Tras la pantalla

Capitulo 32

—Llamaré a mi abogado. Demandaré a ese idiota y arruinaré la carrera del idiota mayor — dice Jean con furia, apresurándose a tomar su teléfono.

—¡Jean, espera! — lo detengo, sujetando su brazo. Él se detiene y me mira, confundido y todavía furioso.

—¿Por qué? ¿Por qué no puedo hacerlo? — pregunta, su voz llena de frustración.

—Porque una demanda nos perjudicaría a nosotros también — le explico, tratando de mantener la calma. — Ricardo tiene contactos, y si llevamos esto a los tribunales, la prensa se volverá loca. Investigarían todo y descubrirían mi identidad. Todo lo que él construyó como Julady se vendría abajo.

Jean maldice en voz baja, apretando los puños hasta que sus nudillos se ponen blancos.

—Tiene que haber una forma — dice pensativo y molesto al mismo tiempo.

—No quiero que te metas en esto — digo de forma directa.

—¿Qué? — pregunta confundido. Su expresión es algo que no me agrada ver en estos momentos — ¿Eres consiente de lo que me estas pidiendo? — pregunta con disgusto — Te están amenazando Julieth; y no cualquiera, sino la misma persona que te hizo daño. ¿Me estas pidiendo, que me quede de brazos cruzados?, ¿Enserio quieres que vea como vuelve a destruirte la vida? —

Jean esta molesto, es claro que no le grada la idea de quedarse sin hacer nada. Sus ojos me miran con desaprobación.

—No, Jean, no es eso — suspiro, tratando de encontrar las palabras adecuadas. — Es por esto que no quería decirte nada. Ya tienes muchos problemas con tu padre como para ahora meterte en mas por mi culpa —

—No puedo quedarme sin hacer nada —dice con firmeza. — Mi padre a sido un piedra en el zapato desde que tengo uso de razón, y aun eh logrado lidiado con más. No uses eso de excusa para enfrentar esto sola —

—No es excusa Jean, es la verdad — vuelvo a aclarar.

Jean suspira exasperado, pasando una manos por su cabellos. Su enojo no hace más que aumentar, pero admiro que se controla mejor de lo que haría yo en su lugar.

—Olvídalo — dice fijando su vista en mi —Regáñame, grítame, o deja de hablarme si quieres. Pero no me quedare de brazos cruzados —

Jean vuelve a tomar su teléfono y antes de que pueda reaccionar ya estaba llamando a su abogado. Intento quitarle el teléfono, pero maldición, soy demasiado pequeña para poder hacerlo.

—¡Jean, cuelga ese teléfono! — le ordeno, pero soy ignorada.

—Necesito que demandes a alguien — dice Jean a la otra persona en la línea — Esto no tiene que ver con él, yo cubriré los honorarios. Quiero que destruyas todo lo que ha formado, no dejes nada —

—Jean, ya basta — digo tomando con firmeza el jarrón con flores del escritorio. — Suelta ese teléfono, o no respondo —

Jean se queda sin palabras cuando nota el jarrón en mis manos. Duda por un momento en si seré capaz de arrojarle el agua encima. Lo miro con determinación, será mejor que no me tienes ricitos.

—Julieth, baja eso — señala en voz baja.

—Tu primero — advierto.

La puerta de su habitación está cerrada, no tendrá tiempo suficiente de huir antes que yo le arroje el agua, esta acorralado. Jean se mantiene firme, el teléfono aun en su oído.

—¿Jean, sigues ahí? — se escucha al otro lado de la línea. Ambos nos miramos sin decir una sola palabra — Jean, necesito el nombre —

—No te atrevas — le advierto, estoy más que decidida.

Jean parece pensarlo dos veces, antes de responder.

—Axel... — le arrojo el jarrón de agua antes de que pueda terminar de responder.

El agua le empapa el rostro y la camisa, y por un momento, la sorpresa lo deja sin palabras. Aprovecho ese momento para arrebatarle el teléfono y colgar la llamada.

—¡Por el amor de Dios, Julieth! — exclama, mirándome con incredulidad. — ¿Estás loca? —

—Si, creí que ya lo sabias — digo, con toda la seriedad del mundo — Entiende que esto no solo se trata de mí. No quiero arruinar tu vida y la de Amelí —

Jean suspira profundamente, aún empapado, pero veo cómo la tensión en sus hombros comienza a desaparecer.

—Está bien, lo entiendo — dice finalmente, su voz más suave. — Se que te preocupas por mí. Pero yo estoy bien —

—Mientes — digo con un nudo en la garganta — ¿Cómo puedes estar bien cuando has renunciado a todo? —

Mi voz comienza a quebrarse. Me mantenido fuerte hasta ahora, fingiendo que puedo con esto, que estoy bien y que tengo todo bajo control. Pero la verdad es que no estoy para nada bien; tengo miedo y quiero que alguien solucione esto por mí.

Jean se queda en silencio por un momento, observándome. Luego, con un suspiro, se acerca y me envuelve en sus brazos.

—No, él renunció a todo — murmura suavemente — La atención que estoy recibiendo es algo que ni yo ni mi padre esperábamos, es un arma de doble filo. Ahora también tengo poder sobre él. —

Lo miro confundida, tratando de entender sus palabras.

—¿Qué quieres decir? — pregunto, secándome una lágrima que amenaza con caer.

—Si hace algo que lastime a mi hermana o siquiera me desagrade, usare la atención de los medios para revelar la verdad; y todo lo que mi padre ha construido se vendría abajo. Él lo sabe, y eso me da una ventaja — explica Jean, su mirada intensa y decidida. — Es cierto, ahora estoy bajo su control, pero también lo está. Es como un tira y afloja. Mi popularidad es poca, y quiero crearme un renombre para poder líbrame por fin de él. No quería usar esto antes de tiempo, pero lo haré si es para ayudarte —

—Pero eso es arriesgado —murmuro, aún con miedo. — ¿Y si se vuelve en tu contra? ¿no solo tu padre si no todo el mundo? Puede que ahora tengas mejor imagen que Axel, pero él lleva mas tiempo en el mundo del entretenimiento que tú. Sabes cómo manejar los medios, como usar la fama en tu contra y...

Me quedo callada cuando una idea cruza por mi mente.

—Eso es — digo de repente, mi voz llena de emoción.



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En el texto hay: ajedrez, romancejuveniel, música fama

Editado: 30.06.2024

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