«Es el amor el que nos impulsa a dar el gran paso»
Tres meses después, Verónica junto a Celeste ultimaban detalles para la reunión trimestral que organizaba la presidencia de la empresa donde cada jefe de departamento debía mostrar el resumen de su gestión.
Las últimas doce semanas estuvieron cargadas de múltiples actividades. Atrás quedaron los días de autocompasión, miedos y amenazas. Tras la golpiza que Mateo le dio a Iván, esté no fue capaz de voltear siquiera a verla cuando iba a los partidos de fútbol de su hermano, prefería actuar como si no la conociera, cosa que le parecía maravillosa, lo menos que quería era tener que hablarle así fuera por cortesía y educación.
Ahora que se sentía plena, que se sentía libre, vivía cada día con la convicción de que sería mejor que el anterior. En los últimos meses había comprendido aquello que su madre siempre le decía: La vida no es estabilidad, es saber andar en equilibrio. Y finalmente lo hacía, finalmente había equilibrado su vida. Tenía más de noventa días sobria, continuaba con sus terapias semanales y lo mejor de todo era que ya no lo hacía sola. Sus familiares estaban allí, apoyándola en todo el proceso. Contrario a lo que pensó, ninguno intentó controlarle, le daban su espacio y respetaban sus tiempos cuando de hablar sobre su problema se trataba.
Aunado a eso, contaba con dos empleos, o mejor dicho, dos profesiones que la llenaban de satisfacción, haciéndola sentir independiente. Le encantaba su trabajo en la Cervecería, y amaba ser modelo, por tal razón, aceptó un contrato para ser la imagen de una línea de ropa íntima. Claro que Mateo intentó poner alguna que otra objeción, que la vieran con tan poca ropa no le agradaba en lo más mínimo. En ocasiones, su Catire se convertía en un loco posesivo al que no le gustaba que ni una mosca se le acercara y, por loco que pareciera, eso le gustaba.
Le gustaba porque él no era el típico macho que la pretendía encerrar en una jaula de cristal, él era el tipo de hombre que pese a no estar totalmente de acuerdo con sus decisiones, la apoyaba de manera incondicional. No le cortaba las alas, simplemente comprendía lo mucho que disfrutaba modelar y, más si lo hacía para una pequeña marca, como era el caso. Para ella, el modelaje era la manera de mantener una conexión con su madre. Gabriela no solo fue modelo, también fue profesora de pasarela y fue quien le enseñó a disfrutar y a llevar de buena manera su carrera.
El contar con un amor incondicional como el de Mateo, le enseñó el verdadero significado del amor de pareja. Con él tenía una relación que nunca imaginó, una relación sin restricciones, sin barreras. Continuaban viviendo separados aunque una que otra noche las pasaran en un departamento u otro. Ambos necesitaban su espacio, ella necesitaba su espacio y su tiempo para poner su vida en orden y, si quería que su relación tuviera futuro, debían respetar esos tiempos y esos espacios. Todo debía ocurrir a su debido tiempo.
El llevar las riendas de su vida le hizo entender que su ex nunca tuvo razón, era una mujer valiosa, una mujer que merecía amar y ser amada y se sentía orgullosa de todo aquello que estaba logrando, incluso, de aquello que estaba a punto de pasar en la empresa, algo que en parte ocurriría gracias a ella.
—No puedo creer que esto esté por pasar. Después del día de hoy, esta empresa no volverá a ser la misma —musitó. Pese a que no estaría presente en la reunión estaba ansiosa por lo que allí ocurriría. Ingresó a la empresa con un objetivo y ese objetivo ya había sido alcanzado.
—Lo sé, pero ya tenemos la evidencia suficiente para desenmascarar a ese idiota y lo mejor de todo es que lo descubrimos justo antes de que iniciara el Oktoberfest. Seguramente ya tendría algún mega sabotaje planeado para hacernos quedar mal en el evento —afirmó su jefa.
Celeste, aprovecharía la reunión para desenmascarar de una vez por todas a Bruno Schmidt, el Gerente de Finanzas. Quien no solo resultó estar detrás de los problemas que constantemente se presentaban en el área de producción, sino que también era el padre de la bebé que esperaba su asistente. Bruno nunca estuvo de acuerdo con el ascenso de Mateo a la presidencia, consideraba que ese puesto lo merecía alguien que, al igual que él, llevara años trabajando en la compañía. Por eso, se alió con varios jefes de departamentos, supervisores y personal obrero para sabotear la producción.
Por supuesto que la asistente de Celeste estaba al tanto de las fechorías de su pareja, ella era quien hacia el trabajo sucio de su amado aprovechándose de su posición y de la buena relación que mantenía con los asistentes de otros departamentos para obtener información privilegiada que le permitiera a Bruno y sus secuaces atacar a la empresa desde diversos ángulos.
Por fortuna Elske no era tan astuta y dejó varios archivos comprometedores en su ordenador, archivos que servirían como evidencia irrefutable, dejando claro el complot que existía en contra del presidente.
Verónica quedó en shock cuando hizo el descubrimiento de aquellos archivos. Ya tenía un mes trabajando en la empresa y no había visto necesario el revisar a fondo el ordenador de la asistente de Celeste, porque lo consideraba como una falta de respeto. Su estancia allí era transitoria y bien podía trabajar con los archivos que la chica le indicó que se usaban con mayor frecuencia.