Capítulo 7

—¿Qué acabas de decir? —pestañee varias veces y trague pesado, no estaba segura si había escuchado bien, ¡Quería besarme!

—Desde que tengo memoria te gusta escuchar dos veces las cosas que no crees que sean ciertas. —Rio un poco y tomo un poco de su cerveza, le dedique una sonrisa tímida y baje la mirada. —Quiero que me permitas darte un beso Lin-Lin.

—¿Desde cuando tienes el cuerpo tan trabajado? Ya no eres el niño regordete y con mejillas bonitas. —Cambie de tema al instante, su mirada se llenó de desilusión pero se recompuso pronto, tenía miedo de besarlo y que mis sentimiento afloraran nuevamente, sufrí demasiado cuando se fue de mi lado no solo porque me había enamorado de él, sino porque era mi mejor amigo y dejar ir a una persona tan importante para ti es algo muy duro de procesar y superar, más si te enamoraste de esa persona. Puse mi mirada sobre su abdomen bien trabajado y luego lo vi a los ojos, me ruborice al instante.

—Empecé a ir al gimnasio y a cuidarme desde los dieciséis años, ¿O sea que ya no tengo mejillas bonitas? —hizo un pequeño puchero y me dio risa lo que provocó que pusiera ambas manos sobre sus mejillas, sentí bajo mis dedos el vello facial que estaba creciendo, sonrió ante mi tacto y sus ojos se achinaron un poco. —No sabes la falta que me has hecho Lin-Lin.

—También te he extrañado Saúl Hurdes.

—¿Por qué siempre dices mi nombre completo?

—Pues...—No podía decirle que desde que se fue prometí no volver a pronunciar su nombre porque estaba dolida. —Simplemente me gusta.

—Sabes que no me gusta mi nombre ¿cierto? —Asentí y me encogí de hombros. —Pero de tus labios suena como melodía que necesito escuchar a cada segundo.

—Saúl Hurdes. —Pronuncie despacio y luego sonreí. Rodeo mi cintura con sus brazos y yo puse mis manos sobre sus hombros. —Lo lamento pero tengo que admitir que estos hombros son de admirar. —Pase mi dedo índice por sus hombros anchos y marcados a lo que su piel se erizo y me hizo sonrojar. Estaba tan distraída viendo su cuerpo que no me percate que me encontraba demasiado cerca de él y sentí su aliento en mi cara, levanté mi vista y él se encontraba viéndome. —Perdón, invadí tu espacio personal. —Pero no me aleje, no quería hacerlo. 

—Lin-Lin, contigo no existe mi espacio personal. De hoy en adelante te quiero cerca de mí todo el tiempo creo que he perdido mucho tiempo lejos de ti y no quiero hacerlo más, claro, solo si tú quieres. —No pude evitar sonreír ampliamente y le di un abrazo.

—Por supuesto que me gustaría invadir tu espacio personal como lo hacíamos de pequeños, Hurdes. Creo que esa era mi parte favorita del día.

—Mi parte favorita del día cuando éramos pequeños era verte salir de tu casa con tus peinados exóticos que te hacía tu madre y tu cara de "No digas nada al respecto". —Rio un poco y me dejo ver su sonrisa, no había cambiado nada y me gustaba el sonido que emanaba de sus labios al reír.

—No puedo creer que recuerdes eso.

—Cómo olvidar todo lo que viví a tu lado.

—No sé, yo no he olvidado nada pero me sorprende que tú lo recuerdes.

—¿Por qué?

—Normalmente los hombres le dan poca importancia a detalles así, siempre es la chica la que recuerda momentos de esa clase, los chicos recuerdan cosas como futbol o cosas así, en cambio una chica recuerda la primera vez que el chico le sonrió, cuando el chico dio un halago y así, ya sabes.

—Entonces debería ser chica, pero yo recuerdo cuando me tomaste de la mano la primera vez. —Mi corazón latió con fuerza ante aquel recuerdo. —Un maestro de lenguaje me paso a explicar un tema en frente de todos, del cual apenas tenía conocimiento porque no había estudiado con anterioridad, tú te pusiste de pie y te colocaste a mi lado para luego tomarme de la mano diciéndome que continuará a pesar de estar diciendo estupideces.

—Teníamos como once años.

—Lo sé, ese día fue cuando me enamoré de ti. 

—¿Qué acabas de decir?

—Señor Hurdes, perdón que interrumpa pero Samanta está buscando a Adlin. —Anunció Lucas desde la puerta de la oficina y yo me aleje de Saúl para dirigirme a la puerta. Saúl puso los ojos en blanco y me siguió hasta la puerta y me detuvo del brazo.

—Necesitamos hablar después de esto. —Le sonreí y asentí saliendo de la pequeña oficina dejando atrás a mi mejor amigo.

Salí por la pequeña puerta de la barra y busque a Sam no la veía por ningún lado, sentí que alguien tocó mi espalda y voltee a ver, ahí estaba con su novio.

—¿Donde te habías metido Adlin? Estaba preocupada. —Dijo dándome un pequeño golpe en el brazo.

—Perdón, una chica derramó su vaso sobre Saúl y lo acompañe a limpiarse.

—Con la lengua seguro. —Mis mejillas empezaron a arder a pesar de saber que no pasó nada ahí dentro.

—No pasó nada, Sam. Solo estábamos esperando que su camisa se secara un poco para luego regresar.

—¿Ya viste la hora? —No me había percatado que llevaba una hora y media en la oficina con él. —Creí que te había secuestrado.

—Deja de desconfiar tanto de él, es mi amigo.

—Te abandonó, Adlin.

—Pero no porque él quisiera, Sam. ¿Podrías ayudarme? —Pregunte a su novio señalando a Sam.

—Deja que ella tome la decisión de si el chico le conviene o no.

—No sabes cuanto lloro por él cuando se fue a California, yo estuve ahí y él no.

—Sam, sabes que te amo con todo mi corazón, eres mi hermana y se que te preocupa que él vuelva a lastimarme pero deja que me equivoque una vez y puedas decirme "te lo dije."

—Bien, de todo corazón espero no tener que decirlo, pero si ese cabrón te hace daño una vez más, lo mató. —Le di un abrazo y le besé la mejilla. —No puedo creer que hayas aceptado tan rápido que aún estás enamorada de él.

—No fue lo que dije, no pongas palabras en mi boca. —Rodé los ojos y me reí. —Solo le estoy dando la oportunidad de estar de nuevo en mi vida.