Tu inocencia

Capítulo 14

La noche fue avanzando sin incidentes. Ambos bailaban y reían divertidos hasta que de pronto Isaac comenzó a hacer movimientos un tanto extraños. Ginny lo miró preocupada.

—¿Estás bien?

No obtuvo respuesta. El joven parecía que ni siquiera había escuchado las palabras de su amiga. Ginny volvió a insistir y le preguntó si quería salir un rato fuera a tomar el aire, pero siguió sin conseguir respuesta alguna. En vez de eso Isaac la atrajo y comenzó a bailar pegado a ella.

Esa situación estaba incomodando a la pelirroja. Isaac y ella eran amigos de toda la vida, y claro que habían salido a bailar mil veces, pero su forma de cogerla y de moverse no era la de siempre.

  —Isaac—insitió acercándose a su oído para que este la escuchase.

Entonces él la pegó más a él y la besó con furia. Ella trató usar sus manos para empujarlo hacia atrás, pero él era más fuerte. Finalmente tuvo que utilizar todas sus fuerzas para conseguir que su amigo retrocediese unos centímetros.

—Isaac, estás borracho, me voy a ir—dijo intentando serenarse.

Ella misma había bebido unas cuantas copas de más, pero sabía que eso no era lo que quería.

Isaac era caballeroso, dulce, protector, inteligente... vamos el chico perfecto, pero no para ella.

Comenzó a caminar hacia la puerta del local, pero él la siguió.

—Venga ya, solo es un beso—dijo él tratando de robarle otro, pero esta vez ella estuvo rápida y logró esquivarlo.

Entonces sacó el teléfono y trató de realizar una llamada, pero él cogió el móvil y lo arrojó al suelo. Ginny lo miró atónita. No sabía qué era lo que le estaba pasando a su mejor amigo, Isaac jamás se había comportado de ese modo. Entendía que había bebido, pero esa no era una excusa.

—¿En serio? ¡No me digas que vas a llamar al tipejo ese!—explotó—. ¡No hay quien te entienda!, ¿qué es lo que buscas? ¿Es que solo le abres tu vida a aquellos que piensan jodertela? 

La voz de Isaac sonaba llena de furia, Ginny trató de tranquilizarlo, pero fue imposible.

—¿Qué coño tengo que hacer para que me metas en tu cama?

Ginny no lo pensó ni un segundo y cruzó la cara de su mejor amigo con todas sus fuerzas.

—¡Vete a la mierda!—exclamó empujándolo con furia y marchándose sola del lugar.

Mientras caminaba por la acera la chica notaba como sus pasos cada vez eran más pesados y sus párpados comenzaban a cerrarse, el alcohol estaba haciendo su efecto. Miró su móvil. Tenía la pantalla rajada y no estaba muy segura de si seguía funcionando o no, pero debía de intentarlo. Se metió al whatsapp y mandó su ubicación a Nicholas sin casi ser consciente de lo que hacía. Después se sentó y esperó, estaba cansada para seguir caminando.

En menos de diez minutos, un lamborghini negro mate apareció a toda velocidad y aparcó junto a ella. Del interior, Nicholas salió con aspecto preocupado y miró a Ginny que estaba medio dormida en la acera. Se acercó y la levantó algo enfadado.

  —¿Cómo se te ocurre enviarme tu dirección a estas horas? ¡Pensaba que te pasaba algo!

Su voz sonaba entre una mezcla de enfado y preocupación. Al recibir el mensaje el chico había sentido como su corazón se aceleraba y todo su cuerpo se contraía, si algo le hubiese pasado...

Ginny bostezó y se metió en el coche sin hacerle caso.

—Llévame a casa—indicó una vez bajó la ventanilla. 

Nicholas resopló molesto, pero le hizo caso.

De pronto Ginny comenzó a reírse sin motivo aparente y Nicholas frenó el coche.

—¿Qué ocurre?—preguntó aún enfadado.

—Has venido—respondió ella entre risas mientras se soltaba el cinturón y se giraba para mirarlo.

—Sí, me has mandado tu ubicación y he venido—dijo seco.

—Sí, pero no tenías por qué venir —repitió ella con una inocente sonrisa.

—Abróchate el cinturón que nos vamos a casa—ordenó él. 

—No—respondió ella.

—No me hagas perder la paciencia.

—Quiero dar un paseo—pidió ella poniéndole ojitos.

Él suspiró. Iba a ser más fácil complacerla en eso e irse luego a casa que discutir mientras la joven se encontraba en un estado evidente de embriaguez. Aparcó el coche, la ayudó a bajarse y ambos comenzaron a caminar en silencio. De vez en cuando Ginny daba algunos saltitos alegres y después frenaba en seco para recuperar fuerzas. Nicholas la miraba divertido, pero sin dejar que se le notase.

—Ya hemos paseado, ahora vámonos a casa—ordenó mirándole a los ojos.

Ginny comenzó a hacer pucheritos, no quería irse aún.

—Un poquito más—pidió ella.

—¿Por qué no has llamado al perfecto de tu amiguito? Pensaba que no me querías en tu lista de  problemas —preguntó él haciendo referencia a la conversación que ella había tenido con su hermano.



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En el texto hay: mafia, carcel, romance

Editado: 17.03.2020

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