CAPÍTULO 1

New York
1982

Patrick

Un nuevo amanecer se aproxima, un rayo de luz entra a través de la ventana, el cual provoca que me levante. La veo, tan delicada, sutil y profundamente dormida a mi lado. Sus perfectas mejillas bañadas con un bello tono rosado.

Está profundamente dormida que no siente mis manos rozar su cuerpo. Mis manos heladas pasan por sus piernas y sonrío.

Me levanto, me estiro para levantarme del todo, entro al baño para lavarme los dientes para luego bajar a la cocina. De vez en cuando me gusta cocinar, es algo pasajero y a Anna le gusta.

Ay, Anna, su forma de ser fue lo primero que me cautivó aquella mañana del 12 de abril de 1980, fue en ese entonces cuando no entendía nada acerca del amor. Ya que mis romances no duraban casi nada, ahora tengo más de siete años de casado con ella.

Abro la nevera para sacar unos huevos y margarina. Un poco de jugo de naranja y enciendo la radio. Canciones del momento resuenan en las cuatro paredes que me rodean.

Enciendo la estufa y echo un trozo de margarina en la sartén recién puesta. Poco a poco se derrite y echo ambos huevos, meneo un poco hasta conseguir mi mejor platillo de huevo revuelto. Sirvo en dos platos y relleno dos vasos con un delicioso jugo de naranja hecho por Anna anoche.

Pongo ambos platos y vasos en una bandeja y subo a la habitación. Anna me observa y sonríe, cuando me enteré de su pérdida de memoria a largo plazo declarativa me lo tomé de la mejor manera. Es mi esposa y debo apoyarla y ayudarla.

—Hola cariño, buenos días —saluda.

—Hola Amor, muy buenos días.

Coloco la bandeja a mitad de la cama y sonríe, sus hermosos ojos tienen un brillo enorme a estas horas de la mañana. Su mano toma la mía y suspira.

—Quiero salir —dice.

—Después de desayunar te llevaré al parque de aquí a la vuelta —sonrío.

— ¿Parque? ¿Hay un parque a la vuelta?

—Sí, amor.

Suspira y toma un sorbo de su jugo de naranja. Quisiera que ella recordara los lugares que ya conoce, pero es imposible. El único recuerdo que vive intacto en su memoria es el de nuestra boda. Y sólo recuerda mi nombre, todo lo demás, se esfumó para siempre.