Linda
El silencio se propaga por la habitación y cuento los segundos que pasan. Espero en silencio que todo acabe, solo se escucha el sonido de su respiración contra mi oído y me pregunto en qué punto de mi vida yo tomé esta decisión.
Sigo mirando el techo en silencio, ni siquiera tengo fuerzas para discutir esta vez, veo las marcas en su cuello, sé que son, no soy estúpida. Me repugna que me mire como si yo fuese una idiota, como si yo no supiera lo que él hace cuando sale de esta casa. Es así como me trago la ola de insultos, como ha sucedido últimamente. Simplemente me quedo mirando el techo, sabiendo las manchas que encontraré en su ropa y haciéndome de la vista gorda.
Yo tomé esta decisión, pero duele cada vez que veo en lo que mi vida se ha convertido.
A veces desearía no ser esta mujer.
Un día no lo seré.
—¡Mucha ropa!—el grito de Luisa podría reventarme los tímpanos del oído, eso si la música puesta en los altavoces no estuviera haciendo la mitad del trabajo.
No puedo evitar reírme por la manera en que mi amiga suelta el dinero hacia el chico que está bailando sobre nuestra mesa. Ni siquiera sé realmente como es que terminé en un club nudista con mi loca amiga que al parecer consigue el sueldo para desperdiciarlo en bailarines que apenas y tienen algo que cubre su desnudes.
El hombre toma mi mano y la pasea por su pecho con sensualidad antes de darme un guiño, gira y Luisa le pega en el culo haciendo reír al hombre. Ella grita emocionada y él se aleja para volver al escenario con los otros hombres.
—Sigo preguntándome qué hacemos aquí—comento divertida dándole un trago a mi bebida. Hago una mueca cuando el licor bastante fuerte entra en mi garganta. Ni siquiera pienso cuestionarle a mi amiga como es que ella aguanta esa cosa, se la bebe como si fuese agua. Luisa tiene un aguante fuerte para el alcohol, todo lo contrario a mí, sé que mi limite son 5 vasos, luego de ahí no recuerdo ni mi nombre y siempre suele acabar en desastres.
—Disfrutar de la vida, además el hombre que me gusta anda rodando por aquí, debo ir y seducirlo, es ese de allá—señala unas mesas donde hay unas chicas bailando divertidas. Enfoco bien y se trata de un hombre bien parecido que al parecer estar fumando con cara de malote. Mi amiga prácticamente se lo come con los ojos, es divertido de ver.
Si hay una persona que nunca sé lo que hará al segundo siguiente es Luisa, es una mujer que suele bromear diciendo que su madre la dejó caer de pequeña, pero, aunque lo dice en broma, yo sí creo realmente que sus padres la dejaron caer cuando pequeña.
Cada cosa que se le ocurre siempre es más loca que la anterior. Puedo decir es que es de las personas que más admiro, la conocí hace cuatro años y desde que ella me acogió hemos sido inseparables, o por lo menos en nuestro tiempo libre.
—¿Y cómo te está yendo en el trabajo bomba sexy?—cuestiona tomándose su trago y sin hacer una sola mueca, gira a mirarme y admito que es preciosa. Rubia, ojos verdes y labios carnosos, eso sin mencionar el lindo cuerpo que tiene y la personalidad arrolladora que posee.
Luisa es de las pocas personas que he dejado entrar a mi vida y creo que ha sido de las casi nulas decisiones buenas que he tomado. Miro al frente donde su crush o lo que sea ese chico para ella, se para y comienza a bailar divertido y en conjunto con otra chica.
—Siento que mucho mejor que antes, mi nueva jefa es un amor de persona, deberías conocerla, casi quiero obligarla a que se haga mi amiga. Además, es preciosa—aseguro con tranquilidad y no miento, cuando me dieron el puesto de secretaria en la empresa estaba siendo un trabajo duro con mi antiguo jefe, era un imbécil que solo sabía ladrar órdenes y al cual le ayudé tanto, su sueldo se justificaba con el trabajo que hacía para él, mientras que todo lo que hacia él era beber en su oficina y follar con algunas de las empleadas de la empresa que caían en sus garras.
Quizás también su odio hacia mí se debió precisamente a que no quise jugar al jefe y la secretaría con él, cuando vio que no le abriría mis piernas se volvió de un lindo gatito a un asno total.
Qué problema con la mayoría de los hombres que no saben tomarse una negativa de buena forma. Pero ahora siento que las cosas marcharan bien, Celeste a pesar de ser más joven que yo, es excepcionalmente inteligente y buena en su trabajo. Además de bastante observadora, no se ha pasado detalles y ahora si siento que estoy en un buen ambiente de trabajo, no teniendo que aguantar comentarios groseros y asquerosos de ese malito imbécil que solo pensaba con la polla.
—Me alegro mucho por ti, un brindis por eso—me rio y ella me sirve otro trago. Ambas chocamos y luego me lo bebo haciendo otra mueca, listo, no volveré a beber esa cosa más por esta noche. Ya mi estomago se está sintiendo sensible.
Vemos como el hombre que le gusta a mi amiga se aleja solo y la codeo para que lo mire, ella sonríe con coquetería y saca un labial de su bolso retocándose y girando a mirarme. Sus ojos parecen más verdes de lo normal.
—Ve por ese hombre—le digo con una sonrisa.
—¿No te molesta? Vinimos aquí a divertirnos—ruedo los ojos.
—Estoy esperando que te largues para poder besuquearme a algún extraño—ella sonríe divertida y se levanta en sus super tacones que parecen llegar al cielo.
—Entonces le enseñaré a ese hombre quien es Luisa, deséame suerte—con paso alegre y bastante sensual ella se aleja. La seguridad de sus movimientos creo que es lo que siempre llamará más la atención de Luisa. Yo niego con una sonrisa y me doy cuenta de que nuestra bebida se ha acabado, suspiro y tomo mi bolso para ir por una cerveza que estoy segura será muchísimo más suave que el trago mortal que pidió mi amiga.
El vestido que traigo puesto se me sube un poco por lo que rápidamente trato de bajarlo, respiro hondo y apretando mi bolso doy casos hacia la multitud que está bailando por todas partes. Es divertido ver a las personas bailar porque algunos aun cuando saben que lo hacen mal, disfrutan de bailar sin pensar en lo que dirán los demás.
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Editado: 15.09.2024