En la vida, tenemos muchas oportunidades para ser una persona importante, para tener éxito en su carrera, también ser feliz en la familia que uno tiene, pero lo que una mujer debe lograr alcanzar es el amor de un buen hombre para sentirse realizada completamente; yo en eso no he podido lograr todavía, porque primero me quiero realizar profesionalmente. Hoy viajo a México para realizar un trabajo que debo presentar en la universidad y poder graduarme, es un poco raro ver esto en una universidad, porque el intercambio siempre es un semestre completo, pero he conseguido hacer tres meses en México y los otros tres en New York, he tenido suerte dividirlo y en eso me encuentro preparando las maletas, me divierte hacerlo con mis sobrinos, aunque algunas cosas que ellos meten, no lo necesito y esto me atrasa mucho.
- está bien, chicos, yo termino, porque eso no me lo voy a llevar – sonrío al ver la carita triste de Angie y de Daniel – no se preocupen, cuando menos lo esperen, ya estoy de regreso, ¿vale?
- sí. Pero tía, te vamos a echar mucho de menos – hicieron un puchero muy chistoso – además no vamos a tener quién nos lleve a visitar a Fer – dijo Danny y su hermana completó la queja – ni va a poder venir a visitarnos, porque ya no estás en casa.
- sí, pero la pueden llamar, ya se saben el número, ¿verdad?
- sí, pero y ¿si papá nos cacha llamando? Pregunta Danny.
- pues, la verdad, ustedes pueden decirle a la niñera que les guarde el secreto.
- ella todo se lo dice a papá, así que no podemos pedirle a ella que nos guarde el secreto de que estamos viendo a Fer.
- jajajajaja, no sé por qué se detestan, ya deberían olvidar este tonto accidente que tuvieron – Ana terminó de cerrar una de las maletas cuando tocaron la puerta. – Adelante.
- Hola, Ana, niños – entró una hermosa joven como de unos diecisiete años, de cabellos rizados de color castaño con visos dorados y ojos gris/verdosos vestida con jeanes y una camiseta con estampados de rosas y tenis.
- ¡Lucía Fernanda! – gritan los niños y Ana – te atreviste a venir, jajajaja –
- ¡claro, amiga! Jajajaja – dijo la joven – no le tengo miedo al “león gruñón” – bajó un poco la voz, para que no la escucharan el hombre "no mencionado" - La conocemos, porque mi hermano Roberto, la atropelló con su auto, en la universidad dónde él trabaja y ella estudia medicina, desde entonces han tenido problemas, como si no se soportaran, pero, ¡acá entre nos! Me parece que se gustan y están tratando de no demostrarlo a nadie ni a ellos mismos.
- no te preocupes, él no está, me dijo que se tardaba un poco – contestó Ana, - dijo que me iba a llevar al aeropuerto, así que relájate, ahora ven – la llevó a que se sentara en la cama - ¿cómo estás?
- bueno… ya puedes ver - mostrándole el brazo - todavía con la férula, creo que me la quitan a mediados de enero o a finales, eso espero – dio un suspiro – porque necesito que cuando entre a clases, ya no lo tenga. – mira a su amiga y se queja – ¡ay amiga, te voy a extrañar mucho! – y le dio un abrazo, luego se fueron a la cocina a tomar algo junto a los niños y estuvieron hablando mucho hasta que Fer les dijo que tenía que marcharse antes de que llegue el señor cascarrabias malhumorado. Se estaban despidiendo en la puerta, cuando llegó Roberto y él la miró sorprendido al encontrarse con su “diablilla traviesa”, tan hermosa que estaba, Dios y dio un gran suspiro. Pero recordó que no debía pensar de ese modo, porque estaba comprometido y arrugó la frente mostrándo un poco de enfado.
- pero, ¿qué pasa aquí? – dijo simulando enojo.
- ya me voy – dijo rápidamente Fer y abrazó a Ana – amiga, que te vaya muy bien y regreses pronto – luego se despidió de los niños con un beso y se dio media vuelta y pasó junto a Roberto que estaba en toda la entrada – adiós, doctor Montemayor - y salió corriendo a la calle tomando un taxi que iba pasando en ese momento.
- ¿ella que hacía aquí? Preguntó mirando a su hermana y a sus hijos – ¿desde cuándo viene a la casa?
- hace rato, así que no te molestes, ella sólo vino a despedirme – Ana se cruza de brazos y con una mirada interrogante le dice - ¿pasa algo, porque ella haya venido a visitarnos?
- ¡No! claro que no, es que se me hizo extraño nada más – respondió rápidamente – es raro que ella venga aquí, sabiendo que vivo aquí, ya que no me soporta; es una niña malcriada y maleducada, no me saludó – estaba enojado por la actitud de esa chica hacía él.
- pero se despidió de ti, así que no es maleducada y apúrate que me va a dejar el avión y estamos muy lejos del aeropuerto.
- ¿ya estás lista? – él tomó dos maletas para llevarlas al auto, agarré la otra maleta que era más pequeña, mi maletín de manos y un morral donde llevaba mis cosas personales, revisé si llevaba el tiquete, el pasaporte, la visa de estudiante, documento de identidad, mi celular, gafas de sol, una bufanda, mi chaqueta y el reproductor de música – di un suspiro de alivio, menos mal que tenía todas sus cosas. Caminé hacía el auto de mi hermano que ya estaba al volante y los niños estaban sentados en la parte de atrás con sus cinturones de seguridad. Me subió cerrando la puerta y colocándome el cinturón también, Roberto revisó que todos estuvieran seguros y arrancó el auto.