Aquí no vengo a darmelas de muy sabio y conocedor del mundo, pues no soy mas que un trozo de nada, pero en si quiero buscar la verdad y compartirla con ustedes.
Soy un ignorante de primera y mis palabras son de otros hombres mas estudiados que yo, pero no solo son sus palabras, he sabido observar lo que ellos han querido dar a entender en cada hombre, la mayor experiencia no solo se obtiene en el obrar, también viene con el observar y el individuo que no ha notado eso hace referencia a una ignorancia total, quizás en un pasado a lo que llamo textos han sido mas elaborados, pero he querido en este momento tomar la posición de la ignorancia, pues en ella puedo hablarles desde el lugar en que puedo ser escuchado.
Un imbécil un día dijo que sus palabras no eran para dichos oídos, pero yo he de destronar su ignorancia y las pongo en frases para que las comprendamos juntos.
Como muchos estoy lleno de dudas y miles de preguntas que nadie me puede responder y si a caso lo hacen me siento insatisfecho con la explicación, en general me siento como Fausto, hastiado de mi ignorancia y con deseos de aprender o disfrutar algo en especial, pero renuncio totalmente a ese placer solo para atiborrarme de mas cosas que puedan ser de utilidad para llevar a sus mesas espirituales una verdad reconfortante y dolorosa.
Creo que es todo lo que puedo decir en este estado nocturno.
Puedo reconocer mi ignorancia total ante el mismo universo, que se manifiesta de las maneras mas horribles posibles y así mismo guardo contra él un profundo respeto.
Pero es de saber que en todo lo posible amo ese horror de dicho tamaño, pues amo mas las verdades oscuras y dolorosas que a las propias mentiras luminosas...
Dicho esto, me siento terrible al observar al mundo negar dichas verdades, pues pueden decirme que soy ignorante y en eso tienen razón, ¿pues que mas puedo saber si no entiendo aquello que desconozco?...
Mas eso me alegra, pues si Dios me permite desconocer la sabiduría del hombre, me permite entender la verdad sin corrupción y sin mentira.
Quiero regalar rosas con espinas de metal, que hieran al mínimo rose y sean tan cálidas que aún despues de tanto tratar de tomarlas, la mano esté curtida para poder al fin manejarla como al lino mas suave.