DYLAN
—Eres muy bonito, Dylan —dice Bryn cuando pasa sus dedos por mi cara.
Yo intento no reír. —Creo que ya tienes mucho sueño y estás hablando media dormida.
Bryn hace un puchero y cierra los ojos. —Pero no quiero que te vayas, quiero estar a tu lado por siempre.
Mi corazón se acelera una vez más, yo la atraigo hacia mí tomando su cabeza y recostándola sobre mi pecho. —Yo también quiero eso.
Bryn tiene sueño, se nota pero también parece que quiere extender este momento que estamos viviendo lo más que se pueda. Si sus padres no regresaran en unas horas yo la acompañaría el resto de la noche pero eso la metería en problemas.
—Dylan, ¿Recuerdas cuando me salí enojada del restaurante? —Pregunta—. Esa vez que William y ellos estaban molestándome y tú me ofreciste tus guantes.
Sonrío por el recuerdo. —Sí, lo recuerdo.
Ella suspira. —Gracias Dylan, por intentar cuidarme —acaricia mi brazo—. Siempre fuiste bueno conmigo y yo debí ser mejor contigo.
Beso su cabeza. —Ya te dije que no me importa, de verdad.
Se queda unos segundos en silencio. —Esa vez te fuiste y me dejaste tus guantes —es cierto, nunca los reclamé de vuelta pues pensé que tal vez ella los estaría usando—. ¿Sabes? Durante las vacaciones de invierno, cuando fui al doctor y eso, me ponía esos guantes.
Coloco mi mano sobre su mejilla y la acaricio con mi pulgar. —Ahora estoy aquí, Bryn. Ahora tomaras mi mano y no solo el guante.
Bryn se reincorpora un poco, sus ojos están medio cerrados pero se recuesta en el respaldo colocando su brazo cruzado como almohada mientras me mira. —Me gustas Dylan.
Tomo su otra mano. —No me digas, pensé que todo lo que ha pasado hoy es porque me odias.
Ella resopla. —No se puede odiar a personas como tú —cierra los ojos—. Eres lindo y eres un poco cursi pero me gusta que lo seas, me gusta que no eres como los demás.
Acerco mi rostro al de ella y beso la punta de su nariz. —Brynley, deberías ir a dormir, estás cansada.
Toma mi rostro soltando mi mano y coloca su mano cerca de mi oreja. —No quiero, siento que mañana despertaré y todos tus besos habrán sido un sueño únicamente.
Mi corazón salta dentro de mí. —Te prometo que mañana, y los días que vengan, seguiré aquí contigo.
Me acerco más y beso sus labios, ella sonríe mientras nos besamos. Me gusta hacerla sonreír, me gusta que estemos tan cerca como he querido desde hace un tiempo.
Bryn abre sus ojos de nuevo. —Ven conmigo a un lugar —se levanta y bosteza cubriéndose la boca—. Vamos —extiende su mano hacia mí.
La tomo y me levanto, con mi otra mano acomodo su cabello que está un poco despeinado. — ¿A dónde quieres ir?
Ella tira de mi para que subamos las escaleras y salgamos del sótano, pasamos un pasillo y me lleva a las otras escaleras, las que llevan a la parte de arriba de su casa. Bryn me mueve hasta su habitación, lo sé porque estuve en ella un instante cuando fui por su computadora.
Vaya, recuerdo ese día y no puedo creer que ahora las cosas entre nosotros han cambiado tanto. Durante esos primeros días después de las vacaciones de invierno, solo quería acercarme a Bryn. No fue únicamente porque note su cambio de actitud sino porque estaba comprometido a ser su amigo.
Realmente me iba a conformar ser únicamente su amigo, solo quería ser de alguna forma, parte de su vida. No sabía que ella iba a sentir algo por mí, nunca intenté aprovecharme de su vulnerabilidad. En realidad, he estado intentando hacerle recordar lo fuerte que es.
Sé que Bryn no me necesita, no necesita a alguien porque esta chica es dura y fuerte sin embargo, quiero ayudarla en lo que necesite. Quiero solo hacerle sentir mejor.
— ¿Bryn? —pregunto confundido cuando entramos aquí, esta es la primera vez que estoy en una habitación de una chica.
Ella suelta mi mano y me mira. —Tranquilo, solo quiero que vengas un rato aquí conmigo —se deja caer sobre la cama y cierra los ojos, le da un golpe al colchón—. Ven.
Trago saliva, no sé si sea buena idea.
Pero es Bryn, sé que estoy seguro con ella.
Ella abre sus ojos y se inclina hacia adelante para verme. — ¿Qué pasa? —sonríe de lado.
Niego y me acerco, me siento a su lado. Bryn se incorpora y me abraza rodeándome el cuello. —Tengo sueño pero no quiero que te vayas —dice ella recostando su cabeza sobre mi hombro—. No quiero que este día acabe.
Yo volteo mi rostro. —Me quedaré contigo hasta que te duermas, ¿está bien?
Ella sonríe y asiente. —Gracias.
Bryn se quita los zapatos con sus pies y se acomoda sobre una almohada. Mi corazón está agitado, ahora mismo tengo una mezcla de emociones y no sé si esto sea una buena idea. No sé si debería seguir con esto.
Pero yo también me quito los zapatos y me recuesto al lado de ella.
— ¿Por qué tienes ojos tan bonitos? —me pregunta ella acurrucándose y acercándose
Tenerla cerca me ha calmado. Antes creía que estar de esta forma con alguien sería un error pero cuando estoy con Bryn, me siento bien. Ahora mismo me siento relajado, en paz incluso.
Las emociones que me daban ansiedad se han relajado, me siento cómodo. No tengo miedo de estar aquí, ahora. Bryn me hace sentir como si no estuviera nada roto dentro de mí.
Acaricio su cabello con una sonrisa en mi boca. —Duerme bonita, sé que no has podido dormir bien últimamente.
Ella sigue con los ojos cerrados. —A veces me duele la pierna y no puedo dormir por eso —afirma—. A veces es por los moretes, tengo marcas en mi piel.
Dibujo con mi pulgar sobre su mejilla un corazón. —Lamento eso, ¿necesitas acomodarte mejor?
Ella rodea mi cintura con su brazo. —No, ahora solo quiero estar aquí contigo —yo sigo dibujando corazones sobre su rostro—. ¡Rayos, Dylan! me haces sentir tan bien, ¿Cómo es posible?