Toma mi alma

IX

A lo largo de mis diecisiete años había visto suficientes películas de terror y de entes sobrenaturales como para saber que aquello en lo que me estaba metiendo podía acabar en algo muy malo; una posesión como mínimo. Pero también sabía que aquello que veíamos, por muy real que pareciera, no siempre lo era.
Si aquel chico, o lo que quedaba de él, quisiera hacerme algún daño, seguramente ya lo habría hecho. Pero no parecía que intentara herirme, solo quería mantenerse alejado de todos, solo, envuelto entre sus propias sombras.
Y si eso era lo que él quería, yo respetaría esa decisión. Pero antes debía saber un poco más de él, indagar entre su misteriosa existencia y lograr extinguir algunas de las dudas que carcomían mi mente.
Es jueves y el sol ya no se ve entre la densa masa de nubes grises que se aglomeran sobre mi cabeza. La tarde esta fría y sombría aunque apenas son las dos de la tarde.
Al colarme por entre la brecha de la cerca que rodea el parque, un trueno amortiguado resuena en el cielo, como si intentara advertirme, pero no me importa. Estoy aquí y hare lo que vine a hacer.




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