Capitulo 1: "El Encuentro"
POV Connor.
Se preguntarán que cómo he llegado hasta aquí, en medio del bosque, de noche y con un enano feo y molesto, la verdad, no es una historia sumamente compleja. Y todo empezó a las siente con treinta y dos minutos de la noche de hoy, estaba bien tranquilo viendo mi Facebook, hasta que...
— ¡Connor!— El grito de Noah me hace sobresaltar y casi tirar mi celular contra la pared. Está en la puerta observándome directamente y con el ceño fruncido. Trago saliva y me levanto del pequeño asiento que hay en la reducida habitación.
—H-hola, jefecito— Suelto una risita nerviosa.
—Nada de “jefecito”— Suena enojado. —Te he estado buscando desde hace media hora ¿por qué carajo no estabas en tu puesto?— Obviamente está exagerando.
—P-porque... Emm... ¿ya me iba a ir?— Murmuré.
— ¡Pero si sales a las ocho!— Grita enojado y mira el reloj de su mano izquierda. — ¡Faltan veintiocho minutos para eso!— Abro mi boca para responder, pero sale de la habitación de empleados aún más enojado que cuando entró. Me quedo de pie, confundido. — ¡Deja de ser vago y ven de una vez!— Le escucho decir desde fuera. Ruedo los ojos, al tiempo que ordeno a mis pies salir del pequeño cuarto.
Un estrecho pasillo me recibe, con las paredes de color bermellón un poco desgastadas y el piso que, en su mejor momento, debió ser un bonito blanco, la bombilla en el techo titila dándole un aspecto un poco tétrico al lugar, que si estuviera sólo, me daría miedito caminar por aquí.
Noah me lleva hasta su oficina, que no está muy lejos de donde me encontraba anteriormente. Entra, dejando la puerta abierta, en una clara invitación de que entre también, y eso hago, dejando la puerta cerrada. Mi jefe se sienta en su silla de cuero café, que obviamente es sintético, (no hay dinero ni para cambiar la bombilla del pasillo) mientras yo me siento en una silla, su escritorio de madera negra es lo que nos separa. Levanto mi ceja izquierda en modo de pregunta. Nomás suspira.
—Necesito que le lleves una pizza a Amanda...— Musita lentamente, como temiendo mi reacción.
Noah es como mi papá, antes era muy amigo de mis padres, sin embargo, cuando ellos murieron él se hizo cargo de mí. Se supone que mi familia debió hacerlo, pero todos, tanto familiares de mi padre como de mi madre me hicieron de lado ¿por qué? No sé y sinceramente ya no me importa.
Han pasado ya muchos años desde entonces y Noah no se ha dado cuenta de eso, sigue pensando que tiene veintitantos, creyendo que cada mujer con la que habla, ya está derretida de amor por él, siendo que, en realidad, se sentían incómodas con su presencia o en su mayoría, como Amanda, fingían solo para quitarle el dinero. Como una zorra, no, más bien como un buitre... o una zorra-buitre... mutante.
Volviendo al tema...
—Sabes lo que pienso de ella. — Ahora es mi turno de cruzar los brazos y fruncir el ceño.
—Sí, ya sé que no te agrada— Rueda los ojos. —Pero esta es la última vez que le envió algo y te juro que ya no la volveré a ver, esta pizza es como una despedida, — Me ve con suplica en sus ojos, sé que no debería meterme en la vida amorosa de Noah, pero estoy seguro que esa mujer no le conviene. — ¿Por favor?
—Está bien, la llevaré. — Lo veo mientras hace un “¡sí!” junto con una pequeña celebración con sus manos. Ruedo los ojos, definitivamente sigue sin saber que tiene cincuenta y nueve. Resoplo frustrado. — ¿Ya terminaste?— Vuelve a su rostro serio de siempre y asiente.
—La pizza está en la cocina y la dirección está encima de la caja. — Me levanto de la silla y me dirijo a la puerta, dispuesto a irme. —Y Connor... — Me volteo. —Gracias.
Le contesto con un bajo “está bien” mientras abro la puerta y salgo de ahí, encontrándome con el mismo pasillo deprimente de hace un rato, giro a la derecha y a unos pasos esta la cocina.
—Oh, hola, Jorge. — Saludo al cocinero cuando entro. — ¿Has visto si Noah ha dejado una pizza por aquí?— Pregunto a la par que la busco con la mirada.
—Hola, Connor. — Dice con una sonrisa. —Y si, Noah la dejó ahí. — Señala con los ojos una pequeña repisa donde se guardan algunos ingredientes. Mis ojos inmediatamente ven la caja y me dirijo a ella.
—Gracias, Jorge. — Le digo, mientras la tomo. Veo un pequeño papel encima, notando una dirección escrita en él. Hago un berrinche mental ¡Eso está en medio de la nada! Bueno, ya que, prometí ir a entregarla así que no tengo opción. Suspiro. Me dirijo hacia la puerta de la cocina con la caja en mano. —Adiós, que te rinda.
—Gracias y adiós, Connor. —Me responde, sacando una pizza del horno. Salgo de ahí, dejándolo tranquilo en sus cosas. Camino con pasos lentos hacia la salida trasera, abro la puerta de metal e inmediatamente el frio de la noche se hace notar por encima de mi chaqueta del uniforme. La motocicleta de entrega está ahí, encadenada a un barrote de hierro que sale de la pared. Milagrosamente nunca la han robado, lo cual es raro, estando sola en un callejón oscuro. Creo que lo máximo que le han hecho es intentar quitarle los espejos retrovisores, que por cierto, no pudieron y dejaron uno mirando ligeramente hacia arriba, lo arreglaría, pero me da pereza.