Todo es por ti

Capítulo 20: "Gran noche"

—¿Cuánto más vas a tardar? Llevas más de media hora en el baño.

—¡Tengo que arreglarme! Ya casi termino.

—Ay sí… debes lucir guapo para ver a Tasie, ¿no? Qué muchacho…

No íbamos a llegar puntuales si Ángel continuaba con su dramatismo al alistarse. Por mi parte, me había puesto un vestido formal color lila que me llegaba unos pocos dedos bajo la rodilla,  además unos tacones bajos negros y había recogido mi cabello en una coleta para lucir más peinada. Para vestir a Ángel hurgueteé en el armario de mi padre, como el chico era alto y de una contextura adecuada no fue difícil  conseguir algo apropiado.

—¿Te parece que luzco bien?—Cuando la puerta del baño se abrió frente a mí juro que entré en un muy extraño estado de schock. Sabía que Ángel era lindo, pero ahora había algo más que eso… mucho más.

—Luces perfecto—dije casi en un susurro. Estaba atónita. Sentía algo extraño en mi cuerpo, era como si todo dentro de mí temblara.

—Gracias. Me gusta que la corbata combine con tu vestido y no sólo eso—Ángel me enseñó algo escondido en un su mano, era un pequeño listón violeta—, lo hice cortando una parte del largo de la corbata que me estorbaba, es pequeño, será perfecto para Dúpin.

—Posees muchas habilidades asombrosas—opiné, el detalle era adorable. Vi un ligero sonrojo en las mejillas de Ángel.

—Bueno, creo que ya deberíamos ir andando.

El plan era llegar al parque cercano a unas cuadras de mi casa, encontrar el árbol que nos teletransportaría al prado cercano a la casa de Tasíe y Teo, y bueno… una vez en la fiesta tendría que darle apoyo psicológico a Ángel para que se animara a acercarse a Tasie.

—Oye, Sofía ¿ese no es Gabriel?—estábamos cercanos al parque, pero al voltearnos a ver un callejón cercano a un almacén vimos a un chico a una chica, eran Gabriel y su ex novia.

—¿Qué diablos está haciendo? Apenas puedo ver.

—¡Gabriel!—sin que pudiera anticiparlo, Ángel corrió hacia donde estaban ellos y se interpuso entre ambos. Al acercarme fui consciente del asunto, la chica lo había golpeado e iba a volver hacerlo cuando Ángel se interpuso sujetándole la muñeca.

—¡Idiota!—chilló la chica. Tenía una expresión de cólera en su rostro, tuve la suerte de que se voltera a mirarme con su rostro de lunática.

—¿Qué maldita cosa tienes en la cabeza?—me aproximé más a ella, su muñeca seguía siendo sujetada por Ángel—¡Ya vete!

Ángel la soltó y la chica se marchó dándole patadas al aire y al suelo. Lucía eufórica, colérica. Daba mucho mi miedo.

—¿Estás bien?—preguntó Ángel a Gabriel. Éste último tenía sangre saliendo de su nariz.

—Gracias… Sí, lo estoy.

—¿Qué ha ocurrido?—le consulté. Lucía desorientado y no dejaba de mirar al piso.

—No tengo idea… me acabo de dar cuenta de que mi ex novia estaba loca. Dijo cosas muy extrañas…—Gabriel levantó la mirada hacia nosotros, su expresión se volvió dura—, ¿Qué hacen vestidos así?

—Vamos a la fiesta de una amiga de Ángel—avisé—De hecho, llevamos un poco de retraso. ¿Estarás seguro si te dejamos solo?

—Sí, tranquila.

—No está tan lejos de todos modos—opinó Ángel—, creo que es mejor asegurarnos y acompañarle a su casa.

Asentí. En el fondo sabía que era la mejor opción. La fiesta daba igual de todos modos. El más entusiasmado en ir debería ser Ángel.

 

—Gracias por acompañarme, en serio—Gabriel lucía aliviado, pero su vista parecía perdida, como si sus pensamientos se encontrasen en otro lugar del planeta. Imaginé que la chica lo había sacado bastante de onda, pero no era el momento apropiado para hacer preguntas—, bueno… que les vaya genial. Disfruten la noche.

Ángel y yo aguardamos hasta que Gabriel entrara a su casa. Sabíamos que algo andaba mal, pero no hicimos comentarios al respecto. La fiesta daba inicio en veinte minutos, si teníamos suerte llegaríamos justo a tiempo.

Los árboles no solían llamarme la atención, usualmente los encontraba a todos iguales, por mucho que tuvieran tonalidades diferentes en sus troncos y hojas, pero el árbol que nos llevaría a aquella mágica dimensión tenía algo que me resultaba demasiado peculiar, por alguna razón me recordaba a una forma humana e incluso, si observabas bien, podías percibir que tenía un rostro. El rostro de una mujer.

—Lo has notado—comentó Ángel cuando estábamos parados frente al árbol especial—, antes era una bruja… aunque no tengo idea cuál.




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