Eva entra a la casa cargando el ramo de las rosas. Como hoy Ingrid tiene el día libre, sigue durmiendo, por lo que ella se encarga de ponerlas en un florero con agua y dejarlas en la mesa. Lista para salir de casa otra vez, algo blanco escondido entre las rosas llamó su atención.
-Eres lo bueno del día - está escrito en el papelito que saco.
Lo deja en la mesa a lado del ramo y sale, diciendo:
-Pobre de ti - sintiendo pena por el quién las manda.
-¿A quién le tienes lástima? - pregunta Reynaldo a sus espaldas.
Volteando hacia él, Eva responde:
-De un..., el que manda flores. Cada mañana encontrarnos un nuevo ramo de rosas rojas en el quad de Ingrid. Hoy por primera vez tenía una nota, que sigue sin revelar quien es o para quien. Soy segura que algún pobre está intentando llamar su atención, sin embargo, yo conozco a mi hija y es misión imposible.
-¿Y eso por qué?
-No sé cómo explicarlo, la viste. No tuvo ningún hombre a su lado mientras creció y eso la hizo formar su propio carácter, uno en el que no quiere escuchar de los hombres - contesta, comenzando a caminar.
-Lo poco que la trate desde que la he vuelto a ver no me pareció que sea tan grave - Reynaldo da su opinión caminando junto ella.
-No la conoces, por eso lo dices. Ingrid se mantiene fría y distante con las personas. Yo, las plantas y los animales somos los únicos que no recibimos ese trato y bueno ahora Klarrisa. Tú, ¿Por qué estás aquí?
-Vine a buscar alguien... Sandra de nuevo hace de las suyas.
-¿Qué paso ahora? - suspirando, pregunta.
-Es insoportable, sus acusaciones, sus reproches y todo por qué Óscar y yo apoyamos a Klarrisa.
-Si buscas concejos tocaste la puerta equivocada, yo no sé qué aconsejarte cuando se trata de ella.
-No, sé que no puedes ayudarme, nadie puede. Solo quise hablarlo con alguien que si nada lo comprenderá.
-Está bien.
Óscar baja las escaleras atando la corbata, vestido completamente en el traje negro.
-¿Dónde vas vestido así? - pregunta Sandra, caminando hacia las escaleras.
-A trabajar, al hotel.
-Tu papá no me dijo nada - comenta, bajando la voz y la cabeza.
Él no le presta importancia y se va después de acogerse de hombros, dejándola sintiéndose excluida.
Óscar comenzó su primer día del trabajo en la oficina que le asignó papá.
-Estás de verdad aquí, no lo puedo creer. Cuando papá me lo dijo, estaba segura de que estaba bromeando - dijo Klarrisa desde la entrada. - Además, tienes una oficina - agrega, mirando la decoración mientras está entrando.
-Por obligación, aquí me tienes - dice, levantando las manos.
-Me gusta - dice, haciendo los círculos con el dedo a la oficina.
Encogiéndose de hombros, le deja saber lo poco que le importa.
-¿Tú como estás, cómo van las cosas? - la pregunta.
Klarrisa suspira, antes de contestarle:
-Bien - poco convincente con la cabeza abajo.
-No lo diría.
-Todo está bien, pero sabes mamá, los prejuicios de los demás, supongo que afectan a Baldo, es algo frío - confiesa.
-Bueno, supongo que él no estaba tan preparado para todo esto como tú.
-¿De verdad opinas que es solo eso? - pregunta con la ilusión en los ojos.
Mirando al reloj, dice:
-Mira, vamos a comer para que te animes y lo discutimos.
-¿Me dejas trabajar desde aquí? - lo pregunta mientras van a la salida.
-Tu compañía siempre es bienvenida - le responde, atrayéndola hacia si con el brazo en los hombros.
-Sabes esto es lo que necesitaba - escucha decir a Klarrisa mientras hace la comida en cocina y ella le ayuda con la mesa. - Todos que me rodean tienen tantos prejuicios que ya me comencé sentir insegura, entonces no quiere imaginar como se siente él.
-Aléjalo de ahí - le conseja.
Al ver el susto en la cara de Klarrisa, ríe antes de explicarle:
-Oye, no pensé que lo despidas o alejas de tu mundo, más como un descanso de todo eso, el que le va a hacer olvidarlo todo que dicen y donde le vas a dejar claro que lo que dicen no afecta tus sentimientos hacia él.
-Debes ser hija de tu madre - la escucha comentar. - Son bonitas las rosas.
-Si y la hora peor gastada de tu vida.
-¿Por qué lo dices?
-Porque tanto necesito para cambiarle el agua.
-¿Y siguen sin saber de quién son?
-O para quien. Hoy vino la única cartita que es tan misteriosa como el que las manda.
-Sigue siendo un bonito detalle, ¿Qué no?
Encoge los hombros no teniendo que decir.
-Si quieres, llévate uno - le ofrece.
-¿Y estás segura de que no son de tu pretendiente? - divertida, pregunta.
-Que se las queda - indiferente responde.
-¿Qué ni un poco te da curiosidad de saber quién es?
-Me interesa lo mínimo, saber ¿quién es?, y basta, no tengo otro interés.
-Yo no podría - dice Klarrisa.
-Bueno, yo me voy. ¿Tú te quedas? - informa Óscar levantándose de la mesa del restaurante donde ceno.
-Sí, todavía me queda - dice, meciendo el vaso del vino.
Yendo a pie a casa, Óscar se percata de la caída de Eva.
-¡Tía Eva! - sin pensarlo corre a su lado. - ¿Estás bien? - la pregunta, poniéndose a su lado y ofreciéndole la mano para que se apoye.
-Sí, sí, estoy bien. Solo me torcí el tobillo - contesta con dolor, doblada por tenerlo cubierto con la mano.
Mirando a su alrededor, Óscar encuentra una pequeña pared.
-Ven - le dice, ayudándola a llegar a la pared para que se apoye.
Por ser poca luz, saca su celular para que tengan la iluminación necesaria para ver el pie.
-Quita la mano para que vea - dice con la luz del celular apuntando al tobillo.
Al hacerlo, el pie hace contacto con el asfalto con más presión, haciéndola soltar un:
-Sssss - de dolor.
-Bueno, no parece rota - informa.
-¿Quién eres? - pregunta Eva que no lo reconoce.