- "Mami, mami - gritaba la pequeña niña entusiasmada - ¡Mira lo que puedo hacer!"
Sarah Fernsby miro a una de sus niñas con cara cansada. Llevaba todo el día organizando el festival que se organizaría en la mansión, con fin benéfico, para esa noche y lo único que quería era que todo saliera a la perfección y si se podía... descansar un poco.
- "Olivia, ve a jugar con tus hermanas - dijo ignorando por completo a la niña, sin saber que esta no se rendiría tan fácil, para obtener la atención que reclamaba de la mayor - "En este momento, mamá está ocupada ¿si?"
Pero Olivia Edevane, era terca como una mula, buscaba divertirse a toda costa, las travesuras eran parte de su día a día y su pícara mirada, enternecía y sacaba una sonrisa a cualquiera que se cruzara en su camino. De las tres hermanas, Olivia era la más activa y por ende la líder, que obligaba a sus hermanas a acompañarla en sus fechorías y están casi nunca podías decir que no a su alocada hermana mayor.
- "No, Mami" - dijo con su típica mirada de 'no me doy por vencida, hasta que me hagas caso' que tanto la identificaba - "Sophie y Ava no quieren jugar conmigo, dicen que no quieren otro castigo"
Era comprensible - pensó su madre con un suspiro.
Hace un día que habían salido de un castigo, en el que obvio la mayor tenía la culpa, pero en base a que sus hermanas le siguieron la corriente, las tres pagaron por igual. Se habían enojado con Olivia, por embaucarlas en una trampa en la que eran inocentes y hoy no quisieron integrar en su juego a su alocada hermana.
Y ahora, la pobre buscaba atención de sus padres, después de que ni las criadas, querían tenerla cerca, por miedo a meterse en problemas. Porque Olivia tenía pegada en la frente "peligro".
- "Entonces, ve afuera. Pídele a Charles que te saque a Furiosa y ve a dar un paseo." - contestó caminando por la alcoba sacando algunos vestidos que escogería para la fiesta.
La fiesta era muy importante. Vendrían familias de alta importancia y alcurnia que ayudarían muchísimo donando dinero para la "EdevaneFosterHome", un orfanato que se hacía cargo económicamente, su marido y ella.
- "¡No! ¡Yo quiero estar con mamá!" - grito fuerte la pequeña de apenas ocho años, ya cansada de que todos en aquella casa escaparan de ella. Desde que llevó a "Titi", una pequeña rata que había encontrado en el sótano, en la fiesta del té que compartía con su tía Ana y su tío Carl, todos la ignoraban por completo.
Es que acaso ¿qué tenía Titi, para que todos le tuvieran asco? Era pequeña e inofensiva. A veces mordía, pero ¡Vale que no dolía! Y solo era cuando tenía hambre y ella ya le había dado de comer, así que no los mordería. Pero esa tarde, mientras les había obligado a sus hermanas a callar, la pequeña rata se había escapado ¡y ella ni cuenta se había dado!
¡Pequeña escurridiza! ¡Te atraparé! - pensó cuando vio en el pie de su tío a su mascota.
Pero para fracaso de ella, su tía Ana, la vió antes de que pudiese atrapar a la ratita, sin que nadie se diese cuenta. Y en menos de lo que canta un gallo, se escuchó un grito y luego vino lo peor... o mejor dicho lo más divertido.
Al principio Olivia tosió para esconder la risa que quería salir de ella, pero había que fingir ser seria y que ella no tenía nada que ver con lo que sucedía en el salón.
¡Rata malagradecida! ¡No la había educado para que sea una rebelde sin causa!
Si, si - pensó - Tío Carl, tiene razón al decir que cada cosa se parece a su dueño.
Y al final, no pudo aguantar la carcajada que tenía atorada en la garganta y se largó a reir a ver la escena frente a ella. Su tía gritaba desesperada junto a su madre subidas al sillón, mientrasque tío Carl y Papá estaban con una escoba que habían traido las criadas al ver el bullicio y con ella trataban de ahuyentar al intruso.
Luego de muchos gritos, carcajadas y lagrimas, vino el castigo. Donde sus hermanas y ella salieron perjudicadas y ahora la habían echado del cuarto, alegando que no era bienvenida, gracias que por culpa de ella estaban castigadas.
- "¡Haz lo que te digo Olivia!" - se frustró Sarah al ver la insistencia de su hija - "Dije que mamá está ocupada, jugaremos después, pero ahora no."
Olivia puso mala cara. Pero no salió de allí, se puso a observar a su alrededor en busca de algo que la entretuviera y sacara del aburrimiento. Al final, posando la mirada en el tocador, donde su madre acostumbraba a peinarse y maquillarse, descubrió que ella quería estar igual de bonita que su madre.
Por eso, agarró la paleta de maquillaje que se encontraba perfectamente ordenado y lo abrió, encontrando muchos colores llamativos. Pero lo que más le encantó, fueron los que tenía brillitos. Así que, mirando de reojo a su madre y viendo que todavía seguía ensimismada en sus cosas, decidio que se maquillaría, pero solo un poco, no quería parecer un payaso como la señora Michigan, que con su maquillaje parecía que iba de visita al circo y no a una reunión de té.
¡¿Quién en el mundo se llamaba Michigan?! ¿Como "Michi? ¿un gato?... ¿o era una ciudad? - Pensó mientras terminaba con un ojo de color verde brillante.
Al menos combinaban con sus ojos verdes - se dijo encogiendo un hombro desinteresada.
Rodó los ojos al recordarlo y con su deditó saco un poco de color, pero al hacerlo muy fuerte, el polvo se rompió en pedacitos. Olivia abrió los ojos como platos y miró rápido en dirección a su madre que ni cuenta se había dado todavía del suceso. Escondiendo la escena del crimen, escondió la paleta en una gaveta y la cerró rápido; justo a tiempo cuando su madre se daba la vuelta y la miraba.
Olivia sonrío inocentemente, un diente del frente le faltaba y su sonrisa era graciosa. Pero su madre, toda estresada, solo negó con la cabeza y volvió a enfocarse en sacar más vestidos, de modo que tenía varios ya, apilados en la cama, de diferentes colores y tamaños.
#2002 en Joven Adulto
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Editado: 13.10.2023