Ésta es una historia que tú ya te sabes.
Tal vez incluso mejor que yo.
Roberto y tú comenzaron a salir, al poco tiempo terminaron. Y yo fui un estúpido por confiar en ti y pedirte que fueras mi novia de todas maneras, después de todas las veces que me hiciste enojar, y sentirme mal, y llorar, y odiarte con todas mis ganas.
Pero esas fueron una serie de cosas que jamás te dije porque quise la revancha.
Por hacerme ver en ti lo que tú querías, y no lo que yo sabía de ti.
Seis meses estuvimos juntos y en seis meses no me miraste ni una sola vez de la misma manera en que lo viste a él.
En seis meses hice y dije tantas cosas de ti y tú parecías no darte cuenta.
Nunca lo olvidaste, pero estabas conmigo.
Nunca hablabas de él, pero tampoco lo hacías de mí.
No sé en qué clase de revancha pensé cuando quise que salieras conmigo. No sé por qué demonios dijiste que sí. Pero lo hiciste de nuevo, dejaste que me encariñara contigo mientras que cada día me clavabas el mismo puñal una y otra vez.
Durante un año, fuiste la chica sentada en la banca en frente de mí, hablamos diario por un año y medio.
En todo ese tiempo, lo único que siento que conocí de ti, es que eres una mentirosa, y de las del peor tipo.
No te interesa engañar a la gente, sólo te engañas a ti misma quedándote con personas que no quieres y alejándote de la que sí.
Pero ya no me importa, en mi vida ya no estás y ahora estoy sentado en un nuevo salón.
Hay una chica, con gafas enormes y cabello desarreglado que no para de parlotear sentada en la banca enfrente de mí.
Y esa chica, ya no eres tú.
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Editado: 02.09.2019