La mañana había llegado, el detective esta vez no fue despertado por la llamada de un oficial como de costumbre, él solo se levantó y fue a prepararse un café, sin embargo cuando encendió la televisión se llevó con la sorpresa de que en el transcurso de la noche Torikago San había asesinado 10 criminales que posiblemente alguno de ellos podría haber sido el responsable de las muertes de tantos inocentes.
El detective molestó llamó al oficial que suele informarle sobre estos sucesos pero este sorprendido exclamó:
—Disculpe señor, enserio discúlpeme... –dijo cortadamente —. Yo estaba muy ocupado y llame a Shin para que él le avisara a usted, pero cuando llegó dijo que usted se sentía mal y no podría venir...
—Ah, ya veo, descuide enseguida me cambiare para ir hacia ya, yo me encargaré de hablar con Shin... –contestó el detective y colgó la llamada para después llevar a Jin al colegio.
Cuando el detective llegó a la escena donde se encontraba el mensaje de parte de Torikago San, Shin se encontraba ahí leyendo la nota, el detective molestó se puso frente a él, le dio una bofetada y dijo:
— ¡No puedo creer que seas tan inmaduro como para mezclar nuestras diferencias con nuestro trabajo! –exclamó extremadamente molestó pero a la vez con algo de decepción —. Si sigues así nunca lograremos nada, no seas imbécil niño, creo que te di más confianza de la que merecías y no sabes cuánto me arrepiento...
— ¡Usted solo es un hombre inútil que se ha puesto a compadecer a una maldita escoria! –contestó Shin molestó.
—Realmente tratar de detener a Torikago San se me hace una idiotez, él está haciendo lo posible para ayudar a las autoridades, aunque aún no soy capaz de comprenderlo estoy seguro de que no es más que un pobre ángel caído que trata de hacer el bien por sus propias manos... –exclamó el detective mientras se ponía los guantes para poder leer la nota.
—No importa nada, Torikago San es una maldita escoria, no un ángel... No hay manera de justificarlo, es una basura... –contestó Shin y desvió la mirada.
—Él en ningún momento ha herido a nadie inocente, él no es como aquel asesino de hace muchos años... –dijo en voz baja —. A aquel chico ni siquiera le llegó a importar mentirle a su propio padre.
—Pero es un asesino y nunca dejará de serlo... –renegó Shin y le dio la nota al detective.
El detective tomó la nota y comenzó a leer:
Es una lástima que ninguno de los anteriores criminales se tratara de la rosa de hierro, espero que alguno de estos 10 sea el responsable, solo imploro que avisen a la prensa que deje de llamarme "El ángel de la muerte" y mucho menos el más nuevo ¨Dios de la muerte", yo no soy un dios ni tengo el más mínimo derecho de ser comparado con uno, yo solo soy un criminal más y es así como me deben tratar, solo llámenme Torikago San...
Atte. Torikago San.
El detective se encontraba muy sorprendido por lo que se encontraba en la carta, él imaginaba a Torikago San como una persona más egocéntrica y orgullosa, en ese momento para el detective fueron descartadas muchas teorías sobre quién podría ser Torikago San, las principales se trataban sobre que era un agente de un país enemigo o un hombre egocéntrico y narcisista que solo quería la atención del mundo, junto a otras más. Después de haber meditado unos minutos decidió ir a ver quiénes eras la victimas de Tori San en esta ocasión, sin mucho rodeo les quitó la manta de encima y al ver al asesino de su querida Reíla con el cuello cortado no pudo evitar que se saliera un tembloroso "gracias" mientras algunas lágrimas recorrían sus mejillas.
El detective decidió quedarse a investigar más detalladamente, mientras que Shin decidió ir con Akaibara a contarle lo sucedido, pero cuando este llegó a su casa la amable Sra. Hernández exclamó:
—Disculpe joven, pero Ayuzawa Sama no puede atenderlo en este momento, él se encuentra dormido pero cuando despierte yo le aviso de su visita.
—Está bien, solo necesito que le informe que tengo información muy importante, espero tenga un buen día –contestó Shin para luego marcharse y regresar a ayudar al detective, pero antes decidió llegar a comprar un par de cafés.
Una vez llegó Shin se acercó al detective y dijo:
—Disculpe por mi inmadurez esta mañana, solo que no puedo evitar enfadarme por su forma de pensar hacia Torikago San, me resulta muy difícil de comprender el hecho de que usted defienda a Torikago San, es muy tonto para mí el hecho de que alguien tan experimentado como usted lo haga, pero aun así le pido mis más sincera disculpas...
—Te disculpo chico, pero tú jamás podrás entender el porqué de mis pensamientos, o tal vez prefieres no hacerlo, porque créeme que me hubiera gustado tener la ayuda de un asesino así hace muchos años... –contestó el detective mientras pisaba su cigarrillo.
—Bueno, debería tratar de explicarme el porqué de sus pensamientos... –dijo Shin y le dio uno de sus cafés al detective.
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Editado: 08.06.2019