Osca y Bruno, tras el termino de sus clases se encontraban en el cafetín de su centro de estudios, pero no consumiendo algún platillo delicioso o bebiendo algún refresco, no que va, ellos dos estaban decidiendo através de su clásico juego de medida de fuerzas, quién de los dos sería el primero que iría tras su nueva víctima.
Tras algunos minutos de intensa lucha por no caer derrotado, termino siendo el vencedor Bruno.
—Por culpa de la acosadora perdí — pronunció Osca con cierta molestia.
—Ya deja de quejarte “Ojitos”, además no comprendo, ¿a qué te refieres? — decía con el ceño fruncido Bruno.
—Mira ¿Quiénes vienen allá? — agregó Osca con mayor molestia.
—Ese es tu asunto, ve como te desases de Mía, yo me voy antes de que Barcia empiece a seguirme — respondió Bruno, poniéndose de pie.
—Si aprovecha el tiempo y que ella también está aquí, para empezar a acercarte a la niña extraña antes de que se te escape — decía riendo Osca, mientras observaba a la jovencita en mención que se levantaba de su asiento, para segundos después tomar su mochila, colocársela al hombro y salir a la velocidad de un rayo del cafetín.
—Tienes razón, voy con ella — pronunció Bruno, poniéndose de pie, para segundos después empezar a dar unos pasos, pero su intento de escape se vio cortado por una hermosa joven de sonrisa coqueta, grandes ojos azulados, y figura espectacular, que le corto el camino.
—¡Hola querido! ¿a dónde ibas? — decía de manera melosa la joven.
—¡Barcia! ¡hola!, yo solo ya me iba, por lo mismo permiso llevo prisa — agrego Bruno, continuando su camino a paso rápido, sin que la joven notara cuales eran sus verdaderas intenciones.
—¿Qué le pasa?, ¿Cómo se atreve a tratarme así? — pronunció Barcia girando sus pasos para ir tras su ex.
—¡No vayas¡ — escucho.
—¿Y desde cuando tengo que hacerte caso? — dijo con indiferencia la joven al ver a la persona que le hablaba.
—Oye querida está bien que el arrogante de Bruno, te halla ofendido, pero no es para que te lo agarres con mi bebe — decía otra hermosa joven azulados y figura espectacular, tomando del rostro a Osca.
—¡Déjame Mía¡, ya te dije que lo nuestro se acabó — pronunciaba Osca mientras retiraba las manos que su ex había puesto en su rostro. Y tú — agrego señalando a Barcia — ¡No lo sigas¡ pues a donde va tiene que ir solo.
—Ah sí, y ¿A dónde diablos va? — respondió con sarcasmo Barcia.
—Al baño — contesto riendo Osca, haciendo que Barcia empuñe sus manos del coraje que sentía.
Mientras Osca continuaba tratándose de librar del par primitas Pesantini, en el pasillo de su centro de estudios Bruno buscaba con la mirada a la extraña niña, cuando en eso la vio saliendo de la biblioteca con un montón de libros que le llegaban a tapar la cara, entonces decidió iniciar con su plan de conquista, y se acercó a ella.
—¿Te ayudo? — dijo la manera más sexy que pudo, mientras trataba de conectar miradas con la extraña jovencita, pero le era imposible, los libros le tapaban el rostro, y para colmo ella no respondió nada, lo único que hizo fue continuar su camino. Te dije que te ayudo — volvió a decir Bruno, pero esta vez no lo hizo en tono sexy, sino más bien agresivo.
De igual forma no recibió respuesta, la joven extraña ya estaba terminando con la poca paciencia Bruno cuando en eso escucho, una suave y dulce voz que lo dejo conmocionado.
—No es necesario, ¡Gracias!, yo puedo con esto y más — dijo la extraña joven, quien ni siquiera miro el rostro del muchacho que le ofrecía su ayuda, continuando su camino, dejando paralizado a este.
Bruno había quedado tan conmocionado al oír la voz de la joven, que ni noto la presencia de su amigo en el pasillo.
—¿Y cómo te fue?, ¿aprovechaste tu tiempo de ventaja? — pronunciaba Bruno, quién ni bien logro sacarse de encima a su ex, salió tras su amigo, pero no había logrado alcanzado a ver ni escuchar nada de lo acontecido.
—Me fue mal, ni si quiera me vio — dijo en tono molesto Bruno.
—Sí que es rara esa niña — pronunció Osca.
—Muy rara — agrego con molestia Bruno.
El par de jóvenes decidieron regresar a sus casas, pues sus clases ya habían concluido, y su víctima ya se les había escapado ese día.
En tanto la joven extraña como ellos la llamaban tras algunos minutos de viaje en auto llego a su modesta vivienda, en donde ya la esperaba su padre.
—¿Cómo te fue hoy hija? — decía un hombre maduro, tras abrir la puerta del auto donde viajaba su hija para ayudarla con los libros que ella traía.
—Bien padre, solo un pequeño incidente — respondió la joven, recordando la voz del joven que se ofreció ayudarle, a la vez que caminaba junto a su padre llevando unos lo libros, que minutos después tras entrar a su vivienda, dejo en una mesa y la mochila que llevaba sobre su hombro sobre una silla, para segundos después dirigirse a su habitación, al tiempo que su padre se dirigía a la pequeña cocina de la casa.