Tras la plática que Dafne tuvo con Alessia, esta no dejo de pensar en la propuesta de su amiga. Ella quería volver a recuperar a sus amigos, pero al mismo tiempo tenía temor de enfrentarlo.
—«¿Qué debo hacer?» — pensó Alessia, mientras el rostro de sus amigos vino a su mente. «Ya no quiero seguir distanciada de ellos, pero a la vez me da temor enfrentarlos» — pensó.
La joven medito su respuesta por un par de horas, luego de las cuales tomo una decisión y se la comunicó a su amiga Dafne, y tiempo después a su padre, quién como siempre apoyo lo que ella había decidido. Tras la plática con su padre Alessia se fue a dormir.
Al día siguiente Alessia se despertó muy temprano para arreglarse ella y acomodar todo lo que llevaría para el paseo de amigos.
—¿No necesitas nada más hija? — pronuncio el padre de la joven, mientras la observaba colocar fruta en un canasto.
—No papá, ¡gracias! ya tengo todo lo necesario para el paseo — contesto Alessia, al tiempo que el sonido de un claxon interrumpió la plática con su padre.
—Ya llegaron tus amigos — pronunció el señor Orescano, que había vito a través de la ventana de la casa, a un auto detenerse frente a su modesta vivienda, y en el mismo venir a la amiga de su hija.
—Entonces, es hora de partir — respondió Alessia, tomando un sombrero y colocándoselo en su cabeza, para segundos después tomar el canasto y caminar hacia la salida de la casa.
En tanto en el auto Dafne y su novio platicaba, mientras esperaban la llegada de Alessia.
—¡Eres sorprendente cariño! tienes un poder de convencimiento único — decía Leo, con una amplia sonrisa en su rostro, mientras posaba su mirada en su novia
—Lo sé — contesto Dafne sonriendo, al tiempo que veía abrirse la puerta de la casa de su amiga.
—Ya salió — pronunció Leo, mientras observaba a Alessia.
—Sí, es cierto — respondió Dafne, mientras miraba a su amiga que llevaba puesto un sombrero y un vestido apropiado para su día de campo, además llevaba un pequeño canasto en una de sus manos.
—Creo que lleva fruta — dijo Leo.
—Eso parece — contesto su novia, al tiempo que Alessia caminaba hacia el auto.
—Voy a bajar para apoyarla — añadió Leo.
Leo bajo de su auto y le dio el encuentro a Alessia para apoyarla con el pequeño canasto, una vez que llegaron junto al auto, le abrió la puerta trasera del auto para que ella subiera, y luego le alcanzo el canasto.
—¡Gracias Leo! — dijo Alessia.
Leo sonrió, luego de ello camino hacia su lado correspondiente del auto, subió al mismo, encendió el auto y emprendieron camino.
—Iremos a casa de Barcia — pronunció Dafne.
—¿A casa de Barcia?, pensé que era un paseo de campo — respondió Alessia.
—Es un paseo de campo, solo que partiremos de la casa de ella, ya que allá es el punto de encuentro, además iremos en un auto más amplio que tiene su familia, para poder ir todos en un mismo vehículo —acoto Dafne con calma.
—Claro, entiendo — contesto Alessia.
—Barcia no es la misma de antes, ya te has dado cuenta de ello, ¿no? — dijo Leo.
—Sí, aunque no es mi amiga, puedo decir que mi relación con ella ha mejorado mucho — agrego Alessia.
—Ello es cierto, hasta le hablas más que Osca y Bruno — dijo Leo sonriendo.
—¡Leo! — pronunció Dafne con cierto reproche.
—¡Disculpa! es que se me salió el pensamiento — respondió sonriendo Leo.
—No te preocupes, solo has dicho la verdad — contesto Alessia.
—Tu relación de amistad con Bruno y Osca hoy volverá hacer como antes, ello lo garantizo — añadió Dafne, haciendo sonreír a su novio y a su amiga.
Luego de varios minutos de viaje, Leo detuvo su auto en la zona de estacionamiento de la mansión Pesantini.
—¡Hola Alessia! — pronuncio Barcia, tras ver bajar a la nombrada del auto.
—¡Hola! — contesto con calma la nombrada.
—¿Ya están todos? — dijo Leo.
—Sí, el carro en el que iremos es ese, solo faltaban ustedes para partir — respondió Barcia con una sonrisa tatuada en su rostro.
—Pues entonces abordémoslo de una vez — acoto Dafne.
Los jóvenes caminaron hacia el lugar donde estaba el carro y lo abordaron, siendo la última en subir Alessia, quien con su presencia ilumino las entristecidas miradas de Osca y Bruno. Alessia se sentó en un asiento vació junto a la ventana, que estaba muy distante del lugar que ocupaban sus amigos, junto a ella se sentó Barcia. Ya estando todos completos el chofer emprendió camino.