-Los quiero conmigo en la reunión - los informo papá desde la puerta de la oficina.
-¿Qué fue eso? - pregunto Klarrisa.
Encogió los hombros, sacando el labio y acato la orden.
-Vamos - le dijo, yendo hacia la puerta.
-¿Me estás escuchando, Ingrid?
-Si - contesto saliendo de sus pensamientos.
-Umm, no lo diría - le contradice mamá.
-Uff - soplo, levantándose de la mesa.
-Te conozco y sé cuándo algo te pasa. Además, todavía no me has dicho, ¿Dónde desapareciste ayer?
-Te lo juro que no fue por voluntad propia.
-¿Y eso qué significa? - pregunta, desesperándose.
-Tengo que irme y tú también deberías - dijo invadiendo el tema y asomándose desde la pared del pasillo.
-Estamos entrando en la época más ocupada del año - dijo papá, comenzando la reunión. - De ustedes quiero que dan todo de sí mismos y que de nuevo seamos el hotel número uno de la zona.
Como la reunión seguía, su rabia crecía. Al terminar ya no se contuvo:
-¿Me puedes decir que hago yo aquí?
-¿A qué te refieres? - pregunto.
-A que en esta reunión eran todos los jefes de departamentos.
-Eso te pasa por no estar aquí - dijo, desinteresado.
-De esa manera papá pretende que aprendemos a manejar el hotel - le explico Klarrisa.
-Como sea, eso no es mi puesto.
-Un día podrá serlo - comento papá.
-A mí no me interesa ser el líder, yo estoy contento con el puesto que tengo - dijo y abandono la sala.
-¿Qué me recomiendas? - pregunto coqueto.
-No sé qué te gusta, cada quien tiene sus gustos. Yo voy después.
-Entonces puedes sentarte a mi lado - seductor le dijo.
-Solo si cierras los ojos y te vas a dormir mientras estás despierto no sucederá - contesto tranquila, amable y sensual.
-Un tiempo no lo decías así.
-Tiempos pasados.
-A mí me gusta más lo de futuros.
-Ay, bueno que soñar no te cuesta o perderías todo.
-Los vamos a ver porque te advierto que yo no me daré por vencido.
-No te preocupes lo harás.
-Nunca.
-No me buscas porque iré con tu mamá.
-¿Y qué, me vas a acusar con mi mami?
Asintiendo con la cabeza agregando:
-Esa misma mami que hace años no tuvo corazón con su hija.
Recordando de lo que es capaz, su madre le borro la sonrisa.
Mueve la pierna, esperándola cuando siente una presencia a su lado, giro la cabeza, encontrándose con el guardia.
-¿Qué hace aquí? - pregunta guardia con las manos cruzadas.
-Espero a Ingrid.
-¿Y ella lo sabe? - pregunta con el ceño fruncido.
-Digamos que sí.
-Entonces no está de acuerdo - concluye el guardia.
-Eso - acepta positivamente.
-Ingrid es muy difícil, ni toda la suerte del mundo te ayudará.
-¿Y usted como lo sabe?
-La conozco desde que comenzó trabajar aquí.
-Y yo desde que era niña.
-Mejor aún, entonces sabes que solo pierdes tu tiempo.
-El día en el que estoy convencido será el día en el que me vaya de esta ciudad.
El guardia lo mira asintiendo en silencio, para después decir cuando levanto la cabeza:
-Ahí va tu pena.
Mira a la salida donde la ve entrar.
-¿Qué haces aquí? - lo pregunto enojándose. - Hola, Vito - dijo saludando al guardia brevemente.
Como permaneció en silencio, volvió a preguntar:
-¿Entonces?
-Te espero, te lo dije.
-Yo también dije algunas cosas.
-Y yo las conteste.
-Deja de contradecirme - lo advirtió con el dedo.
La ignoro diciendo:
-Anda, vamos a mirar la película.
-Perdón - dijo al guardia. - ¿De qué manera te lo hago entender?
-De ninguna, anda - contesto y le puso la mano en el brazo para que se mueva.
-¡No! Mejor me voy a mi casa.
-Va, vamos.
-Bueno, ¿Qué pasa contigo? ¿Estás sordo, imbécil o qué? ¡Dije me voy! No, que nos vamos.
-¿Y yo de qué manera te hago entender que no te libraras de mí?
-Ugh - gruñó, cansada de la pelea sin fin.
Lo miro para después tomar el camino hasta la sala de proyección, la sigue sonriendo triunfante.