Tu sonrisa es mi luna

A las 3 de la madrugada no salen monstruos

A las 3 de la madrugada no salen monstruos.

Tenía miedo de que me atacara algún monstruo al momento de no poder dormir, era la casa de mi abuela, era una casa muy vieja, había quien decía que habían fantasmas, o espíritus que te arropaban por las noches, pero esas seis noches de semana santa no tuve miedo por un segundo. No tuve miedo de que un feroz monstruo me secuestrara, no tuve miedo de no poderme dormir, no tuve miedo de que algún día pudiera morir. Estaba bien, imaginadome a Miles a través de la pantalla de mi móvil. Podía sentir que estaba a mi lado en la cama hablandome cualquier tontería. Porque después de todo eso era lo que hacíamos desde las cinco de la tarde hasta poco más de las tres de la mañana, hablar idioteces; de películas, series, música, nuestros favoritos, chistes, preguntas incómodas, ya que la mayoría hablaban sobre sexo, así es, yo, Evolet Butterfly jamás había hablado sobre sexo, y mucho menos lo había practicado, y ahora se encontraba hablando de sexo con el tal Miles Cooper. Era internet mi consejera amiga en ese entonces, ella sí que era toda  una experta, lo sabía todo. Después de todo no hablamos de hacerlo algún dia, o de cosas morbosas sino de biología, era su pasión así que le quitaba lo gracioso y penoso de todo el gran asunto, y a mí se me daban buenas calificaciones en biología así que era cómodo descubrir cosas nuevas de alguien nuevo. 

Incluso el día del cumpleaños de mi abuela dure todo el día hablando con aquel idiota, pero más idiota era yo ¿Por qué rayos pasaba tanto tiempo hablando con el? ¿Acaso me gustaba? ¿Yo le gustaba? No lo creo ¿Estábamos cuadrando para ser algo más que vecinos? Es que no somos ni amigos... ¡Por dios! Evolet... No creí que fueras tan tonta, como caes tan bajo (Me dije mientras me cepillaba los dientes frente te al espejo).

Admitiré que me sentí como una imbécil, hablando con alguien que no conocía bien, no sabía que llegaría con esto, jamás había hablado con un chico, así que no sabría que me insinuaba. No sabía si le gustaba o solo me escribía por diversión, pero tal vez me gustaba, aunque fuera idiota conmigo mientras hablabamos, nunca deja de ser egocéntrico ni cortante, aunque según el la cortante era yo, aunque me hiciera trasnocharme con sus historias y luego cuando terminase de contarlas se despidiera de mi porque se sentía cansado. Y yo quedaba mirando el techo, pensando en lo que pasaría cuando nos viéramos en persona, si me besaría o no, tal vez me abrazaría... Después de eso, yo era la cortante.

 

 

 




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