con Saúl. Diviértete, nos vemos luego. —Le sonreí y Saúl sonrió triunfal. Yves puso los ojos en blanco y golpeó la barra.

—No puedes irte con él. —Agito las manos en el aire y luego lo señaló.

—No hagas esto Yves. —Dije acercándome un poco a él aun tomada de la mano de Saúl.

—¿Qué no haga qué? ¿Me has estado dando alas todo este tiempo y luego te vas con este niño playboy? —Me reí con ironía ante su comentario y me solté del agarre de Saúl.

—Desde un principio te deje claro que no quería nada serio. Tú solo te ilusionaste.

—Cuando me decías que te hiciera mía en la cama no me decías que no querías nada serio. —Sonrió triunfal ante aquel comentario y mi sangre empezó a hervir y mis ojos empezaron a arder, no podía creer que estuviera haciéndome esos comentarios después de haber tenido una charla de media hora sobre cero compromisos en esto a lo que ambos accedimos. —Eres una cualquiera, una zorra ofrecida. Seguramente después de la fiesta te abrirás de piernas con él. —Señalo al chico de mi infancia detrás de mí y mis mejillas empezaron a arder de la vergüenza y de la humillación que estaba recibiendo de quien menos me lo esperaba, quería que la tierra me tragara de solo pensar que Saúl pudiera creer todas aquellas palabras que estaba diciendo, en un abrir y cerrar de ojos Yves estaba en el piso con la nariz rota, escuche como Lucas llamo a los de seguridad y Saúl levantó a Yves de la camisa y lo amenazó.

—Vuelves a ofenderla de esa manera y te dejare la cara irreconocible. ¿Me entendiste? Y no vuelvas a mi club jamás en tu vida. —Lo dejo caer al piso y los de seguridad lo sacaron. —¿Estas bien Lin-Lin? —Le hizo una seña a alguien detrás de mí y la música empezó a sonar de nuevo y todos volvieron a donde se encontraban como si nada hubiera pasado. ¿En qué momento había permitido que mi vida sexual se volviera un escándalo de un momento para otro? —Contéstame Adlin. —Me tomó de los hombros y me movió un poco para que reaccionara.

—Perdón por esto. —Mis lágrimas empezaron a salir y me sentía avergonzada y humillada.

—No tienes la culpa, él la tiene. No es de un caballero andar exponiendo la vida de una chica y menos de una tan especial como tú.

—No tienes que decirme cosas lindas para hacerme sentir mejor. Creo que me iré a casa. —Me tomo de la mano y me llevó a la mitad de la pista de baile. —No quiero bailar ahora Saúl, no estoy de humor. —Trate de soltarme de su agarre pero fue imposible.

—Adlin Salas ¿me permites esta pieza? —Hizo una reverencia digna de un príncipe y me dedico una sonrisa amplia. Mis ojos dejaron de llorar y mi pulso se tranquilizó y me hizo reír mientras mis mejillas se ruborizaban.

—Sería un gusto bailar contigo, Saúl Hurdes. —Sonrió ampliamente mientras hacía un paso triunfal y me reí de lo tierno que se miraba. Se acercó poco a poco a mí y tomo mis manos para que las pusiera sobre sus hombros y rodeara su cuello y luego puso sus manos sobre mi cintura haciendo que mi cuerpo se erizará de pies a cabeza.

—Debo confesar que estoy nervioso Lin-Lin. —Sonrió de lado mientras mi piel seguía eriza ante su tacto. Quito una mano de mi cintura y puso un mechón de mi cabello detrás de mi oreja y luego hizo un suave movimiento sobre mi mejilla. —Te extrañe de verdad.

—¿Por qué? —Tal vez debería haberle respondido que yo también lo he extrañado pero me había prohibido hacerlo, me había prohibido muchísimas cosas desde que se fue, no quería sentirme con el corazón roto siempre, así que solo pude bloquearlo de mi mente y mi corazón.

—Hacíamos todo juntos, dormir, comer, estudiar, todo. Incluso recuerdo que hicimos el pastel de Samanta para su cumpleaños. —El recuerdo de ese cumpleaños revolvió mi estómago y le sonreí tímidamente. —Quería besarte aquel día. —Confesó. —Me molesté muchísimo cuando tú hermano entró a la cocina justo cuando estaba a punto de darte un beso.

—Mi hermano nos regañó mucho ese día.

—Idiota. Yo ya había hablado con él del tema.

—¿Cómo? ¿A qué te refieres?

—Le pedí consejos para besar a una chica, luego le confesé que te quería besar a ti. Y planeamos lo del pastel y la revista para poder besarte, pero no se porque hizo eso. —Mi corazón latía con fuerza ante aquella confesión.

—¿Por qué querías besarme?

—Me gustabas Lin-Lin. Tal vez suene egoísta pero quería ser yo quien te diera tu primero beso y quería que fueras tú la que me besara por primera vez. —Ante su confesión me acerco un poco más a su cuerpo y pude sentir como entrelazó sus dedos en mi espalda baja. —Lastimosamente no se pudo dar y cada quien tuvo su primer beso con alguien más.

—¿Por qué te gustaba? —Tenía tantas preguntas ante aquella confesión que no sabía cual hacerle primero.

—Siempre estabas ahí, apoyándome. Cuando falleció mi abuelo fuiste la única que estuvo conmigo, cuando perdí a mi hámster y todos dijeron que era un niño tonto por llorar por eso, tú fuiste la única que lloró conmigo. Cuando tuve mi primera pelea a los ocho años, estuviste conmigo tomándome de la mano mientras mis padres me regañaban y fuiste la única que se molestó y me dejó de hablar luego de que me fui a California.