Tras la pantalla

Capitulo 7

Narra Manuel:
 

Me encuentro en el pasillo del segundo piso en casa de Julieth, observando la puerta cerrada su habitación. No puedo evitar preocuparme por ella. Han pasado horas desde que llegue, y Julieth apenas ha salido de su cuarto. Ignora nuestras llamadas, nuestros golpes en la puerta, como si estuviera atrapada en su propio mundo de dolor y decepción.

Finge que está bien y se ejercita mucho estos últimos días, no quiere hablar de lo que paso, y yo respeto eso. Sin embargo, conozco a mi amiga mejor que a mí mismo, y sé que solo está fingiendo. Sabía que Axel no era un buen tipo, sabía que la lastimaría, pero no pude evitarlo ¿Qué clase de amigo soy si no estoy para ella cuando me necesita?

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Después de un mes de intentar mantenerse ocupada para olvidar al imbécil de su exnovio, Julieth finalmente acepto salir de su casa y venir a la mía para pasar el rato y distraerse un poco viendo algunas películas. Me alegro mucho verla frente a la puerta de mi casa con una sonrisa en su rostro, hablamos como solíamos hacerlo y creí, realmente creí que lo estaba superando.

Bajo en busca de unos bocadillos, pero me cruzo con mi hermanas, y sé que me tomara más tiempo del que esperaba en volver arriba. No odio a mis hermanas por si se lo preguntaban, las amo más que a mi propia vida y no puedo negarles nada, ellas lo saben y por eso se aprovechan. Tener hermanos menores es difícil, más si son gemelas, es como si compartieran un mismo cerebro.

Después de prepararles una merienda a ambas, deciden dejarme libre. Subo las escaleras y escucho el sonido del piano salir de mi habitación.

Intrigado, me acerco a la puerta y la abro lentamente. Dentro, encuentro a Julieth sentada frente al piano, sus dedos deslizándose sobre las teclas con una destreza sorprendente. Ella está cantando con una voz llena dolor.

— Cuando estabas junto a mi... nuestra luz eres celestial — canta Julieth sin notar que la miro desde la puerta. — Que más podría pedir, encontré la felicidad… —

—Julieth... — murmuro, pero ella no me escucha.

Ella continúa cantando, dejando salir todo eso que ha estado guardando. La miro desde el marco de la puerta sin atreverme a interrumpirla, ella necesita esto, necesita expresarse.

— Los golpes en la piel, dejan marca y después se van— la voz entre cortada de Julieth hace difícil continuar la melodía — Pero me rompiste en dos… y no encuentro reparación — sus dedos se mueven con fluidez mientras las lágrimas comienzan a caer por su rostro — Quisiera evitar, haberme permitido amarte… para perderte… y me dueles… como dueles…— dice entre sollozos, sus dedos se han detenido, ella ya no está cantando, está luchando por no derrumbarse.

Las lágrimas corren libremente por sus mejillas, sus palabras me golpean en lo más profundo de mi ser. Me siento impotente, no sé qué decir para consolarla, no sé qué hacer para sanar esa herida.

Me acerco lentamente y me siento a su lado en el banco del piano, rodeándola con mis brazos en un abrazo reconfortante. Julieth se aferra a mí con desesperación, sus sollozos llenan la habitación mientras busca consuelo en mí.

—Estoy aquí para ti, Julieth. Siempre lo estaré —susurro, sintiendo su dolor como si fuera propio, tratando de transmitirle todo el apoyo y amor que siento por ella. — Juntos hasta el final, ¿recuerdas? —

— Duele… — dice entre sollozos — Me duele mucho… —

— Calla — digo acariciando sus cabellos — No digas nada, solo déjalo salir —

Ella se aferra a mí con más fuerza, su cuerpo sacudido por el llanto desgarrador. Juntos, nos quedamos allí, compartiendo el peso de su dolor y buscando consuelo en la compañía del otro.

 

֎

 

Días después…

— Soy hombre muerto — murmuro, mirando la pantalla de mi teléfono — ¡Madison! ¡Alison! —

Bajo las escaleras en busca de ese par del demonio. Tolero sus bromas más de lo que debería, esta vez sí se pasaron de la raya.

— ¡Salgan de una vez! — digo al pie de la casa del árbol. Ellas asoman sus cabecitas, pero se esconden rápidamente — No me obliguen a subir — advierto.

Al ver que ellas no bajarían, no tuve más opción que subir por la pequeña escalera colgante. Si algo tienen mis hermanas, es que la sencilles no esta en sus diccionario. La casita en el árbol era como una versión en miniatura de todo lo que una casa necesita para ser habitable.

Busco con la mirada a ese par que nunca se separa, hasta que doy con un bulto cubierto con cobijas de Disney. Me acerco sin sigilo y las descubrió de golpe, a lo que ellas sueltan un fuerte y agudo grito, que terminan convirtiéndose en risas cuando me cubro los oídos. Se ponen de pie, dispuestas a salir corriendo.

— Alto ahí — digo tomando a ambas de sus pijamas a juego — ¿Por qué lo hicieron? — pregunto molesto.

— No hicimos nada — chilla Madison, intentando soltarse.

— Te vamos a acusar con papá — se queja Alison.

— ¿Me van a acusar? ¿En serio? —pregunto irónico, dejándolas libres y agachándome hasta su altura. — Pues hablemos con papa entonces, y vemos quien resulta regañado —

Ambas se miran, y después aguachan la cabeza arrugando la tela de sus vestidos con sus manitas. Suspiro con pesadez; quiero regañarlas, debo regañarlas… pero no puedo, estas niñas son mi adoración y no puedo ser rudo con ellas cuando pones esas caritas tan tristes.  

— Lo sentimos — dicen ambas.

— ¿Estas enojado? — pregunta Alison.

— No — respondo, tranquilizándolas un poco, no quiero hacerlas llorar. — Estoy decepcionado. Pueden hacerme las bromas que ustedes quiera, saben que no me voy a enojar; pero no con Julieth. Ella no es su hermana mayor que las mima — explico con calma.

— Pero si nos mima — responde Madison.

— Bueno si —digo yo — pero no es lo mismo. ¿Por qué la grabaron? — pregunto.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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