Tres Jardines - Mirada al Oriente

LAOLEL

Melmones decidió tomar el consejo de Miras y volver a planificar el entrenamiento. La comitiva estuvo de acuerdo después de lo ocurrido en Aclan Galar, era obvio que para romper esa pulsera Silma tendría que arrasar con el terreno y en ese momento no estaban para hacer tanto ruido en Miriar. Aunque le quedaba un recurso todavía, la eiquel estaba al nivel para aprender la última técnica mirtra propia de los lileimunil y por lo tanto prohibida como la gran mayoría. La cuestión con el dailaj era que se necesitaba condiciones mirtra para conseguirla, por eso solo algunos la conocían y de estos solo pocos podían usarla no sin antes perder parte de su tra o su carne. En términos estrictos el dailaj era una técnica mirtra que solo podían usarla los laomis, pero como una versión patética, incapaz de dañar a un kuindar preparado. La para el dailaj se usaba en las palmas de las manos y según el kuindar tomaría una forma propia de su elemento y carácter, por eso había tan distintos como los portadores; el dailaj de Miras era invisible con forma de ventosas, Alcan creaba semiesfera, Liyana poseía pequeños filamentos y el de Melmones parecía la flama de una vela invertida.  

 

El tra en su naturaleza producía mirtra emanándolo hacia el exterior del cuerpo, pero el dailaj invertía el curso del tra para robar mirtra del oponente; era una técnica con varias reglas porque al romper las reglas naturales se corría el riesgo de morir: como toda cuestión antinatural tenía limitaciones —el Mimilti castigaba las perversiones del mirtra con tiempo, por eso todas las técnicas que se llamaban prohibidas eran las referidas a las que si se excedía un tiempo se llevaba carne como recompensa—, no se podía tener el tra de otra criatura por más de un minuto. En el robo de mirtra era necesario que fluyera hacia otro lugar, justo como hizo Miras en Aclan Galar; porque de su exceso resultaba dos tipos de muertes, matar al adversario en el robo agotando su tra y quebrando su mir, o que muriese el ladrón por adquirir más mirtra del que no pueda deshacerse. Por último, esta era una de las tantas técnicas prohibidas en un enfrentamiento por el convenio de Atayora —era el primero convenio entre los lileimunil y las demás criaturas, donde se penaba con la muerte a toda criatura de carne que por superioridad mirtra matase con animosidad a un contrincante o inocente. Este convenio regulaba hasta las muertes por conflictos mutgones y daños a terceros, por eso cualquiera que se comprobase que burlaba el convenio era sometido a juicio marcial en el reino que se encontrase. Atayora era la expresión leiya por su obsesión de que el mal libre destruiría todo; quedo siglos guardado en los ministerios aliqueniles del mundo hasta que los quelyas se apoderaron de Korunda haciendo uso irrestringido de su poder; muchas ideas murieron después de ese yugo además de criaturas—. Entre la larga lista de prohibiciones se podía encontrar desde mover montañas a drenar ríos en un enfrentamiento. 

 

Cuando estaban en las alturas de la provincia suroeste Ermaguil en Caleal; comenzaron con el nuevo entrenamiento; fue tan difícil que la joven casi no logro mostrar al mundo su dailaj y el día que lo hizo fue su calvario porque a partir de ese momento, todos tenían permitido decir «clavo» —exceptuando el tiempo de estudio con Raquisba—, y ella de inmediato tenía que sacar su dailaj, el retraso o la inacción era penado con ejercicios interminables. Mañana, tarde y noche escuchaba «clavo» salir alegremente de las bocas de sus amigos, cosa que odio con todo su ser, pero sabía que no tenía otra opción después de eso Melmones le prometió que, si lo lograba estaría lista para que Ialu Parnil la nombrara kuindar y dejar de ser su omilgadie, justo como Curan Clisfonchil nombro kuindares a Nolaski, Folkofi y Mumflie tiempo atrás.  

 

Y un día al fin entraron a Kurf Fal Toi que se extendía a lo largo de toda la costa del oeste de Miriar más el cinturón de ciento cincuenta y seis islas. Limitaba al norte con el polo norte Gurki, al sur con el océano Elfiel y polo Larmi, al oeste con el océano Olqui y al este con los reinos de Imrrel, Diamanion, Olmaial y Caleal. Su capital era Luan Lof en la zona central. Un pueblo de muchas riquezas, de una gran variedad de aliqueniles y aunque el poder recaía en el Ialu, siempre estaba propenso a fragilidades políticas. Las catorce provincias se dividían en las continentales como: Kal Tol Koi, En Fial, Teo Mil, En Lion Tal, Kua Fal, Toi Kof con diez islas y Ial Tug con cuatro islas; y las provincias oceánicas como: Nag Lei de trece islas, Par Tof de doce islas, Niel Nam también de doce islas, Puar Tan con dieciséis islas, Min Bae de veintisiete islas, Lian Nag de veintidós islas y Dio Fal de treinta y seis islas. 

 

Kurf Fal Toi se ubicaba como la segunda gran potencia económica después de Garumeial y le seguían Terri, Diamanion, Gerolinjia y Kurlanf. Los karquentarines criaturas prácticas, cambiaban de políticas o negocio si veían conveniencias; aunque poseían pocas tradiciones las que les pertenecían tenían gran convicción nacional. Eran reyes comerciando ya que para cada reino había un producto y si no lo tenían, entonces ofrecían una forma de trasporte de mercaderías. Su kerrien era variado, toda criatura que se naturalice en Kurf Fal Toi podía pertenecer, tampoco existía inconvenientes con los inyari que quisieran agregarse a la nación. En el reino de la libertad lo único que se debía cumplir para evitarse problemas era pagar los impuestos.  

 

Mientras que Korunda abandonaba las últimas semanas del Ermoel para entrar Korfiel; Miriar dejaba el Manur para entrar en la estación de Markara. Pasaron la aduna terrestre de Ermaguil en Caleal para ingresar a la provincia Teo Mil en Kurf Fal Toi. Hacia el sur había una cuenca hidrográfica de salar llamada Roem Tal. Era el único camino para los que viajaban por el continente; en las zonas costeras del salar estaban ubicados dos pueblos karquentarines: Purf Im al norte y Lao Gal al sur donde se encontraba la aduana provincial. Para ser un desierto de sal tenía épocas donde se inundaba las salinas y parecía un espejo del cielo, durante las noches el universo caía sobre la fogata y en los entrenamientos en el paisaje monocromático era consolador para usar sin culpa el mirtra; los guelles no estaban preparado para este tipo de ambiente por ese motivo querían pasarlo lo ante posible. Así fue como llego la noche del sexto día, la luz de la Liniel alumbraba el blanco desierto y la comitiva se disponían a levantar el campamento Aitos vio una fogata como fuego fatuo en la lejanía, el humo que desprendía era el que se producía en una quema y dio alerta al grupo que sin perder el tiempo se dirigieron al lugar dejando a Silma como protectora. 




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