Una semana ya había pasado desde que Akamaru había tratado de acabar con su vida, y Nagare le confeso a Akaibara que sabía todo. Podría decirse que todo estaba medianamente tranquilo, sin embargo Akaibara y el resto de los chicos no habían salido del estudio, pues faltaba muy poco para estrenar su nuevo álbum “Crown of Thorns”, además de que a pesar de que ya habían sacado las fotos promocionales, y grabado gran parte del MV aún faltaba grabar tomas extras. Akaibara ya había comprendido que no podía dejar tan solo a Akamaru, por lo que a pesar de estar muy ocupado lo llevaba a todos los lugares que podía.
Por otra parte todo estaba muy tranquilo; Torikago San solo había asesinado algunos criminales por la apretada agenda de Akaibara, La Rosa no había aparecido aún y todo parecía estar muy tranquilo entre Shin y el detective, sin embargo había algo que incomodaba a ambos… Por una parte Shin quería saber la razón por la que Akaibara le había mentido, mientras tanto el detective no podía soportar escuchar las palabras llenas de odio que Shin le dedicaba a Torikago San sin saber que se trataba del mismo Akaibara.
Ambos se encontraban en la oficina, en completo silencio, la luz apenas pasaba por las persianas, el ambiente era demasiado tenso y el lugar estaba invadido de un fuerte aroma a café y con aromatizantes. Shin decidido a romper aquel silencio incomodo volteo a ver al detective y con preocupación preguntó:
— ¿Sabes por qué Akai Kun está enojado conmigo?
—Sí, pero no sé si sea correcto decírtelo…. —contestó el detective mientras observaba el rostro de preocupación de Shin.
—Solo te imploro que me lo diga, usted sabe perfectamente que Akai Kun es como un hermano menor para mí, no soportó que me mire de esa manera… —exclamó Shin mientras veía sus manos.
—Él sabe que fue lo que le dijiste a Usagi… —respondió el detective para después pasar saliva —. Dice que lo que dijiste es algo que nunca llego a imaginar, en ese momento y siendo honesto no sé si ya se le ha pasado, pero él no quería verte a la cara…
— ¿Enserio sabe todo lo que le dije a ese estúpido? —preguntó Shin alzando su mirada rápidamente, tratando de no llorar por lo desesperante de enterarse de aquello.
—Yo ya pude conocer a los chicos de la banda mejor, Usagi no es un estúpido, realmente incluso a mí que no te conozco, me pareció demasiado chocante lo que dijiste esa noche a lo que me has dicho… —respondió el detective.
—Comprendo que de verdad estuvo mal lo que le dije —exclamó Shin para después dirigir su mirada hacia el techo —. Sin embargo aquel chico hablo como si fuera la cosa más fácil del mundo atrapar un criminal…
—Para Tori San lo es, incluso siendo solo una persona… —contestó el detective para después dar un sorbo al ya muy frío café.
—De verdad odio el hecho de que le de tantos méritos a esa basura, es una mierda de persona… —exclamó Shin un tanto molestó.
—Deberías arrepentirte de lo que acabas de decir… —negó el detective tratando de no revelar quién era realmente Torikago.
—No tengo el humor para discutir sobre ese maldito con usted, necesito ver a Akai ahora mismo…. —respondió Shin levantándose rápidamente.
El detective solo se quedó pensando en un sin fin de cosas, por otra parte Shin ya iba camino al hogar de Akaibara, en los últimos días había estado demasiado estresado por el simple de hecho de solo pensar que tal vez ya no podría hablarle a Akaibara, él siempre fue como el hermano que nunca llegó a tener, Akaibara se convirtió en parte de la familia de Shin incluso antes de que sus padres murieran… Simplemente Shin no era capaz de imaginar un mundo sin Akaibara y Akamaru.
Cuando Shin por fin llegó a la casa de Akaibara con un par de cafés en la mano, camino hacia y la puerta disponiéndose a tocar, sin embargo justo antes de que pudiere hacerlo salió la Sra. Hernández disponiéndose a marcharse, al ver a Shin le saludo cálidamente como era su costumbre hacerlo y preguntó:
— ¿Qué hace usted por acá?
—Vine a hablar con Akaibara… —respondió lo más alegre que pudo —. ¿Está en casa?
—No, me dijo que solo terminara de limpiar la casa podría tener el día libre, así que ya me voy…. —contestó la Sra. Hernández con una sonrisa.
— ¿Sabe a qué hora podría llegar? —preguntó Shin preocupado.
—Lo siento joven, pero no lo sé, él y el niño Akamaru han estado llegando muy tarde por lo que se, así que posiblemente hoy también lo hagan… —respondió la alegre y bajita señora —. Disculpe, pero de debo irme, mi esposo y me espera.
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Editado: 08.06.2019