-OK, a la una - dijo tomándola de la mano.
Una ola se acercaba a ellos y en el último momento saltaron sobre ella y empezaron a reírse con cada ola subsiguiente.
-Ja, ja, jaj.
-Ahora así - dijo y se pusieron de lado con las manos de él en la cintura de ella y las de ella en los hombros de él, mirando hacia el mar abierto, esperando las próximas.
Entraron a escondidas en la casa con los zapatos en las manos, él en una playera negra y pantalones cortos y ella en su combinación de siempre unos short y bralette top.
-¿Y tu mamá?
-Por el momento no está - contesto, abrazándola.
Se acostaron, abrazados en la cama, mirar la película. Los dedos de la mano de Óscar se dedicó a hacerle círculos en el vientre.
Sentados en la cama, la invadieron los nervios que para él eran evidentes, tenía las piernas unidas con fuerza y entre las rodillas frotaba las manos.
Para tranquilizarla, llegar de atrás y se sentó con las piernas a cada lado. Cuando comenzó a besarle el cuello y puso su pelo sobre el otro hombro, ladeó la cabeza para mejor el acceso y cerrando los ojos, dejo que los nervios sean invadidos por el placer de sus labios mientras soltaba el suspiro.
La abrazo con fuerza alrededor del vientre para calmar sus nervios dándole a entender que estaba segura sin dejar de besarle el cuello, minuto después se dejó caer de costado llevándola con él, su beso paro quedándonos solo así abrazados.
Quedaron dormidos y de ese estado lo despertaron pequeños besos sobre sus labios al abrir los ojos, la encontró sentada como un yogui y sonriendo.
-Escápate - le dije con los ojos muy abiertos.
Ella soltó la carcajada y él se abalanzó sobre ella a hacerle cosquillas. En el momento en que sus ojos se encontraron, los dos con las sonrisas en la cara quedaron paralizados hasta que ya no pudieron resistirse a la necesidad de besarse.
Cuando la intensidad del beso los traspaso de tenerla en sus brazos como la novia ha comenzado a estirarse, terminando ella debajo de él.
Óscar acariciaba la pierna doblada sin romper los besos. Sabiendo que no quiere hacer nada, que ella no quiere, Ingrid, que lo abrazaba por el cuello con una mano, lo alienta comenzando a levantarle la playera de la espalda, lo que hace que él se aleja de ella y la quita sin apartar los ojos de los de ella.
Al bajar de nuevo, Óscar comienza a subir con los besos desde su vientre hasta sus senos, donde después de dejar varios besos mezclados con las mordidas, levanto la cabeza para encontrarse con los ojos de Ingrid en el mismo fuego que los de él. Ingrid lo acerco para fundirse en un nuevo y apasionado beso.
Ingrid extendió las manos hasta donde van por la espalda de él, acariciándolo y sintiendo sus fuertes músculos.
Cuando se quedó sin los short, levantó las caderas lo suficiente para que su parte cubierta por el calzón tocará su piel de torso y le dejó claro que ya estaba lista.
-Hola, hijo - lo saludo mamá. - Ven, que quiero que conozcas a alguien - le dijo, entrelazando la mano con su brazo y llevándolo al comedor. - Ella es Henrica Lascano, la sobrina de Gamelia.
Se encontró frente una a chica de pelo castaño, rizado hasta los hombros, cara rectangular, ojos café oscuro, cejas separadas, nariz recogida y labios carnosos.
-Hola, gusto en conocerte - dijo, ofreciéndole la mano.
-Hola - dijo, tomándolo de los hombros y besándolo en ambas mejillas. - Un placer - agrego alejándose.
-Siéntate con nosotras - le dijo la madre, jalándolo del brazo hasta la silla.
Sentado, comenzó a sentirse incómodo por tener a las tres mirándolo.
-¿Vienes del trabajo? - lo pregunto Henrica.
-No, hoy tuve libre - responde cortante.
-¿Por qué no llevas a Henrica conocer la ciudad? - le dijo mamá, llenando el silencio.
-¿Por qué yo? Tiene a su tía - pregunto, explicando y señalando a Gamelia.
-Porque eres joven, no creo que ella quiere pasar todo el día con su tía - le contesto mamá.
-Estoy cansado, estaba en la playa.
-¿En qué playa vas? - pregunto Henrica, lamiéndose el labio.
Cuando abrió la boca para contestar, su madre se adelantó:
-A la de hotel, obvio.
Dándose cuenta de que si contradiga a su madre se va a meter en más que en un problema, mantuvo silencio.
-Me tienen que disculpar - dijo, escapando de la mesa, a la primera oportunidad.