TÚ Eres Mi Eterno Amor

CAPÍTULO 4.

Stella

Estaba con mi tía Nancy en el supermercado, haciendo unas compras de último minuto para la cena de navidad, ya que ella reunía a nuestros familiares y amigos, para festejar estas fiestas. Ya había presenciado una o dos celebraciones y me parecían alegres y divertidas. Los momentos más alegres, era el intercambio de regalos después de haber realizado la novena delante del pesebre, donde se daban las gracias por las cosas buenas que nos ocurrían durante el año y se hacían las peticiones para el próximo. Estábamos en la sección para elegir las carnes, cuando he sentido mareos y náuseas, me agarré del carrito de compras, pero eso no bastó y caí al piso, sintiendo que me moría, siento que todo se vuelve negro y no recuerdo más nada, hasta que despierto en el hospital, menos mal que estaba a la vuelta del supermercado y mi tía me trajo inmediatamente.

Abro mis ojos, veo todo borroso, levanto mi mano izquierda para llevarla a ellos, pero me lo impide un goteo y ese movimiento previene a mi tía Nancy, ella se me acerca y noto que en su cara se refleja preocupación.

- ¡Stella!, hija, me has dado un susto de muerte – le da un abrazo y luego se retira mirándola fijamente - ¿Te sientes bien? – le pregunta

- Creo que… si… tía ¿Qué me pasó? – pregunta mientras sacude un poco la cabeza y parpadea varias veces, para intentar despejar un poco los mareos que todavía siento – recuerdo que… me dio un mareo y sentí que caí – fija la mirada en su tía y nota que ella está muy seria.

- ¡Stella María Donado Marín! ¿Por qué no me habías dicho que estabas embarazada? – le dice al momento de poner sus manos en las caderas con cara de enojo.

- ¡Qué dices tía! – abre sus ojos como plato, mientras se incorpora con movimientos torpes en la cama “con razón me sentía débil mareada” - ¿Por qué dices eso, tía?

- Te hicieron exámenes de todo y el médico me dijo que estás de tres semanas de embarazo y que tienes la hemoglobina y las plaquetas demasiado bajas… ¿No te habías dado cuenta? – le pregunta cuando ve que ella queda en estado de shock

- ¿Embarazada? – pregunta con un tartamudeo – se acerca más y la abraza – cariño, no te preocupes, vamos… ¡reacciona! – la zarandea un poco – ¡por favor sobrina! Vuelve en ti, no me preocupes más.

- Ya tía, es que me sorprendió lo que me dijiste. ¿estás segura? – le vuelve a preguntar – Nancy le dice que sí, con un movimiento de cabeza – con razón los mareos, náuseas y cansancio que he sentido en estos días – siente que se le agua los ojos y comienza a llorar, Nancy la consuela dándole golpecitos en los hombros.

- Ahora cálmate, porque te sienta mal – cuando ya estaba más calmada, le pregunta - ¿El niño es de Andrés Benavides? – la mira fijamente con sospecha – Stella mira a su tía y asiente -  hummm, me lo imaginaba, ya que siempre andabas con él para arriba y para abajo – sabe que tiene que advertirle que él no se va a quedar con los brazos cruzados, porque esa familia era muy protectora con los suyos – sabes que Andrés va a venir por ti, ¿cierto? – ella deja de llorar y la mira con sus ojos como plato.

- ¿Tú crees, tía? – comienza a ponerse nerviosa – pero él no sabe nada de que estoy embarazada, ni yo lo sabía hasta ahora; aunque lo sospechaba.

- Dime una cosa, Stella. ¿Por qué estás aquí? ¿Por qué huiste de tu casa, especialmente de Santa Marta? ¿sospechabas que podrías salir embarazada? Y por eso viajaste tan lejos de casa.

- Sí. Por eso me fui de casa, pero no estaba segura de estar embarazada, ¡te lo juro Tía!, pero sospechaba. Además, - hace una pausa mirando a su tía – él me advirtió que por ahora no debíamos tener hijos, por mis estudios y el trabajo que estaba haciendo, porque estaba iniciando el negocio y no estábamos en condiciones de tener hijos en estos momentos – su tía sólo hacía movimientos de cabeza mientras la escuchaba dándole las razones de haber huido.

- Muy bien… - arrima la silla donde estaba sentada antes y la trae hacia la cama de ella – voy a contarte algo, que casi nadie sabe de mi vida y espero que recapacites y regreses a su lado – hace un largo suspiro, cierra unos segundos sus ojos y comienza a hablar aclarándose la garganta – cuando conocí a la familia Benavides yo tenía 18 años y estaba en primer semestre de economía – hizo una pausa y prosiguió – al primero que conocí fue a Armando Benavides, hermano gemelo de Joaquín el padre de Andrés, era un hombre muy apuesto y me enamoré de él, a pesar que mi familia me lo advertían, ya que no estaban de acuerdo, porque ellos eran una familia acaudalada y no estarían de acuerdo con nuestra relación – hace una pausa y sigue su relato – él me decía que yo era su mujer del destino o Alma Gemela– la mira a los ojos – así lo llaman ellos, aunque yo no creía en eso.

- Pero es verdad, tía – le dice Stella

- Yo sé que es verdad, pero en ese entonces, yo creía que no – da un suspiro – él estudiaba también economía, pero estaba en noveno semestre, a pesar de tener 20 años.

- Si ellos son muy inteligentes – mira a todos ellos, que han terminado sus carreras en menos tiempo.

- Si. Con todo ese romance que teníamos, salí embarazada de Armando y él se volvió loco de alegría, porque le daría un hijo

- Tía, no sabía que habías tenido un hijo – dijo Tita, asombrada, ya que no le ha conocido ningún hijo – pero… ¿Dónde está?




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