Tras la pantalla

Capitulo 24

Narra Jean:

Mi cabello está hecho un asco, llevo puesta ropa deportiva y la camiseta está mojada. No he dormido bien y las ojeras no se ocultarían ni con kilos de maquillaje. Mi corazón late a mil por hora y siento que mis manos empiezan a sudar. Sin lugar a duda, no estoy en condiciones de conocer a los padres de Julieth; ¡Maldita sea, Jean! De todo lo que podía salir mal en tu vida, conocer a tus suegros (futuros suegros) era lo primero que tenía que suceder.

Julieth parece tan afectada como yo, no ha dicho nada, solo me queda viendo como si yo supiera qué hacer. No me mires a mí chica; estoy teniendo un colapso mental en este preciso momento.

—Entonces... —habla Manuel desde la puerta, con total indiferencia—, ¿Van a bajar o piensan seguir besuqueándose acá arriba? —

—¡No estábamos besuqueándonos! —dice Julieth.

—¿Ah no? —pregunto divertido, intentando aliviar la tensión.

Ella me lanza una mirada acusadora, creo que mi humor no será útil el día de hoy.

—Pues yo diría que sí —digo entre dientes.

—Sí, lo que digan —señala Manuel—. Será mejor que bajen, tus papás trajeron pizza —

Dicho esto, sale de la habitación dejándonos solos.

—Del uno al diez… —comienzo a decir — ¿Qué tan probable es que les agrade a tus padres? —

—A mi madre, un 7 —responde Julieth—. A mi padre, un 3… con suerte. —

Regla numero uno para sobrevivir a tus suegros: Asegúrate que no sea hija única o la princesa de papá.

—Me van a matar —respondo resignado.

—No si piensan que solo eres un amigo. —sugiere ella.

—Al cual nunca has presentado, y tal vez tampoco me has mencionado frente a ellos. —Comienzo a señalar las fallas en su lógica — Y que, además, acabas de besar hace cinco minutos. —

—Y ya me estoy arrepintiendo —dice avanzando hacia la puerta—. Bajas o prefieres salir por la ventana. —

—No soy bueno en pasar desapercibido —respondo siguiéndola.

No me mostrare como un cobarde huyendo de sus padre, no ahora que al fin se que tengo una oportunidad.

— Supongo que bajaré, no queda de otra. —

Salimos en silencio sin decir otra palabra. Me siento nervioso y no estoy muy seguro de por qué. Bueno, tal vez porque aparte de que abajo nos esperaban mis sue... los padres de Julieth; no estoy muy convencido de si las cosas entre ambos han cambiado.

 ¿Podía decir que era ya es mi novia? ¿O solo fue algo impulsivo? ¡Se supone que estas cosas hay que hablarlas! ¡No dejarlas de lado! Ahora entiendo a Julieth y su constante guerra con el universo; supongo que esto es contagioso.

Estamos por bajar las escaleras cuando nos encontramos a Manuel de regreso, y nos detiene a ambos señalándonos con una rebanada de pizza en su mano.

—Tú —dice en dirección a Julieth—, tenemos que hablar. —

—¿Ahora? —pregunta ella.

—Sí, regresa a tu habitación. Te veo allí en cinco minutos —ordena tajantemente.

— ¿Qué piensa hacer? — pregunta ella.

— ¿Yo? —dice con una media sonrisa — Salvar a tu noviecito de esto —

Noviecito, que bonito sonaba eso.

Julieth pasó la mirada ente los dos, pero al final decidió regresar a su habitación, creo que jamás entenderé el nivel que confianza que se tiene ellos dos. Sin embargo, no me molesta; por el contrario, me alegra que Julieth tenga alguien en quien confiar y con quién apoyarse; aunque de ahora en adelante espero también ser de ayuda.

—Sígueme la corriente si quieres salir vivo de aquí —ordena Manuel con suma seriedad —

No pudo evitar tragar grueso.

—No entiendo —digo a sus espaldas en voz baja — ¿Por qué tanto drama? —

Manuel no responde, lo que lleva a pensar en una sola cosa

—¡¿les dijiste a sus padres ?! —pregunto alterado, pero sin alzar la voz.

—Por Atenea, claro que no —responde ofendido — Te explico más tarde, ahora lo importante es sacarte de aquí sin un interrogatorio de por medio —

Entramos a la sala y sus padres estaban charlando cómodamente. Todo quedó en silencio cuando se percataron de mi presencia, no me conocían en lo absoluto ni yo a ellos; pero yo a su hija sí que la conocía, y vaya que la conocía muy bien.

—Buenas tardes — saludo educadamente.

Sus miradas recaen sobre mí, y ya siento que cometí un error.

—Buenas tardes —responden ambos con formalidad.

— ¿Y tú eres? —pregunta el padre de Julieth.

—Jean —me apresuro a contestar —Jean Barrow señor, soy… —

—Un amigo — responde Manuel por mí.

— ¿Amigo de quién? —cuestiona su padre.

—Cariño —le interrumpo su esposa —no seas mal educado —

Gracias, señora, ya me sentía en un interrogatorio por asesinato.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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