Seguía ignorándote y fingía timidez para no hablar contigo entre clases.
Hasta que llegó el día en que se te olvidó tu pluma.
¿Has leído alguna de esas historias cliché sobre la chica que se le olvida algo y encuentra el amor en el chico que “salva su vida” al darle lo que necesita?
Supongo que sí, adoras leer.
Bueno, aún te odio y te desprecio.
Pero llevaba días escuchándote hablar y sorprendentemente aún no se te salía lo pretenciosa, así que fingí que no me caías mal y te presté la mía.
Nunca te lo dije, pero el resto del día escribí con colores mientras tú usabas mi pluma nueva.
Al final me dijiste adiós, por primera vez, y te fuiste a tu casa.
Con mi pluma y sin decir gracias.
¿Entiendes que mi desprecio no es sin fundamento?
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Editado: 02.09.2019